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NOTAS

Tokyo Ghost

Con sólo seis números publicados, esta serie ya es un referencia obligada para los fans de la ciencia-ficción.
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Miércoles 10 de febrero, 2016

En la mejor tradición de aquellas historias épicas de ciencia-ficción de la gloriosa 2000 A.D., de las cuales la más popular terminó siendo Judge Dredd por sus adaptaciones cinematográficas, Rick Remender y Sean Gordon Murphy se aventuran a abrir un nuevo capítulo en la historia de este género con una propuesta austera en su concepción y desarrollo pero brillantemente orquestada gracias a una narrativa agraciada producto del despegue de un artista que venía pidiendo pista hace rato y encuentra en esta serie su aeropuerto preferencial.

Tokyo Ghost es una historia romántica, y así la describen sus autores, pero también es una denuncia, una advertencia: la tecnología nos va a quemar la cabeza a todos, tarde o temprano. El futuro en el que se desarrolla esta aventura es el 2089, pero esos 70 años que nos separan no parecen tan lejanos teniendo en cuenta el avance tecnológico del que fuimos testigos en este nuevo siglo. La mayor problemática a la que se enfrenta la sociedad en esos tiempos es la dependencia tecnológica, la cual se ha transformado en una droga, y no solo se encarga de proveer de comodidad, comunicación y entretenimiento como lo hace hoy, sino también de ofrecer un marco virtual en el cual uno pueda perderse e inclusive desarrollar su existencia dentro del mismo. Un tópico remanido del que se viene nutriendo el género desde el clásico Neuromancer de William Gibson hasta el actual Ready Player One de Ernest Cline, con la salvedad de que en este caso los personajes protagonistas son antagónicos en cuanto a la dependencia que tienen de la tecnología.

La pareja protagonista está conformada por Debbie Decay y Led Dent, dos cazarrecompensas muy efectivos y llamativos que cuentan con habilidades de sobra para hacerse cargo de la captura de personajes realmente jodidos. Debbie es una hippie en este marco, una mujer atractiva y soñadora que tiene una férrea cruzada en contra del uso de la tecnología, y en un mundo como el que habita eso la deja completamente de lado de la sociedad, es una outsider con todas las de la ley. Su única ancla, lo que la mantiene enfocada en su cruzada es el amor de toda su vida, Led, un ropero de más de dos metros de altura y la espalda de Sly Stallone duplicada, que va por la vida vestido con un atuendo que es un mix entre la vestimenta de un jugador de fútbol americano y un Power Ranger, y no conforme con eso monta una bestialidad de moto que deja las vistas en Akira como unas zanellas 125. El porte amenazante de Led va de la mano con su personalidad, la cual ha sido casi completamente suprimida y absorbida por la web, y vive sus días en un estado casi comatoso en el cual su capacidad de atención para con la vida real se cuenta en gotas dado que pasa todo el tiempo conectado a la red en busca de programas y videos que lo entretengan. El “mono” de Led es la virtualidad, y su adicción es alta pero para nada anormal en este tiempo. Debbie y Led se conocen desde pequeños, y el desencadenante para que el 2do se encuentre en esta situación fue un ataque de una pandilla de la cual ambos fueron víctimas, y en el cual un adolescente y alfeñique Led no pudo hacer uso de su hombría para proteger a la mujer que estimaba. Un tiempo después decidió unirse a un programa relacionado con la seguridad privada en el cual injertan al afortunado unos nano-robots que modifican tu organismo y lo terminan transformando en la máquina de combate que es hoy en día.

Si la historia comienza en una locación norteamericana denominada “La Isla de Los Angeles”, ¿Por qué carajos entonces el comic se llama Tokyo Ghost, no? Luego de superar la primer misión, la cual tiene reminiscencias a la mayoría de los plots principales de las series para televisión del anime Ghost in the Shell, en el segundo número de la serie Led y Debbie son enviados a Tokyo para acabar con la existencia de un cacique que está afectando un proyecto militar que podría proveer de agua y comida a la población durante décadas. Es ahí donde Debb ve la posibilidad de poder desintoxicar a Led y recuperar por fin al hombre del cual se enamoró. Durante el transcurso de la aventura oriental conocerán a una agrupación que, al igual que Debb, honra la existencia natural e intenta abrirse paso en el mundo a expensas de lo que la tecnología tiene para ofrecer, y la colisión entre estas dos realidades -la mirada occidental de los problemas en contraposición con las enseñanzas del Bushido-, terminará derivando en un conflicto que dejará secuelas en todos los implicados.

Demás está mencionar la destreza que tiene Remender no solo como narrador sino –y sobre todo- cuando aborda temática enmarcadas en la ciencia-ficción, un género que claramente le resulta atractivo y lo alienta a sacar lo mejor de sí como escritor. Aquí da cuenta del estado en el que nos encontramos como sociedad y el mal uso que le hemos dado a las facilidades que nos ha ofrecido la tecnología hasta ahora, extrapolándolas a niveles ridículos pero coherentes cuando nos ponemos a pensar cuando fue la última vez que pudimos mantener una conversación fluida con un grupo de amigos sentados en una mesa sin que alguno interrumpiera la misma sacando a relucir su celular. Nuestra sociedad no solo abrió los brazos de par en par al avance tecnológico, permitió que el mismo forme parte de nuestra cultura, y hoy por hoy es inconcebible dejar de lado las redes sociales, el whatsapp o youtube para realizar cualquier tipo de estudio sociológico o antropológico de los últimos 15 años.

La alineación con la tecnología es la columna vertebral del relato de Tokyo Ghost, pero también la complejidad de las relaciones de pareja. ¿Cuándo podemos estar seguros de que, luego de una década, dos, al lado de la misma persona, seguimos con ella por amor o solamente por un apego a la comodidad, por costumbre, por miedo al cambio? Y el marco que nos ofrece para poder explayarse en estos temas no podía ser más entretenido: un par de forajidos de buen corazón, armados hasta los dientes y envueltos todo el tiempo en situaciones de extrema violencia que terminan arrasando el lugar en el que se encuentran.

Para tal labor, la elección de Sean Murphy como dibujante podía resultar, a la distancia, polémica; pero cuando vemos el trabajo que realiza no podemos menos que felicitar a Remender, una vez más, por haber hallado un artista con un potencial por encima de los trabajos que había desarrollado hasta ahora. Murphy es uno de esos pocos dibujantes que no solo no le tiene miedo a la doble página, prácticamente desarrolla el relato completo en función de la misma, y así su narración siempre parece enorme, enmarcada en inmensos espacios que, dibujados con el detalle y la potencia que les imprime, se terminan transformando en un personaje más. Por momentos sus trazos me recuerdan al mejor Gilgamesh de Lucho Olivera, con pocas sombras, prolijos, con mucha dinámica y cuando lo requiere la escena, sucios y crudos.

Murphy entiende perfectamente que cuando la acción se vuelve protagonista, a veces menos es más, y juega con siluetas y claroscuros para lograr pequeñas escenas impactantes y memorables. Pero en momentos de tranquilidad y sosiego no se duerme en los laureles, todo lo contrario: se parte el lomo dibujando unos fondos increíbles con millones de detalles deliciosos, y desparrama chistes y referencias culturales modernas relacionadas con el medio y la tecnología por todos lados. Los alrededores de Tokyo que habitan en sus primeros días Debb y Led se me figuran casi paradisíacos, y así lo entienden también los personajes cuando encuentran su momento más álgido como pareja.

Tokyo Ghost es una serie nueva de Image que apenas lleva 6 números, pero merecía una temprana reseña en esta sección porque, aún con la enorme oferta que hay en este momento de comics de ciencia-ficción, se destaca por sobre su competencia por la bellísima narrativa que tiene y por el llamado a la reflexión. 70 años no son nada.