La Image de los primeros años (digamos, de los primeros tres años) era muy distinta a la que conocemos hoy en día. De hecho, al día de hoy, mucha gente sigue asociando el nombre “Image” con la imagen dejada por los primeros personajes y obras de sus fundadores, que nada tenían que ver con lo que la editorial ofrece hoy en día. Tenían claro que apuntaban a que cada creador retuviera los derechos sobre sus creaciones y que hiciera lo que desee con su personaje/serie, pero no fue sino hasta mediados de la década cuando comenzaron propiamente a meterse de a poco, a publicar comic de autor.
Entre los títulos que entonces salieron bajo el sello de dicha editorial, y que yo recuerdo con cariño, no sin reconocer que en un principio me resultó un poco difícil de leer, por el fuerte contenido psicológico de su trama y lo extraño de su arte, estaba “The Maxx”, de Sam Kieth, creador y artista de la obra, y el guionista William Messner-Loebs.
The Maxx nos presenta a dos personajes principales, Julie Winters y “The Maxx”, en realidad un vagabundo al que ella cuida (ella es una suerte de “trabajadora social”, aunque sin título) cuya identidad es revelada en números posteriores.
Las historias de Julie y Maxx, transcurren alternativamente entre dos realidades diferentes: el mundo real y el “Outback”, un mundo surgido del subconsciente de Julie como consecuencia de una experiencia que la marcó fuertemente, y al que ambos pueden acceder, donde ella es una “Jungle Queen”, y Maxx su protector y animal totémico. Todo esto se entremezcla con los problemas que ambos personajes tienen en la vida real, la forma en que la perciben, y sus luchas tanto internas (respecto a sus traumas personales), y externas (con respecto a cómo se relacionan con los demás personajes y la sociedad), y contrastado con escenas de acción dinámicas, diálogos bien escritos, y algunos de los “one-liners” más divertidos que leí en comics.
Otros personajes importantes son Sarah y Mr. Gone, quienes en principio parecen cumplir roles secundarios, cuya relación con Julie y Maxx es explicada, y con ello, los orígenes y razones de lo que les pasa a cada uno, en números avanzados en los que se invierte el protagonismo. De hecho, Julie queda relegada a un segundo plano, y el foco principal de la serie pasa a centrarse en Sarah y su relación con Mr. Gone.
El cambio de protagonista tiene mucho sentido dentro del contexto, ya que por un lado les permite a los autores explorar un costado de la historia que ayuda a complementar lo mostrado durante la etapa anterior, y por otro lado ayuda a separar dos etapas distintas del comic, pero interconectadas por temas en común. La resolución a la que se llega en el final del último número no habría sido posible sin ese cambio de protagonista.
“The Maxx” es una serie muy atípica, en la que sus autores, William Messner-Loebs (a quien mi generación tuvo el placer de conocer en las “Flushman” de Perfil) y Sam Kieth, profundizan mucho en la psicología de sus personajes, como si fuera un estudio a fondo de un grupo de pacientes, ubicados en un entorno que oscila entre lo urbano, lo heroico, lo mundano, y lo fantástico, todo ello acentuado con cambios de estilos artísticos acordes con el estado de ánimo de los personajes o la historia, en un determinado momento.
Es un comic que no se lee fácil, ya que no es una lectura lineal y simplista, si no que exige cierto esfuerzo de sus lectores, un poco de análisis para ir siguiendo el hilo de las historias de los personajes, sus orígenes, sus traumas, y las formas en que se relacionan; por los cambios de ritmos y tonos (acordes con el desarrollo de la historia, y bien utilizados), especialmente tras el cambio de roles protagónicos. A veces se necesita armarse un poco de paciencia y seguir leyendo, ya que al final, dicha paciencia es más que recompensada con uno de los finales más lindos y emotivos que haya leído en un comic.
Les recomiendo muchísimo ésta serie a todos lo que todavía no se hayan animado a acercársele. El arte de Kieth no es para nada convencional, y a muchos lectores acostumbrados a estilos más clásicos los suele repeler, pero va creciendo el gusto por el mismo a medida que se avanza en la lectura y se va encariñando con los personajes y el entorno. Además, resulta muy difícil imaginarse una historia de éstas características dibujada de una forma distinta a la de Kieth, y pensar que aun así pueda funcionar. Sinceramente pienso que es un estilo artístico que complementa maravillosamente bien éste tipo de historias. Vale la pena darle una oportunidad, créanme.
“The Maxx” se publicó desde 1993 hasta 1998, con varios retrasos que hicieron que su tiempo de publicación se extendiera más de lo necesario para una serie de tan solo 35 números, y tres especiales (Friends of The Maxx nºs 1, 2, y 3). Se encuentra recopilada en seis TPBs, y más recientemente se publicó una versión remasterizada a través de IDW, re-titulada “The Maxx Maximized”, que fue recopilada en siete TPBs y que actualmente tiene edición argentina a través de Ivrea.
5 comentarios