En 1991 empezaron a aparecer en las páginas de la revista Dark Horse Presents las 13 partes de lo que se conoce hoy en día como la primera historia de una larga serie de miniseries creadas por Frank Miller y publicadas bajo el tÌtulo de «Sin City».
Posteriormente reimpresos y publicados como novela gráfica bajo el título «The Hard Goodbye», estos primeros episodios, este primer acercamiento a la ciudad del pecado, nos narra la historia de Marv, un hombre de proporciones enormes y la cara llena de cicatrices, cuyo pasado es apenas insinuado. Sabemos que tiene una oficial de libertad condicional, por lo que probablemente haya estado preso. También sabemos que sufre algún tipo de enfermedad mental no especificada, para las que Lucille (la oficial de libertad condicional), le provee los mediciamentos necesarios para tratarla. Pero no se nos dan muchos más detalles antes de pasar directo al hecho que dispara toda la acción que sigue al poco tiempo de conocerlo.
Marv se despierta en medio de un charco de sangre perteneciente a una mujer que conoció en un bar, muerta violentamente, y por cuya muerte es incriminado. Sin memorias de lo ocurrido, pero con la seguridad de que realmente no pudo haberla matado él, sale enfurecido a buscar a los verdaderos asesinos, a la vez que es perseguido por la policía bajo las órdenes de la familia Roark, la más poderosa de la ciudad. Todo el conflicto desemboca en un reguero de sangre, y destapa hechos de corrupción y conspirativos que involucran a los privilegiados e influyentes miembros de la elite de Sin City.
La historia de Marv se relata mayormente «The Hard Goodbye», episodio fundamental dentro de la cronología, ya que toca a la gran mayoría de los personajes que serán importantes en el mundo urbano y oscuro de Sin City y protagonizan varias de las historias que seguirían. En los años posteriores a «The Hard Goodbye», Miller expandió componen el universo de Sin City, con varios arcos argumentales más, como «The Big Fat Kill», «That Yellow Bastard» o «A Dame to Kill For», entre otras. Varios de los personajes, incluído el mismo Marv, aparecen en varias de las historias, las cuales se entrecruzan y van armando una cronología diferente al momento de publicación, en las que vemos los mismos hechos desde los puntos de vista de distintos protagonistas, como el Detective Hartigan o Dwight McCarthy.
Cabe aclarar que «Sin City» es el nombre coloquial de Basin City, la ciudad donde transcurren todas esas historias de crimen, corrupción, prostitución, y engaños, presentadas bajo un fuerte clima de crime noir bien clásico, combinado con sensibilidades y necesidades afines a su época de publicación, y el uso de técnicas narrativas muy inusuales en el comic estadounidense.
La ambientación sórdida está acentuada dramáticamente por el uso casi exclusivo de blancos y negros plenos, complementados ocasionalmente con el uso de algún color particular para acentuar a algún objeto o personaje, como cuando en «That Yellow Bastard» nos muestran al personaje referido en el título, resaltado con un color amarillo plano. Esto le da un impacto visual único a esta obra de Miller, aporta muchísimo a la atmósfera que define las historias, y se siente como un elemento indispensable de las mismas.
Miller echa mano a los arquetipos clásicos del género, pero se toma la libertad de reinterpretarlos y darles otros matices, para alejarse (en contraste con el aspecto visual) de la moral blanco y negro de los «buenos» contra los malos». Así, Sin City está poblada de personajes que tanto pueden hacer el «bien» como el «mal». Quizás la línea divisoria que define la resolución de los conflictos sea la que separa a los que «ganan», y a los que «pierden», aunque a veces no queda del todo claro ese resultado.
En Sin City hay criminales con principios, políticos, sacerdotes, y policías corruptos, prostitutas armadas hasta los dientes, mercenarios, ninjas, y algún que otro psicópata, tanto entre criminales como entre policías, que en muchos casos son tan criminales como los marginales a los que se enfrentan. Todos esos personajes contribuyen a un mundo donde es imposible escapar del clima desesperanzador y opresivo que domina y dirige las historias de cada uno de ellos.
No puedo dejar de hacer mención, antes de terminar, de los increíbles diseños de cada personaje, que sin dejar de encajar a la perfección en este tipo de mundo, son a la vez, muy variados, distintivos, y pintorescos. Especial atención merecen los policÌas (muchos armados como SWATs) y las prostitutas (que abarcan practicamente todos los fetiches posibles), entre los que se destacan Manute, Miho, Gail, Dallas, y varios más.
Aunque hoy en día estamos acostumbrados a historias presentadas con esos climas y tonos (e incluso resulta común esperar que el mismo Frank Miller aborde a sus obras desde esos ángulos), es justo decir que Sin City tiene la distinción de haber sido una obra que se dio el lujo de ser mainstream y artística al mismo tiempo. Sin dudas fue una obra que -en una época donde parecía que el 90% estaba abocado a intentar superar a los demás haciendo más de lo mismo- propuso una dirección creativa muy distinta a la del mainstream de entonces. De alguna manera, Sin City le permitió a Miller conquistar terrenos (y premios) en una época en la que el pan de cada día eran los mutantes con partes cibernéticas y ojos biónicos, y las heroínas tetonas, sin costillas, y piernas kilométricas.
Las historias de Sin City fueron recopiladas varias veces, en distintas ediciones. Hasta hay un slipcase que trae siete volúmenes con todo lo más destacado, e incluso un omnibus muy imponente y pesado, de tapa dura, y que recopila prácticamente todo. Como sea, vale la pena conseguir alguna edición, y leerla. Es lejos, de las mejores cosas que se publicaron en los ´90 por fuera de las «Big Two», y posiblemente también una de las mejores obras de Frank Miller. En mi opinión, muy recomendable.
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