A principios de la década del ´70, y en medio de un clima de descontento con la forma en que sentía que era tratado en Marvel, Jack Kirby decide irse la Casa de las ideas, para probar suerte en DC, creando a sus propios personajes e historias, que estarían mayormente bajo su propia supervisión. Kirby sería no sólo escritor y dibujante, sino también editor de las mismas. Una de sus creaciones más interesantes (fuera del Cuarto Mundo, del que soy fan enloquecido), fue The Demon, co-protagonizada por el demonólogo Jason Blood, y su alter ego, el demonio Etrigan, a quien se refiere puntualmente el título del comic.
Kirby hizo tan sólo 16 números de The Demon, en los que creó montones de personajes, escenarios, historias, e hizo gala de la creatividad desbordante que siempre lo caracterizó, que en su paso por DC en los ´70, parecía más explosiva que nunca. Si bien sus creaciones más importantes fueron las que realizó en Marvel durante los `60s, en mi caso soy muy fan de su producción durante la Bronze Age. Terminada la seminal etapa de Kirby en DC, Etrigan tuvo apariciones esporádicas, y participaciones en títulos varios: especialmente recordado es su rol en el clímax de la saga American Gothic, en Swamp Thing, donde Alan Moore le otorgó esa cualidad de hablar en rimas, luego continuada por todos los que escribieron a Etrigan posteriormente. Fue recién a fines de los ´80 cuando DC decide darle una nueva oportunidad al querido demonio al frente de una miniserie de cuatro números, escrita y dibujada por el premiadísimo Matt Wagner, y poco después de la misma, ya en 1990, tendría su propio título de salida regular.
El tercer volumen de The Demon fue una de las series más divertidas que ofrecía DC a principios de los ´90s. Estaba a cargo de Alan Grant en los guiones, y formaba parte del pequeño “Grant-verse” junto con Lobo, durante los primeros 39 números, en los que contó principalmente con la colaboración del dibujante Val Semeiks (quien también acompañó a Alan Grant en “Lobo”).
The Demon retoma la historia de Jason Blood y su alter ego, el demonio Etrigan, desde donde quedó tras la miniserie realizada por Matt Wagner, uno o dos años antes. Ambos siguen buscando desesperadamente la forma de romper el hechizo de Merlín y separarse para continuar cada uno su propio camino.Además, Wagner introduce en su mini-serie varios elementos sobre los orígenes de Etrigan, que pasan a ser parte del canon continuado por Alan Grant, como la identidad de su padre, y la verdadera naturaleza de su relación con Merlin.
Alan Grant aborda al personaje de una forma muy distinta a como lo hicieron Kirby y Wagner en sus respectivos trabajos. Si el Etrigan de Kirby era leal y noble, y el de Wagner era oscuro e impredecible, el de Grant resulta ser mentiroso, sarcástico, y se deleita en su naturaleza de demonio: disfruta muchisimo dando rienda suelta a su maldad. Es un demonio nativo del Infierno, y le encanta serlo. Grant aprovecha entonces ese enfoque para meter mucho humor y grandes dosis de violencia desenfrenada, muy al estilo de lo que ya venía haciendo con Lobo, aunque sinceramente, lo que hace en Demon en lo personal me gusta más, ya que parece tener una dirección mucho más clara.
Dentro de toda la locura de peleas con viejos enemigos (como Howler o Klarion), y los enfrentamientos en el infierno, y los frecuentes encontronazos con Lobo (quien juega un rol grande en un par de arcos importantes), Alan Grant se toma el trabajo de continuar desarrollando la relación entre ambos alter egos, las relaciones de Etrigan con sus aliados, y sus padres, y las relaciones de Jason Blood con sus amigos, que son los mismos que vienen desde la época de Kirby, y continuaron siendo parte de la vida del personaje, aún en ésta serie. Incluso hasta vuelve a incluir como parte del cast ocasional (al comienzo, y luego pasaría tener un rol más extenso en un arco), a un personaje que creó en una historia de tres partes en Detective Comics, en los que Batman hacía team-up con Etrigan para enfrentar a un “tulpa”, un homúnculo creado por la mente de un loco (precisamente, el mismo loco que vuelve a aparecer en The Demon, encerrado en Arkham Asylum).
La etapa de Alan Grant tiene varios arcos, algunos largos, como el primero que abarca los primeros ocho números, y otros más cortos como el titulado “Political Asylum”, una locura en la que Etrigan se postula para Presidente de EEUU, en la que Grant se da el gusto de satirizar a la politica estadounidense.
Tras la partida de Alan Grant, toma las riendas de la serie Garth Ennis, que se queda hasta el último número, el 58. El nuevo dibujante pasa a ser John McCrea, frecuente colaborador de Ennis, junto a quien también haría “Hitman”. Así como Grant tenía su pequeño universo compuesto por las series de Etrigan y Lobo (y un poco Batman, también escrito por Grant en esa época, al ser el principal héroe de Gotham City, donde también vive Jason Blood), Ennis hizo lo mismo con Etrigan y su creación, Tommy Monaghan, el protagonista del comic “Hitman”.
Hitman es presentado por primera vez en el segundo Annual de The Demon, parte de la saga Bloodlines (en mi opinión, el único episodio realmente bueno de la misma), y Garth Ennis lo usa mucho en las historias de Etrigan, hasta convertirlo en un personaje secundario con mucha presencia en el título. Ennis retomó varios de los subplots irresueltos que dejó su antecesor, (aunque siempre dejando sin resolver el tema de la separación entre las dos personas Jason Blood/Etrigan), y culminó su etapa con una guerra épica entre ángeles y demonios en los últimos números de la serie.
Ambas etapas, tanto la más larga por Alan Grant, como la más corta por Garth Ennis, son muy buenas, a pesar de ser bastante distintas. Alan Grant echaba mano de un humor enloquecido, que en la etapa de Ennis se hace a un lado a favor de historias mucho más oscuras, acentuadas por el arte de McCrea, que se presta perfectamente para el tipo de historias que contaba Ennis.
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