Si vivo en un edificio que tiene en su fachada una gran M blanca y roja y, no sé, juguemos, de repente necesito remodelar toda mi cocina, llamo a Hickman. Si la vecina del 4º D se cansó de su baño y quiere tirarlo abajo y levantar otro de cero, sanitario, azulejos, bañera nueva, todo el paquete, llama a Hickman. Si el hall de entrada requiere un toque distintivo de decoración y un par de espejos, algo que le levante la categoría al edificio… ¿adivinen qué? Llamamos a Hickman. Al parecer, en Marvel en este momento están pasando por esa etapa en la cual el bueno de Jonathan es convocado para mejorar los números y exfoliarle la cara a cualquier peso pesado, muy parecido a esos años en los cuales a Rick Remender le daban un Lamborghini y una Ferrari para que los chocara juntos a gusto y piacere.
A nadie asombro si digo que desde su debut en el ya lejano 2000, Ultimate Spider-Man ha sido una piedra angular en el mundo de los comics, pensada para ofrecer una versión contemporánea y emocionante del querido héroe arácnido, de la mano de un inspiradísimo Brian Michael Bendis que sabía exactamente qué teclas tocar para poner al día la leyenda, y con esta movida invitar al baile a cientos de miles de lectores nuevos. Esta línea editorial sirvió como plataforma de una renovación completa de Marvel, y dio de comer a la editorial y, sobre todo a las empresas que explotan las franquicias que nacen ahí hasta el día de hoy. Dicho esto, puedo asegurar que con la serie actual, gracias a la brillante pluma de Jonathan Hickman y los impresionantes dibujos de Marco Checchetto, Marvel nos vuelve a llevar a un viaje que desafía las expectativas y redefine el mito de Spider-Man de una manera, como mínimo, inesperada para quien escribe estas líneas, e irreplicable en el universo 616.
Una de las decisiones más audaces de Hickman es presentarnos un Peter Parker treintañero, casado con Mary Jane y con dos hijos, el cual nunca fue Spider-Man. En lugar de seguir el camino tradicional de retomar los elementos clásicos del mito y darles una pincelada de frescura de la mano de diálogos modernos y tecnología acorde a los tiempos, este nuevo enfoque nos ofrece un vistazo a la vida de un Peter adulto cuyo destino nunca estuvo atado a la responsabilidad de ser un héroe enmascarado. Uno podría pensar que de ahí en adelante se van a ir concatenando una serie de eventos que, accidentalmente, terminarán por posicionar a nuestro prometedor vecino favorito en el curso de acción que finalmente lo transformará en el Héroe que todos queremos y admiramos… y no. El guionista decide moverse por otros terrenos y probar una perspectiva más existencialista, que podría resultar absurda si no fuera porque estamos leyendo un comic superheroico, claro. La llamada interior que tiene Peter, el vacío que siente aún cuando bajo todo punto de vista tiene una vida plena, rodeado de afectos y la atención que cualquier hombre necesita, lo arrastrará a lo inimaginable. Un orbe enviado por un joven Tony Stark, el cual contiene, entre otras cosas, una araña radioactiva, llegará al domicilio de Parker, pero será el mismo Peter el que decidirá, conscientemente, exponerse al fantástico insecto para ser picado e irradiado con los sorprendentes poderes que todos conocemos.
La premisa, entonces, expuesta de esta manera, se me figura como un auténtico soplo de aire fresco en este mundo saturado de superhéroes, porque entiendo que de esta manera ofrece una perspectiva completamente nueva sobre uno de los personajes más icónicos de Marvel. Algo que, todos estamos de acuerdo en este punto después de 62 años de publicación ininterrumpida del personaje, es matemáticamente imposible de conseguir sin creatividad y esfuerzo. Es así como con un revés y un saque de potencia, la serie logra separarse elegantemente de su encarnación anterior, y aún cuando puedo admitir que en algún punto Bendis estableció un estándar alto con su trabajo en el primer volumen de Ultimate Spider-Man, Hickman sale a la cancha sin temor a tomar riesgos para llevar al personaje en direcciones inesperadas. De aquella primer encarnación del título solamente conserva la característica de cocinar la trama a fuego lento. En lugar de intentar replicar el éxito pasado, aprovecha la oportunidad para explorar nuevos territorios narrativos, para agregar capas de profundidad y complejidad al universo de Spider-Man y jugar con la complicidad del lector que conoce el historial y está todo el tiempo esperando centros en el área chica que muy pocas veces caen. Y como frutilla del postre, nos ofrece la posibilidad de ser testigos de un Peter Parker maduro, cabeza de familia y padre, que tiene que balancear esas facetas con las de su costado superheroico, algo que un enorme porcentaje de lectores viniendo pidiendo a gritos hace años.
Dicho esto, lo que realmente eleva a esta serie a nuevas alturas es el trazo exquisito de Marco Checchetto, del cual yo particularmente esperaba poco y nada después de ver algunos bocetos previos al lanzamiento del primer número que no me llamaron la atención en absoluto. La culpa es mía, de todos modos, por haber olvidado la excelente labor que había realizado en Daredevil junto a Chip Zdarsky. El nivel de expresividad que consigue por momentos me deja sin aliento, y el diseño de personajes es precioso: sus Gwen Stacy y Mary Jane son, ambas, muy sexies e interesantes, cada una con su propio estilo, y es encantador ver cómo Harry y Norman Osborn conservan rasgos parecidos por ser padre e hijo y sin embargo son radicalmente distintos, ya que Marco se concentra en detalles como los pómulos, la pera, gestos con las manos, cosas mundanas que replica aquí y allá y acompañan la personalidad de cada individuo.
Cada página está pensada para capturar la emoción y la acción de manera efectiva, y por momentos de forma espléndida, y encuentro que se defiende muy bien tanto en las escenas de combate como en los momentos más íntimos, algo que no se suele encontrar en cualquier dibujante. Y en este título en particular es importantísimo que el artista encuentre la manera de no aburrir con las conversaciones porque está plagado de diálogos. Checchetto infunde cada cuadro con una energía vibrante y una atención al detalle que realmente hace que la historia cobre vida, algo que sonará como un cliché pero en este caso es verdad.
Para finalizar, atravesando transversalmente una serie por demás llamativa que no se priva de nada, tenemos la inclusión muy natural del Tío Ben y J. J. Jameson, ambos involucrados fuertemente en la vida laboral y personal de nuestro protagonista, unidos por una sólida amistad que servirá como punta de lanza para un montón de cambios que deberá afrontar la familia Parker. ¿Postre o café? ¡Ambos!
Con solo cinco números en la calle, no me tiembla el pulso al afirmar que el Ultimate Spider-Man de Hickman es uno de los grandes comics superheroicos del año, y si no lo estás leyendo aún, ya es hora de enmendar ese grueso error.
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