Acercarse a la maxi-serie de Lois Lane en curso escrita por el afamado Greg Rucka tiene sus complicaciones, pero una vez que superemos esos pequeños obstáculos podremos disfrutar de la que, a mi entender, es una de las mejores historias protagonizada por uno de los personajes femeninos no-superheróicos más interesantes que tiene DC Comics. Lois también cumplió 80 años hace no mucho y así y todo muy pocas veces tuvo oportunidad de lucirse en series regulares o series limitadas que la tuvieran como estrella principal y estuvieran a la altura de lo que el personaje podía dar.
Las complicaciones vienen por parte de la cronología, por supuesto, algo que siempre suele ser un problema con los personajes que orbitan alrededor de Superman, y en este caso puntual con los arcos que estuvo llevando adelante Brian Michael Bendis con la pareja de Lois. Para tranquilidad de todos, para poder disfrutar de este comic basta con saber que la periodista del Planet estuvo un tiempo viajando con Jor-El y su hijo, Jon, y su regreso a la Tierra se sitúa cronológicamente bastante cerca del comienzo de esta maxi-serie. Ella y Clark están en pareja hace más de una década en la confusa cronología que se planteó desde Rebirth hasta el presente, y durante el primer número de esta nueva aventura, unos fotógrafos de incógnito logran capturar una escena en la cual Superman está besando a Lois, algo que -teniendo en cuenta la tecnología moderna- tarde o temprano iba a ocurrir.
Este hecho, no menor, es apenas una pincelada romántica dentro del verdadero conflicto que nos está por plantear Rucka, y en todo caso el escritor lo utiliza para demostrar la enorme cancha que tiene Lois para lidiar con un problema tan trivial como este, a diferencia de Kal-El, quien busca solucionar el “conflicto público” con poca sutileza y mucha torpeza, cometiendo errores que denotan una tremenda falta de tacto cuando se trata de lo social y el manejo con la prensa. No conforme con esto, Lois aún no le ha revelado detalles a su marido del viaje que vivió con Jor-El y Jon, y esta situación, lejos de crear un conflicto estúpido que cualquier otro guionista mediocre hubiera utilizado para agregar drama inútil al relato, Rucka lo utiliza para construir el carácter de Lois, denotando una fortaleza y unas convicciones que la posicionan como uno de los personajes más interesantes de esta editorial… si el mismo siempre estuviera escrito de esta manera, por supuesto. Lois lo “educa” a Clark cuando se trata de la relación entre ambos, y le hace saber que los dos pueden mantener secretos con el otro (algo que nuestro héroe inconscientemente sabe de sobremanera) porque lo importante en una relación de pareja no es ser insensatamente honestos el uno con el otro, lo que realmente importa es que exista una confianza enorme, absoluta y sin vacilación alguna. Si el amor y el respeto que sienten por el otro es real, y la confianza es plena, entonces cada uno va a poder entender que si hay secretos entre ambos es por un motivo puntual, y que probablemente con ese encubrimiento están protegiendo a su pareja o al resto de la familia.
Por fuera de la relación entre Lois y Clark que –repito- por suerte es algo secundario dentro de las tramas principales, Rucka se luce cuando nos muestra el alma que le pone Lois al periodismo de investigación, arriesgando su pellejo la mayoría de las veces porque claramente es la pulsión que foguea su vida, es lo que realmente la apasiona por encima de cualquier otra actividad. No es la primera vez que como lectores de estos personajes (Lois y Clark) tenemos acceso al detrás de escena del periodismo, por supuesto, pero en este caso el guionista se concentra en explicarnos con finísimos detalles los procedimientos por los cuales un periodista obtiene ciertos datos, la manera en la que entrevista a potenciales informantes, y las reglas detrás de un investigación y todo lo que la refuerzan, para permitirle separar los hechos de los chismes. Y luego, una vez concluida esta parte, la forma correcta en la que tiene que proceder para accionar los mecanismos que le van a permitir poder avanzar en la investigación. Yo particularmente no quedaba tan sorprendido acerca de las “revelaciones” sobre el camino que recorre un periodista desde Transmetropolitan, donde el genio de Warren Ellis a través del obseso Spider Jerusalem, en sus momentos de mayor inspiración se decantaba por el camino más formal del periodismo y obtenía grandes resultados gracias a aplicar métodos comprobados y efectivos. De hecho, entiendo que Lois y Jerusalem tienen un objetivo puntual muy particular que comparten: ir en busca de la verdad y exponerla al público. Y sumado a esto, ambos coinciden en lo mismo: no existe la verdad.
Sí, lo que acabo de escribir parece una contradicción en sí, pero es la base del periodismo de investigación, y en el nº4 Rucka, a través de Lois Lane, nos da una clase magistral acerca de la “verdad”, esa palabra tan mancillada por políticos, economistas y por nosotros, la gente que solamente lee noticias. La gente no quiere saber la verdad, porque la realidad es que no pueden soportarla. Solo quiere tener la razón, quiere que del otro lado le den la razón, tengan la ideología que tengan. Supone que el mundo funciona de una manera determinada e inocentemente pretende que esa visión se ajuste a la realidad, y no quieren sentir que estuvieron toda su vida equivocados. Entonces, aún cuando la verdad les pega una trompada en la cara, prefieren ignorarla, y se sienten más cómodos con las mentiras que se ajustan a la realidad que ellos mismos construyeron. Y nuestra protagonista tuvo que lidiar con este problema toda su vida adulta, desde que decidió dedicarse al periodismo. Sabe de antemano que aún cuando ella tenga acceso a “toda la verdad”, lo más probable es que solamente pueda revelar fragmentos de la misma, en pequeñas dosis, de lo contrario, aquellos que la leen se volverían locos, y por supuesto, matarían al mensajero, figurativa y literalmente. La verdad nunca es simple, nunca es sencilla, nunca es blanco o negro, y a nadie le interesa los grises, solo quieren los plenos, es lo único que pueden manejar.
Es muy gratificante leer en un comic mainstream un tratamiento tan adulto de un tema tan complejo, y aún cuando desde hace dos décadas me queda claro que Greg Rucka es un guionista increíble con un montón de recursos muy interesantes y una capacidad enorme para tratar una variedad de temas muy jodidos, jamás me hubiera imaginado que podía sorprenderme también en este campo. Lo aplaudo de pie, una vez más.
Volviendo a los complicaciones que mencioné al comienzo de esta entrada, durante el transcurso de la maxi-serie tendremos personajes importantes del Universo DC colaborando con Lois en su investigación, y si bien la identidad de los mismos es algo que no voy a revelar en esta reseña porque no quiero spoilear cuestiones fundamentales de la trama, debo advertirles que para entender la situación en la que están necesitan estar un poco a tono con la actualidad de esta editorial. De hecho, el nº6 es un epílogo de la saga “Event Leviathan”, así que, como mínimo, necesitan leer antes aquel comic (son sólo 6 números) antes de llegar a ese punto.
Finalmente, quería mencionar el dibujo del británico Mike Perkins, a quien muchos de ustedes seguro recuerdan por la galardonada Kiss Kiss Bang Bang de CrossGen del 2004, por el más reciente Rowans Ruin de Mike Carey del 2015, o la serie del nuevo Deathlok (Henry Hayes) que estuvo escrita por Nathan Edmondson. Este Perkins, que remite un poco al enorme Sean Phillips del cual ya me he deshecho en elogios en esta sección, encuentra en esta maxi-serie su punto justo para poder exponer lo que mejor maneja: momentos íntimos en lugares lúgubres y mal iluminados donde el fuerte está puesto en la expresividad de los personajes. Su narrativa no es torpe pero tampoco es su fuerte, y nadie va a gritar hurra por los momentos de acción, los cuales a veces incluso resultan confusos. Pero cuando el comic se podría poner pesado (porque los diálogos a digerir son muchos y contienen un montón de información), ahí es donde el dibujante encuentra la manera de balancear la fórmula y resolver el problema de manera acertada. Se toma muchas atribuciones con los diseños de personajes (sobre todo con Superman/Clark, que está casi irreconocible), pero al final del día eso tampoco llega a molestar, y en el peor de los casos respeta cuestiones básicas en cuanto al diseño de los mismos.
Expuestas todas estas cuestiones, denle una oportunidad a esta maxi-serie, la cual está a solo cuatro números de finalizar. Ya en el primer número van a tener una enorme cantidad de pistas sobre el camino que va a recorrer, y dudo mucho vayan a salir decepcionados de tamaño paseo. No todos los casos pueden ser resueltos por superhéroes, y esa premisa es la salsa favorita de Rucka.
5 comentarios