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NOTAS

Entrevista a Lautaro Ortiz (parte 1)

La actual etapa de la revista Fierro cumplió 10 años de publicación ininterrumpida y lo celebramos entrevistando a su jefe de redacción.
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Miércoles 14 de diciembre, 2016

La actual etapa de la revista Fierro, publicada por Página/12, cumplió en Noviiembre 10 años de publicación ininterrumpida, superando ampliamente a la etapa clásica. Para celebrarlo, entrevistamos a su jefe de redacción, Lautaro Ortiz, periodista, poeta y a veces guionista de historietas.

Javier Hildebrandt: Me gustaría empezar preguntándote cómo llegás al ámbito de la historieta. Antes de la aparición de Fierro no había visto participaciones tuyas en otras publicaciones. Creo que solo en la revista Lezama

Lautaro Ortiz: Aprovecho tu pregunta como atajo para hablar de otras cuestiones que me resultan más interesantes que el somero inventario de laburos. Y me escapo de tu pregunta porque considero que hay en la historieta y en otras artes en estos tiempos cambiantes, cierto personalismo que no contribuye más que a darle de comer al ego. Si me disculpan, yo no me siento en esa mesa. Porque ese personalismo, supongo, no ha contribuido a fortalecer a la historieta como arte.

Quiero decir, que alguien tenga más fotos de su caripela que páginas escritas o dibujadas es un alerta que tenemos que escuchar. Y parto de esta idea del personalismo excesivo para hablar, si querés, de lo que a mí me interesa leer en ella. El personalismo nos ha llevado a que por ejemplo, se crea que la historieta es una fiesta privada. La historieta debe ser hecha por todos, podríamos decir junto a Bretón, es decir ¿qué importa de dónde llega uno? Lo que importa es qué anda buscando y cómo esa búsqueda queda plasmada. Aplaudo a aquellos autores que encontraron lo que buscaban. En este sentido, quiero decirte que me interesa más cuando el relato historietísitico se acerca más a cierta mirada humana, cierto reflejo del comportamiento humano, que a los fuegos de artificio narrativos, al chiste por el chiste, a lo ingenioso del asunto, a la demostración constante de “miren lo que yo puedo hacer”. No me interesa eso como lector, porque por sobre todas las cosas uno es lector de historieta aunque la vida lo haya puesto (por casualidades) de un lado y otro del escritorio.

Claro que en Fierro esa actitud personalista se filtró, uno no puede torcer ciertos caminos, pero sí advertirlos. Si estamos de acuerdo que El Eternauta es la Biblia, entonces tendríamos que volver siempre a él para repensar la historieta, para quebrarla y volverla a hacer. La profundidad humana que nos regalan Oesterheld y Solano no la tenemos que olvidar. El Eternauta, entre otras cosas, es una historia de amor (el amor entendido en todas sus violencias posibles) no sólo de amor al prójimo, a la humanidad, sino a uno mismo, el amor a la escritura y el dibujo, el hombre escribiendo y dibujando, interrumpiéndose, ese encuentro mágico de dos que se ponen a contar. La muerte de Polsky, los motivos de su muerte, su desesperación, su brevísima tragedia, creo es un punto que no hay que perder de vista. Esa tragedia humana es para mí central; cuando no hay tragedia, todo es pura anécdota. En mi humilde laburo (con Soto, Tunica, El Tomi, Nine, Minaverry) siempre he buscado eso, y quizá en estos tiempos eso no sea historieta y por eso dicen que mis laburos no tienen registro historietístico. Está bien, no lo tienen, lo otro no me interesa. Volviendo a tu pregunta, te digo que sólo lo que importa es lo que uno ha hecho. Juan [Sasturain] puso en funcionamiento un espacio de creación y se lo dejó a los autores (porque Fierro es un revista de conjunto autoral). Lo único que vale es eso, el laburo.

JH: Me parece que das a entender que existe una suerte de endogamia entre autores, lectores (y autores-lectores), como si la historieta se hablase cada vez más a sí misma. ¿Esa es la idea? ¿Eso es, un poco, con lo que quisieras romper en la Fierro?

LO: No, no quiero decir eso. Que la historieta hable sobre sobre sí misma ha sido siempre un recurso que me interesa mucho, la historieta explorándose a sí misma. Lo del personalismo lo menciono porque me parece que ese factor a veces hace perder la brújula. Lo que importa es la obra, y no si es más conocido un autor, no me interesa a mí el autor, sino lo que hace. El personalismo quizá es un factor a tener en cuenta también a la hora de analizar qué provocó entre estos tiempos y aquellos famosos dorados, que el lector pasara de enumerar personajes a enumerar autores. Ese salto, donde el autor se ha convertido en personaje, ¿habla de una carencia o de un cambio de referencia? Hablo de la relación autor y obra, eso es para pensar. Quizá eso haya hecho que por ejemplo las duplas de trabajo no sean tantas como antes. Un guionista no te asegura una gran obra, pero tampoco prescindir del guionista te asegura el éxito. La historieta es de dos, es el resultado de esa tensión entre palabra y dibujo. Después, claro, te encontrás tipos como Pratt que son dos o tres tipos en uno. Pero eso no siempre pasa.

JH: ¿Cómo te ponés en contacto con Sasturain y cómo se da que te conviertas en jefe de redacción de la revista?

LO: Fue a raíz del laburo, como siempre, el laburo trae más laburo. A Juan, creo, le gustó mi manera de escribir y llevar adelante algunos proyectos en los que participé. Un día vino y dijo quiero que laburemos juntos, y claro, le dije que sí.

 JH: ¿Qué autores de esta etapa actual te sorprendieron, y qué autores que admirabas de antes te diste el gusto de publicar?

LO: No voy a dar nombres, me parece injusto. Creo, sin embargo, que en estos 10 años, tuve la suerte de ver cómo algunos crecieron a partir de la continuidad de un espacio de creación, cómo encontraron lo que buscaban, dijeron lo que querían decir. Uno aprende al ser testigo de eso. Nunca olvidemos que Fierro es un espacio de creación (no una mera plataforma), si lo olvidamos, abrimos las puertas a otro tipo de exigencias. A Fierro se le pide más de lo que es, porque una revista de creación. Es, en primer lugar, incómoda. Estamos en tiempos donde todas las revistas ponen su peso en lo comunicacional, en la coyuntura, en un registro simple, informativo, apoyadas en la tiranía del diseño (aunque algunos se enojen con esto que digo).

Y sobre este punto creo que habría que volver a pensar la manera ¿crítica? con que se analiza el fenómeno de Fierro.  No hubo una crítica en serio de la revista en su totalidad. Nunca hubo una reflexión profunda de este fenómeno, que yo llamo una anomalía (en comparación a lo que se publica), por varias razones. Todo lo que leo son datos, datos y datos. ¿Por qué nadie se puso a pensar por qué Fierro apareció en 2006 más allá de los datos sociales, políticos y económicos del país de entonces? ¿Por qué volvió a aparecer una revista de creación y aún sigue? Tiro una punta. Creo que tiene que ver con cierta ganancia de ese concepto tan difuso que es el Diseño que, apoyado en el monstruo que desató Internet, se masificó a partir del uso y abuso de las imágenes. El diseño manda, define espacios, hasta, aseguran muchos, crea identidad. ¿Qué es eso? En este contexto la historieta fue funcional a ese proceso, es decir, ya no se puede sólo analizar el fenómeno desde el punto de vista de la data comercial, ni del arte en sí mismo, la historieta se miró más porque es funcional a la tiranía del diseño. Es servil, y es fácil de digerir. Y entonces ahí surge un problema serio para este arte.

Es notable que no haya fuera de Fierro un espacio donde la historieta sea respetada como arte completo, donde no sea un recurso utilitario. La historieta viste a los medios, les pone traje de etiqueta. Tiene a favor de la pintura, por ejemplo, no complicar la impresión, en ese sentido es más barata. Uno a veces se pregunta  ¿Por qué otras formas del arte no ocupan espacio en los medios como sí la historieta y su lateralidades como la ilustración? ¿Es el hecho artístico en sí lo que le interesa al medio? No, sólo está porque le sirve. Fierro en ese punto es casi una revista sin diseño, el diseño -esa lógica perversa que todo tiene que estar en un orden de manual (el eje, los blancos, el equilibrio, etc.)- no entró en la estructura de la revista. Las tipografías, la gran marca del diseño, no son las mismas en todas las historietas, nadie respeta esa regla (jamás nos importó). Incluso, si mirás, hasta el logo (tipográfico) lo rompimos, lo intervenimos, lo dejamos ir y venir, mostramos la fragilidad del diseño. El diseño no manda, sólo el arte. La huella del diseño se puede encontrar dentro de la misma historieta, la historieta en estos años transformó y dio real vida a lo que llaman diseño, le dio arte en serio. Los autores que pasaron por Fierro encontraron cosas novedosas en esas líneas, hay que saber mirar solamente. Fierro, entre otras cosas, aportó esa ruptura de la lógica establecida. Quiero decir, podemos conversar y analizar las cosas, pero si lo hacemos rompamos un poco los esquemas y no digamos siempre lo mismo.

Fierro es un buen ejemplo para analizar desde otras perspectivas, por eso insisto con eso de ser una publicación anómala en la actualidad. Hablar desde la facilidad siempre resulta conveniente. Yo voy a ser el primero en aplaudir cuando lea o escuche una crítica inteligente. Si no, todo es paja, un círculo insoportable. ¿Nadie se preguntó por qué las grandes figuras de la historieta, en un momento o casi siempre, renegaron del medio? ¿Por qué? Habría que analizar también eso. Más que de dónde llegan, por qué huyen ¿no?

 JH: ¿Por qué pensás que no ha surgido ninguna propuesta parecida, con el respaldo de algún medio masivo o una editorial grande (una «competencia directa», para decirlo en pocas palabras)?

LO: No lo sé.

(el mes que viene, la segunda parte)