Hace algunos meses tuve el agrado de acercarles el siguiente paso narrativo de DC Comics en ese momento, Future State. Infinite Frontier es una saga que junta los pedazos de estos dos meses y los intenta unificar con las sagas recientes Dark Nights: Death Metal y Generations, al presentarse como una consecuencia directa de toda esa movida. Sin embargo, hay que separar los tantos: el número cero que lleva este título se desprende bastante de la miniserie que luego comenzaría a escribir Joshua Williamson, y es casi una carta de presentación del statu quo multiversal de la editorial, introducido a los lectores a través de un recorrido realizado por el Spectre acompañado de la nueva Diana/Wonder Woman, que ahora tiene el status de Diosa. En el final del mismo, nuestra ex-heroína ahora devenida en divinidad rechaza su lugar con la Quintessence (la cual está conformada por el mismísimo Spectre acompañado de Ganthet, Hera, Highfather, Phantom Stranger y el Wizard) porque prefiere tomar un rol mas activo. En el epílogo de este número, la Quintessence se presenta en el planeta Omega y sucumbe ante Darkseid, quien presenta finalmente su nueva forma y se muestra como un enorme Dios muy por encima de las facultades de sus oponentes.
Williamson arranca el primer número de esta miniserie bien arriba, con un Thomas Wayne que ingresa a la Tierra-23 en una nave, con una frase característica de la histórica maxiserie de culto Crisis on Infinite Earths, en una escena que emula lo que fue el arribo de Kal-el a nuestro planeta. Dicha tierra es el hogar del Superman que responde al nombre del Presidente Calvin Ellis, ¿no? Un personaje que apareció por primera vez hace también bastantes años, en el séptimo número de Final Crisis. La mención a todas estas sagas no es gratuita: el guionista se encarga, número a número, de homenajear todo el tiempo a la mitología de DC, con pequeños detalles en los fondos o personajes con algún cameo pero también con detalles narrativos como esta introducción. Infinite Frontier exige un compromiso enorme por parte del lector, y dudo mucho que alguien que tiene muy poca conexión con las historias de esta editorial disfrute esta miniserie tanto como el fan duro de la misma.
También comprendo el hartazgo que un montón de lectores puede tener con este tipo de historias, máxime cuando incorporan la existencia de multiversos como nosotros tenemos incorporados la inflación y el cambio del dólar-peso a nuestras vidas. Pero en este caso puntual creo que el recorrido que proponen Joshua Williamson y el madrileño Alejandro Germánico (quien firma como Xermanico) tiene la carga justa de elementos como para no atosigar a nadie, y el balance realmente resulta muy agradable.
La aventura es dinámica y vertiginosa, y si bien cae todo el tiempo en lugares comunes, se hace cargo de los mismos con bastante cancha. Se asume que en la mayoría de los casos que lo que está sucediendo, si bien es grave y podría tener consecuencias nefastas, es una más de las infinitas aventuras cósmicas trascendentales que estos personajes suelen vivir. Los autores incluso van un poco más allá, y en unos breves momentos nos presentan el punto de vista de los humanos comunes y corrientes que son testigos de cada uno de estos eventos cósmicos, y cómo todos ellos tienen que seguir con sus vidas como si esos cielos rojos que vieron la noche anterior repletos de tierras paralelas fueran una tormenta de verano y ya. Los medios de comunicación y las redes sociales en cada una de estas tierras múltiples incorporan los términos multiversos y tierras paralelas al léxico diario y de repente se pone sobre la mesa de cada familia o individuo de estas tierras ese tema, y sus consecuencias. ¿Cada uno de nosotros, tengamos o no poderes, tiene una versión replicada en cada Tierra paralela? ¿Hay posibilidades de que yo conozca a esas versiones «alternativas» de mi persona? ¿Van a comenzar a comercializar algún tipo de viaje multiversal para todo el mundo? ¿Hay algún organismo que se va a dignar a establecer límites para la conexión entre distintos universos? ¿Quién vigila a los viajeros interdimensionales?
Cada una de estas preguntas es válida, pero el quipo creativo solamente las enuncia o sugiere, no se dedica a responder ninguna de ellas y deja entrever un atisbo de solución para algunos de estos dilemas en algunas Tierras. Mientras tanto, Cameron Chase, el personaje creado por Doug Moench y Kelley Jones para la Batman nº550 a finales de los ’90, recibe un ofrecimiento de trabajo del Director Bones para sumarse a la investigación de recientes eventos. Alan Scott, quien recientemente salió del closet (en el nº 0 de esta miniserie), y su hijo Obsidian, buscan desesperadamente a Jade, quien está desaparecida. Roy Harper estaba muerto pero resulta que está vivo, y al parecer es un Black Lantern Zombie… si decide usar el anillo, de lo contrario solamente es Roy. El Batman salido de Flashpoint, o sea Thomas Wayne, finalmente conoce a la Justice Incarnate, la cual está formada por Calvin Ellis, Mary Marvel de Tierra 5, Machinehead de Tierra 8, Aquawoman de Tierra 11 y el Captain Carrot de Tierra 26, pero cuando pregunta por Barry Allen no lo conocen. Mientras tanto, Barry fue al planeta Omega y tuvo un poco fortuito encuentro con el Psycho Pirate, en otro homenaje a la Crisis original, quien lo utiliza para sus propios fines.
Es verdad que hay uno o más de un enemigo detrás de esta saga. Darkseid claramente tiene todas las fichas para ser la amenaza principal, pero el objetivo final de Williamson y Xermanico pasa más por establecer este nuevo statu quo que se comienza a consolidar en lo que va de este año en el desarrollo editorial de DC que en llegar al fondo de la botella. La intención manifiesta es relajar los músculos y bajar un poco la ansiedad. Es cierto que darle la libertad a cada guionista y cada autor de trabajar con un multiverso activo supone un enorme dolor de cabeza a futuro para editores y lectores por partes iguales, pero también permite contar infinidad de historias exquisitas que de otra manera sería imposible de ser narradas, y que forman una parte fundamental del lienzo del género. No nos engañemos: si nos gustan los superhéroes es imposible que no nos emocione la existencia del multiverso, y el mejor ejemplo que tenemos de eso hoy en día es cómo Disney y Warner están torciendo sus narrativas audiovisuales superheroicas hacia ese lado, sin miedo al rechazo de la audiencia.
Para finalizar la reseña, no quiero dejar de señalar la enorme labor que realiza Xermanico en el arte de esta mini-serie. Un trabajo que por momentos me dejó con la mandíbula por el suelo, no solo por el registro histórico de un montón de trajes y personajes de la mitología de DC de los últimos 35 años sino también por la composición de algunas páginas y los gestos y expresiones de los personajes. Una historia de esta magnitud solamente causa el impacto previsto cuando contás con la pericia de un tipo como Alejandro en el arte, y me parece fenomenal que DC Comics disponga de esta sangre fresca y las derive a sagas de este tipo. Ojalá esto se convierta en un vicio y no en una excepción.
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