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NOTAS

Babe

Redescubrimos a un personaje de los ´90 cuya primera miniserie está buenísima y la segunda es... lisa y llanamente una bosta.
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Martes 14 de agosto, 2018

Seguimos explorando ese experimento que, como decíamos en la entrega anterior, fue el sello Legends dentro de Dark Horse, la idea de tener un universo compartido entre varios personajes publicados por la editorial.

La historia de Babe tiene lugar en dos miniseries, la primera de mediados de 1994, que consta de cuatro números (en la que John Byrne nos cuenta básicamente el origen del personaje) y una segunda de sólo dos episodios, que se publica en 1995.

Y no me canso de decirlo, ya lo repito en cada nota pero no queda otra: cómo me gusta Byrne cuando se pone las pilas. Y a esta altura estoy en condiciones de afirmar que existen por lo menos dos Byrnes (quizás un análisis mas extenso nos demuestre que en realidad son tres o cuatro, y quién no dice que hasta cinco; pero para este primer concepto vayamos con dos, que está bien): uno que hace lo que se quiere y se divierte haciéndolo al punto que esto se traslada a las historias, que son copadas, tiene mejores diálogos, desarrollo de personajes y se nota sobre todo en el dibujo. Y otro que saca las cosas con fritas, como para cumplir, y por lo general tiene diálogos más berretas y dibujos resueltos con un trazo más apurado, cuando no directamente para la mierda. ¿Y a qué viene todo esto? A que con este personaje podemos disfrutar de ambos, ya que la primera miniserie está buenísima y la segunda es lisa y llanamente una bosta.

La historia de Babe arranca cuando un productor de poca monta llamado Ralph Rowan, en el medio de la ruta una noche de tormenta, se encuentra a una mina en pelotas que parece no recordar nada y tampoco poder hablar. El la llama Babe (como una forma de decirle “linda” o “nena”) y la mina parece poder pronunciar sólo esa palabra cuando trata de decir algo. Salvo por algunos momentos donde tira frases completas, pero nos estamos adelantando.

La cuestión es que -además de todo esto- la chica tiene superfuerza y su origen parece estar relacionado con la desaparición de un avión y todos sus pasajeros. Y ahí es cuando aparecen los extraterrestres y la cosa se pone buena, porque por si fuera poco, además hay unos magos interdimensionales metidos en el asunto y además aparece (por este tema de darle coherencia al universo) Blonde Bombshell, algo así como la sideckick de Torch of Liberty, una especie de Capitán América que inventó Byrne en los back-ups de Danger Unlimited. O sea, un kilombo que suena más complejo de lo que en realidad es, y donde terminamos por enterarnos de que Babe es en realidad la fusión de cinco minas que viajaban en el avión, y esos lapsos de lucidez que tenía eran momentos donde alguna de las cinco tomaba control de la personalidad, pero que mayoritariamente se trataba de una personalidad propia producto de la fusión.

Para el final separan a las minas, cada una vuelve a sus vidas y fin… Bueno, no. Porque en el epílogo vemos una situación que dispara que las chicas desaparezcan de donde están y Babe vuelva a aparecer y ahí también tenemos el punto de partida de la segunda mini.

Y acá (como dije antes) todo lo que estaba más o menos bien en la primera parte, falla horriblemente. Para empezar, no aparece ninguno de los secundarios de la otra mini, que era lo más interesante ya que -como Babe no habla ni un carajo- eran los que llevaban adelante la acción. Acá Byrne se esfuerza mucho por meterla en el “Universo Legend” y de entrada es un team-up entre ella y Abe Sapien, para enfrentarse a unos cocodrilos inteligentes que son liderados por Shrewmanoid, un villano de Monkeyman and O´Brien. Y como si fuera poco, cambia la dinámica y -como la transformación la produce Bernice O´Donnell, una de las cinco chicas que es un ama de casa- es ella la que maneja el cuerpo cuando se transforman en Babe. Y es ella todo el tiempo, salvo por un par de lapsos donde alguna de las otras toma momentáneamente el control.

Pero como digo, la historia es medio una pavada, está todo muy jugado a encontrarle esta nueva dinámica al personaje y en insertarlo en el universo este, al punto que el final el que narra los hechos es Hellboy y se lo cuenta a los Danger Unlimited. Da la sensación de que a Byrne lo obligaron, o “pidieron” que metiera todo esto en continuidad, y no se sintió muy a gusto, o no supo cómo manejarlo. El resultado final deja mucho que desear y para colmo jamás volvió sobre estos conceptos o personajes, con lo que la realidad me dice que no vale la pena visitarlos, salvo que de verdad sean tan fans de Byrne como para querer leer toda su obra.