Maldito Mainstream

Desde las profundidades de la internet, James Tynion IV crea una serie que buscar descolocarte y hacerte sentir incómodo de distintas maneras.

W0rldtr33

05/01/2024

| Por Matías Depettris

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En 1999, Gabriel, Amanda, Liam, Yoshi y Darren descubrieron lo que llamaron undernet, una arquitectura secreta debajo de Internet. Trazaron su exploración de undernet en un foro de mensajes privados llamado W0rldtr33 y luego perdieron el control. Y ellos están convencidos de que esa acción desató horrores inimaginables, pero a su vez en aquel momento pudieron detenerla y clausurarla. 25 años después, una serie de homicidios consecutivos cometidos por la misma persona sin razón aparente le da la pista a uno de ellos, Gabriel, de que quizás aquella aventura de undernet no estaba completamente concluida. Alguien irrumpió en W0rldtr33, alguien violento que aprovechó el control que undernet ejercía sobre ellos, alguien que responde al nombre de Ph34r y que se va a encargar de subir un nivel a la violencia sin sentido que aterrizó a fines del siglo pasado.

Cuando te permitís ingresar al maravilloso mundo de W0rldtr33, el flamante comic que el guionista James Tynion IV está llevando adelante para la editorial Image, te agarra una sensación de que esta serie pertenece a un «universo comiquero conocido», uno que bien podría estar signado por las series Kill or be Killed de Ed Brubaker y Sean Phillips, The Black Monday Murders de Jonathan Hickman y Tomm Coker, y por supuesto, cómo no, The Department of Truth y The Nice House on The Lake, ambas series escritas por el mismísimo Tynion IV, la primera con dibujos de Martin Simmonds y la segunda con lápices y tinta de Álvaro Martínez Bueno y colores de Jordie Bellaire.

Los tópicos de todas estas series parecen aunarse en W0rldtr33 de manera natural, sin sonar forzados: asesinos seriales, fin del mundo, teorías conspirativas y un estado presente y activo en la ejecución de las mismas y un grupo de personas que comparten una amistad y que están en el epicentro del problema. Y además podemos sumarle una suerte de narrativa común, aún cuando los dibujantes no necesariamente sean similares. En cada una de estas obras hay una búsqueda también desde la composición de las páginas y las paletas de colores para generar climas intensos que nos evocan los sentimientos justos para dar el golpe de efecto adecuado. Esta serie de comics también tienen siempre algunos detalles, desde la gráfica, que logran que se destaquen del resto. A veces son sutiles y otras muy explícitos, como es el caso de la serie regular que toca reseñar este mes, en la cual cada vez que estamos por ser testigos de un crimen que está «conectado» con el preludio al apocalipsis, hay una suerte de «glitch» en la viñeta o en el personaje que pasa a ser la víctima del crimen y que lo vincula de manera directa con una serie de asesinatos en masa.

Otro vínculo, el último, que encontré entre estas series es la absoluta falta de respeto por la vida humana, y en consecuencia la imprevisibilidad de la supervivencia a mediano o largo plazo de los personajes protagonistas, algo que por supuesto siempre es bienvenido en series de terror y suspenso, por supuesto.

Pero -como mencionaba al comienzo de la reseña- esta aventura está llevada adelante por el pulso de un puñado de personajes, que si no estaban conectados por un pasado común que comparten (tal el caso de Gabriel y sus colegas) lo estarán por los hechos que se van desarrollando en el presente, el año 2024. Ellison Lane, por ejemplo, está viajando con su reciente amiga Fausta para ponerse en contacto personalmente con su hermano de 15 años, el cual le dio claras evidencias de que se metió en algo realmente jodido gracias a indagar demasiado profundo en internet. Silk es una agente del F.B.I. que no responde necesariamente a las autoridades del Buró más famoso del cine y la TV, sino a una suerte de organización que logró infiltrar incluso la agencia federal de investigación de crímenes y tiene una agenda propia que podría o no estar involucrada con el devenir de este apocalipsis.

Finalmente tenemos a Ph34r, una preciosa mujer con un look muy alternativo y unos tatuajes crípticos que se pasea completamente desnuda la mayoría de las veces por varias páginas de cada número, a veces para espiar a algunos personajes principales y otras para llevar adelante osados crímenes sin demasiado esfuerzo, valiéndose siempre del recurso de utilizar su pantalla del celular para provocar ese «glitch» que mencioné en uno de los párrafos anteriores.

Me reservo el apartado final de la reseña para hablar de la faz gráfica de esta maravilla de serie que por el momento solo tiene cinco números en la calle. Los lápices y tintas corren por cuenta del español Fernando Blanco, quien demuestra una vez más el poderío y la presencia contundente que tiene la nueva ola de artistas españoles involucrados en el mainstream comiquero norteamericano. A este dibujante los lectores asiduos de DC seguro lo tienen ubicado ya que mínimo desde el 2013 viene trabajando de manera ininterrumpida, y pasó por series como Catwoman, Midnighter & Apollo, Universo Sandman: Lucifer, Phantom Stranger e incluso la celebrada Detective Comics de Batman. No voy a sorprender a nadie si opino que acá, en su primer trabajo creator owned, está dejando alma y vida. El nivel de expresividad que logró con los personajes es fantástico, casi tanto como el enorme trabajo que vemos en lo narrativo, para armar un esquema de páginas tradicional con una grilla por momentos bastante dura pero que jamás se sienta monótono. Al trabajar con dos tiempos distintos y un mismo grupo de personajes es importante tener muy presentes ciertos rasgos de cada uno de ellos, así como también el paso del tiempo y cómo se ve reflejado de manera distinta de todos ellos. Blanco le pone especial atención a cada uno de estos detalles, y el diseño de personajes que presenta es impecable, y denota un entusiasmo y un cariño enorme por la obra. Y por supuesto cuando la situación se pone tensa, dramática o escalofriante el dibujante no se queda atrás y encuentra la manera de transmitir de forma intensa cada momento picante.

De más está aclarar que el dibujo no tendría el mismo impacto si no fuera por los preciosos colores que aporta la genia de Jordie Bellaire, a quien desde hace años vengo aplaudiendo por su trabajo en comics como Pretty Deadly, The Manhattan Projects, Moon Knight, The Vision, Nowhere Men, la serie de Hawkeye de Matt Fraction y David Aja e incluso sus incursiones en Batman. Hay que tenerla muy clara para moverse en terrenos tan disímiles como los que se mueve Jordie, y salir siempre tan bien parada. No por nada carga con un par de nominaciones y un Eisner bajo el brazo.

W0rldtr33 no es un comic más del montón, es una experiencia visual transgresora que va a buscar descolocarte y hacerte sentir incómodo de distintas maneras. Para lograrlo cuenta con un equipo creativo del carajo que trabaja de manera muy aceitada para entregar mucha magia en cada número. Espero que esta reseña te haya convencido de que le des una oportunidad. ¡Feliz año, querido lector!

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