En 1994 se empieza a publicar “Martha Washington goes to war” a través del recientemente fundado sello Legend, de la editorial Dark Horse, integrado por luminarias como Mike Mignola, Paul Chadwick, John Byrne, junto a Frank Miller y Dave Gibbons, entre otros. Precisamente estos dos últimos venían de colaborar exitosamente en la anterior mini-serie protagonizada por Martha Washington, “Give me Liberty”, y luego de un par de episodios especiales en las páginas de la mítica antología Dark Horse Presents, era el momento para continuar las historias de esta heroína en una nueva mini-serie de cinco episodios.
La nueva mini-serie retoma los personajes, planteos, y situaciones establecidos en las historias anteriores, y le da nuevos giros. De hecho lleva a la protagonista a pasarse de un extremo del espectro político, al opuesto, planteando claramente que muchas veces un bando u otro puede parecer bueno o malo, según desde qué lado del conflicto estemos parados. Las leyes son hechas por los poderosos, y lo legal, no siempre es justo. Quien tiene el poder, tiene la ley de su lado, y el mayor acceso a todos los recursos intelectuales, materiales, políticos, industriales, mediáticos y sociales. Cuando se llega a la cima del poder, el mayor objetivo,es mantenerse ahí, y no el bienestar general. Quien realiza obras por el bien general, representa un peligro para el poderoso, y eso es lo que se ve reflejado en la lucha entre PAX (el poderoso en cuestión, la más fuerte de las naciones en que se había dividido EEUU) y el mundo idílico que se escondía tras la zona radioactiva (quienes habían creado inventos que fueron apropiados por PAX, y reasignados para el combate).
El año es 2014, en el marco de la Segunda Guerra Civil Americana, y Martha, con 19, años de edad es considerada una combatiente legendaria, “uno de los secretos mejor guardados de PAX”, de acuerdo al general a cargo del bando rival, a quienes luego se une. Miller retrata a Martha como una suerte de guerrera razonable, que es leal a su bando en tanto se sienta realmente convencida de que está peleando del lado correcto. Un contraste bastante marcado con la forma en que se suele retratar a héroes más clásicos, que suelen ser mucho más chatos en ese sentido, con una idea de lo correcto o lo incorrecto que se reduce muchas veces a “si mi bando lo hace, es lo correcto”. Algo que vimos muy pocas veces puesto en duda en comics de superhéroes, y uno de los ejemplos que se me ocurre ahora podría ser la etapa “Green Lantern/Green Arrow” por Denny O’Neil y Neal Adams en las páginas de Green Lantern, cuando el héroe de izquierda convence al héroe de derecha de enfocar las cosas desde otro ángulo.
Algo notable de esta mini-serie fue el invalorable aporte del colorista Angus McKie, quien incorpora el coloreado por computadora, que por ese entonces era algo novedoso, introducido en la industria por la (por entonces) nueva y exitosa Image Comics. Sin duda, el color fue una de las áreas en la que Image más innovó, y gracias a Angus McKie, “Martha Washington goes to war” fue uno de los primeros comics de Dark Horse en incorporarlo.
Por otra parte, Dave Gibbons también se luce mucho eneésta mini-serie y la combinación entre él y Angus McKie, da como resultado algunas de las visuales más increíbles, como cuando Martha está llegando el núcleo de la zona radioactiva, o cuando ve la destrucción de Oklahoma.
“Martha Washington goes to war” está dedicada por el propio Miller con admiración y respeto a Ayn Rand y su obra “Atlas Shrugged”, la que -de acuerdo a los críticos y lectores más avezados que quien escribe (y quienes de hecho, leyeron Atlas Shrugged… yo no la leí)- sirvió de inspiración para este episodio de Martha Washington, que parece referenciar muchas otras obras además de la ya mencionada. Por mi parte, vi elementos que me recordaron a Judge Dredd, a los mutantes de Taarna (el episodio final de la película animada de Heavy Metal de 1981), a “Logan’s Run” en algunos aspectos, también.
En mi opinión, esta es una más que digna continuación de las historias de su protagonista, aunque muchos la consideran un producto marcadamente inferior, por el hecho de contener mayor cantidad de elementos futuristas y ficticios que su antecesora. No hay que olvidar que la saga de Martha Washington, además de servir como sátira/comentario/crítica política, es esencialmente una obra de ciencia-ficción, con todos los elementos que definen al género, y a lo largo de cada miniserie y cada one-shot, Miller y Gibbons incursionan en cada tópico y subgénero de la misma. Desde la aparición de forma orgánica de todo tipo de tecnología futurista, al cyberpunk y la space opera, según la necesidad de la historia que se va desarrollando. Si bien es cierto que Miller se mete más de lleno en el entretejido de los conflictos políticos en “Give me Liberty”, en parte eso se entiende porque en aquella primera obra debía establecer las bases de estos EEUU distópicos, y el rol de sus protagonistas.
En esta continuación, tiene la libertad de continuar la historia de los personajes en un mundo ya perfectamente delimitado, lo que le deja espacio para explorar y jugar con otros elementos. La historia, al menos en esta mini-serie, no pierde calidad, sino que se abre temáticamente para poder llevar al personaje en cualquier dirección que sus autores deseen. Claro, eso dio paso a lo que vino después, que fue el especial “Martha Washington stranded in space”, pero no es sobre eso este artículo.
De cualquier forma, “Martha Washington goes to war” es una de esas obras que suele impactar mucho, ya sea que logres identificar o no sus referencias culturales, o que no te parezca tan buena como “Give me Liberty” (la cual, lamentablemente, es lectura obligada antes de ésta). Sin dudas tiene los suficientes elementos para despertar el interés de cualquier lector que busque una buena historia, buen dibujo, un trasfondo político, ciencia-ficción, y visuales increíbles.
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