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NOTAS

The Crow + Secrets of the Legion of Super-Heroes

Dos miniseries de la inolvidable década de los ´80, una bien del principio y la otra tan del final que va a marcar a fuego la década de los ´90.
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Viernes 14 de noviembre, 2025

Bienvenidos a la sección que se pasea por la prolífica y asombrosa década de los ‘80 para desempolvar las joyas de una inmensa corona o descubrir los bofes más recalcitrantes que se produjeron en el mercado de los superhéroes yankis. En estas expediciones cuasi-arqueológicas indagamos en revistas, libros o el formato que fuere, publicados entre Enero de 1980 y Diciembre de 1989, para ver quiénes brindaron su arte y cómo se desarrollaban las aventuras en ese período.

Análisis 1-

  • Título: The Crow
  • Editorial: Caliber Press
  • Formato: Mini-serie mensual
  • Período: Febrero a Mayo de 1989
  • Autor: James O’Barr

Antes de meternos de lleno en esta miniserie, cabe aclarar que la primera aparición de este personaje es una contratapa de Barr para la revista Deadworld nº10 (Noviembre de 1988) donde podemos ver al mimo-emo con una escopeta humeante en una mano y una espada samurai en la otra. El aviso anuncia la próxima aparición de este noventoso personaje en las páginas de la antología de la editorial, Caliber Presents nº1: “Para algunas cosas… no hay perdón”, reza el texto y dicen que The Crow aparece en Febrero del ’89. En Enero de ese último año de la década, aparece la susodicha antología y The Crow presenta una precuela de ocho paginitas llamada "Inertia" más la contratapa con una caripela del Cuervo.

Ahora sí, entre Febrero y Mayo del ’89 aparece la miniserie de cuatro episodios (titulados "Pain", "Fear", "Irony" y "Despair"), que junto a la historia anterior arman un arco de venganza y muerte muy poética, con un estilo de dibujo barroco, mezcla de Bernie Wrightson y Vaugh Bodé, como un Kelley Jones pasado por Crumb, absolutamente novedoso y extraño, hipnótico y al mismo tiempo con falencias en la anatomía que parecen de fanzinero. The Crow parece una mezcla del Sandman de Gaiman con el Joker, con una onda The Cure y un toque de esa violencia que desatara Rorschach y pudriera los ‘90. En su primer episodio boletea a Tin-Tin, uno de los pandilleros que asesinó a su novia… y a él, claro. En el 2, con un approach más ninja, más Elektra de Frank Miller, se carga a Tom-Tom y a Top-Dollar; luego es el turno de Fun Boy con sobredosis incluida, y en Despair, vemos cómo T-Bird y su grupete mataron a Eric y a su novia Shelley. Con poesías de Rimbaud se justifica que el tipo no se va a dejar morir hasta que no vengue a su amada.

La otra aparición de este personaje en los ‘80 es en las páginas de la antología A Caliber Christmas (Diciembre de 1989), donde Eric recuerda tiempos más felices cuando él y su novia estaban vivos; en el TPB, esta “Atmosphere” va entre los episodios 2 y 3, pero con un dibujo más suelto, más postal navideña oscura, más boceto y muy poco argumento. En definitiva, The Crow no es de lo mejorcito de los ‘80, pero quizás esto es solamente la semilla de lo que logrará en la próxima década.

Análisis 2-

  • Título: Secrets of the Legion of Super-Heroes
  • Editorial: DC Comics
  • Formato: Mini-serie mensual
  • Período: Enero a Marzo de 1981
  • Autores: E. Nelson Bridwell, Paul Kupperberg, Jim Janes y Frank Chiaramonte.

Para los amantes de la Legion hay tanto para disfrutar en los ‘80 que es difícil seleccionar el material. En una entrega anterior hablamos de René Brande y su origen como durlano. Bueno, eso salió de esta miniserie destinada a sacudir al grupo de jóvenes del futuro. Bridwell y Kupperberg rellenan muchas páginas con los orígenes de todos los legionarios activos y hasta los sustitutos, los muertos y los reservistas, más de 35 orígenes (incluso recuentan el por qué Brande arma el equipo y los momentos más importantes del grupo), en búsqueda de quién es el hijo del fundador de la Legion, porque Brande está enfermo y sólo su vástago puede salvarlo.

En el último número (Revelation!) se dejan de joder: Saturn Girl le lee la mente y nos enteramos de que R.J. es en realidad un escapado del planeta Durla que, afectado por un virus, perdió la capacidad de cambiar de formas. Chamaleon Boy es su hijo y lo salva. De esta historia medio pedorra, medio reveladora de un gran secreto innecesario, es que va a agarrarse Keith Giffen para convertir a Brande en el durlano de L.E.G.I.O.N., con el salto en el tiempo que explicamos en pasadas entregas de esta sección. Para la época debió ser algo tremendo y cuasi-revolucionario, pero leído hoy es flojo, hasta pavo. Los diálogos son simplones, los dibujos de Janes mediocres y en la faz gráfica sólo se puede destacar las portadas de Dick Giordano.

Cabe aclarar que paralelamente a esto, Janes y Chiaramonte realizaban el título mensual de la Legion, con guiones de Gerry Conway, que no eran ninguna maravilla. Faltan unos meses para que empiece la gran era de Levitz y Giffen. Es un milagro que esta miniserie no haya sido barrida bajo la alfombra como un delirio de dos ramplones como Bridwell o Kupperberg.