Al mirar hacia atrás, me parece cuanto menos peculiar que en casi una década de escribir regularmente esta sección, jamás le haya dedicado una entrada a nuestra querida Diana, la princesa embajadora de las Amazonas de DC Comics. Cuando el año pasado me enteré que gracias a la movida de Dawn of DC, Tom King iba a tomar las riendas de la serie regular de Wonder Woman luego del nº800, con un nuevo reinicio de la numeración que habilita el sexto volumen de este título, pude prever que quizás esta sería la oportunidad para -unos meses después- dedicarle una entrada.
Y no me equivoqué, Tom King lo hizo de nuevo.
Esta la tercera vez que le dedico una entrada a un título de este guionista en menos de tres años, y sí, cualquier otro se sentiría en la necesidad de tener que salir a explicar el por qué le resultan atractivos los proyectos de un autor que medio fandom detesta o como mínimo mira con recelo. Yo no. El fandom me resulta cada vez más infumable y sus opiniones lejos están de condicionar no solo mi lectura sino también mis elecciones en este lugar. Salvo que tengas un termo por cabeza no hace falta explicar el hecho de que Tom King es un escritor muy interesante y fresco al cual DC Comics le sigue ofreciendo la oportunidad de trabajar con distintos proyectos, algunos que involucran a personajes de primera línea como el que nos toca este mes y otros que forman parte del catálogo editorial de DC pero que tienen muy poca exposición (como pasó con Danger Street, una serie que también nos convocó en esta sección). ¿Estuvo siempre a la altura de los desafíos que la editorial le ofreció? No necesariamente pero… ¿quién sí?
Pero volvamos a Wonder Woman, nuestra querida Diana, ¿no? La fugitiva, la prófuga, la persona más peligrosa en este momento para el país del Norte, la más buscada y sobre la que recaen todos los esfuerzos del gobierno estadounidense para darle caza y captura, muerta o muerta. ¿Qué cosa…? ¿Y cómo llegamos a esto?
Lo primero que hay que señalar es que, aunque parezca mentira, parece que hay una mano editorial detrás de al menos una veintena de títulos de DC Comics. Posta, en serio, no me dejen de leer acá, no les estoy mintiendo. Hay algo remotamente parecido a un plan editorial a gran escala que abarca un montón de títulos, algo que se cocina a fuego lento y que comenzó a hervir llamativamente con el evento “Titans: Beast World”, en el cual, sin entrar en demasiados detalles para no spoilear algo que no necesariamente afecta de forma directa a la serie que vengo a reseñar, desde el gobierno norteamericano se levanta una suerte de acta que autoriza la persecución de los héroes enmascarados, y la misma se labra y anuncia a través de Amanda Waller, quien también tiene una participación en el nuevo volumen de la serie regular de Wonder Woman.
Sin embargo, los motivos por los cuales EEUU le declaró la guerra a Diana tienen una argumentación bastante fuerte que el guionista se encargó de desarrollar en un poderosísimo número inicial de 40 páginas. Allí, la Amazona Emelie, con una justificación de acoso muy endeble, termina con la vida de la totalidad de los hombres que transitaban por un bar random una noche cualquiera. Las dos mujeres que sobrevivieron a la masacre son los testigos más importantes que tendrán el gobierno, los medios y el resto de las amazonas para comenzar un entrecruzamiento de charlas, discusiones y debates que pondrán sobre el tapete, una vez más, la alarmante discriminación, la xenofobia y el racismo y/o un machismo subyacente que guarda gran parte de la sociedad norteamericana. Y esto podría haber sido el único eje sobre el cual comenzara a mover las fichas con las que va a jugar Tom King, pero carecería de la complejidad que se espera de un escritor de su altura. A través de los medios, algunos senadores y otros funcionarios públicos de este país comienzan a sembrar en la población un puñado de ideas que florecerán como enredaderas, y que formarán parte de la argumentación más fuerte que pone a las Amazonas en jaque. El ataque de Emelie que se llevó la vida de 19 civiles es considerado un ataque terrorista en suelo norteamericano, y si la respuesta sobre los motivos del mismo por parte de las Amazonas es vaga y evasiva, entonces tenemos un problema. Las Amazonas son una suerte de monarquía completamente alejada de las tradiciones estadounidenses, y como sociedad rechazan los valores y creencias de la democracia yanki, y desde ahí, son vistas como invitadas, en el mejor de los casos. Si una Amazona no está dispuesta a aceptar las normas de la casa que habita en calidad de invitada, y encima se manifiesta de manera violenta y hasta incluso se da el lujo de matar civiles norteamericanos y no responder por esas muertes, el problema solo parece escalar. Así es como, en sintonía con el dictamen de Amanda Waller en el evento del año pasado, el senado norteamericano establece una Ley que intima a cada Amazona a que abandone de inmediato el suelo norteamericano. Para ejecutar esta ley, el Sargento Steel lidera el grupo denominado Amazon Extradition Entity (A.X.E.), sigla que juega con la palabra “hacha” en inglés y expone los métodos casi fascistas que se van a utilizar para “convencer” al objetivo del cumplimiento de dicha ley.
En respuesta a tamaño operativo aparece Diana, la cual por supuesto no va a quedarse de brazos cruzados mientras es testigo de una caza de brujas literal contra aquellas mujeres que juró proteger, y tampoco le va a importar demasiado lo que la Reina Nubia tenga para decirle al respecto, o llegado el caso las objeciones que Yara Flor, Cassie Sandsmark o Donna Troy (las “Wonder Girls”), tengan sobre el accionar reactivo de nuestra heroína.
Con seis números ya en la calle, decido quedarme con el cuarto, un capítulo muy particular y especial en la vida de Diana, que puede servir como muestra para certificar que el guionista entiende perfectamente el personaje que está escribiendo. Aquí, en medio del que probablemente sea uno de los conflictos contra la sociedad humana más importantes en la historia de nuestra heroína, la princesa de las Amazonas decide cumplirle el deseo a un niño víctima de un cáncer terminal pero que se desvive por Wonder Woman y alcanza niveles de fanatismo por ella mayores que los de Kamala Khan por Carol Danvers y los Avengers. Un número emotivo hasta las lágrimas, con muy poco golpes bajos y un recorrido precioso por el alma generosa y sabia de nuestra protagonista, un comic esencial para comprender por qué el odio jamás es la respuesta y el amor va a triunfar por sobre todas las cosas.
La habilidad de Diana en el campo de batalla, la grandilocuencia de las escenas de acción de esta serie (que son muchas, y ocupan un puñado de las escenas más excitantes), la versatilidad de cada uno de los personajes, la complejidad de los fondos y las vistas panorámicas, la perfecta transición de las escalas cuando aparece un personaje como Giganta, la impactante narrativa que te mantiene al borde de la silla, todo esto es producto de la muñeca privilegiada del barcelonés Daniel Sampere. Gracias a sus lápices, Diana es sencillamente una de las mujeres más hermosas de DC, simple y sencillo, pero a su vez es una de las más poderosos y peligrosas. Sus rasgos filosos y su contextura musculosa anticipan un oponente peligroso e imponente con el cual no vale la pena meterse si no queremos terminar en un coma terminal. Pero cuando decide desplegar todo su carisma para conseguir sus objetivos, el autor nos permite a los lectores traspasar levemente por unos instantes la armadura y somos testigos del calor de un alma que solo busca hacer de este un mundo mejor.
Además, cada número viene con una historia suplementaria. En los dos primeros la misma servía como apoyo para asistir en primer plano a las consecuencias de la caza de brujas de las Amazonas, pero en los últimos cuatro, el guión de Tom King es acompañado por el trazo de la talentosa Belén Ortega, y entre ambos nos narran las aventuras que Trinity, la hija de Diana, vive junto a sus dos hermanos políticos: Damian Wayne y Jon Kent. Debo admitir que si bien las aventuras me resultan sosas, la interacción entre los tres me parece un acierto, y me acerca mucho al espíritu de la editorial, donde la mayoría de los personajes se tratan como si formaran parte de una gran familia.
Estoy convencido de que este nuevo capítulo en la historia de Wonder Woman no solo va a traer repercusiones importantísimas en el statu quo de DC, también se va a transformar en una de esas aventuras de Diana que termina por consolidar su lugar en el mundo y el por qué de la importancia de su misión, le pese a quien le pese.
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