Seguimos con algunas gemas del maestro John Byrne en el Universo DC que nos fueron quedando en el tintero y ahora le llegó el turno al Hombre Murciélago, con dos obras que en algún momento se vieron mucho por estas latitudes. Empezamos con…
Batman 3-D
Corría el año 1990 y hacia muy poco se había estrenado la película dirigida por Tim Burton que generó una nueva Batmania y produjo una oleada de material relacionado con el murciélago para todos los gustos. Los comics obviamente no se podían quedar afuera y entre todo eso, una de las cosas más raras fue este especial en tercera dimensión, escrito y dibujado por Byrne, que además traía de complemento una galería de pin-ups de muchos de los mejores autores del momento, así como la reimpresión de una historieta clásica (también en 3-D) de la década del ´50 realizada por Sheldon Moldoff y Curt Swan. Pero acá estamos para hablar de Byrne así que voy a ignorar el resto del contenido del libro.
La historia tiene un terrible tufo retro y hasta cierto punto parece pensada para un público más infantil que el habitual. Si tenemos en cuenta que en esa época Byrne estaba casi en su mejor momento como autor, llaman la atención algunas cosas que hace en este guión, como los interminables monólogos en voz alta de Batman explicando lo que está haciendo y por qué, que suenan un poco boludones y nos retrotraen a eras más clásicas del personaje, lo que me parece es la idea.
En cuanto a la historia en sí, la premisa es bastante simple: escapan de prisión Two Face, Penguin, el Joker y Riddler y compiten entre ellos para ver quién llega primero a asesinar al millonario Hardiman Twine, que aparentemente se suicidó pero no fue así. Batman comienza a rastrear el paradero de los villanos y tratará de capturarlos uno por uno. Los villanos obviamente utilizarán todos su artilugios para tratar de derrotarlo y todo será terriblemente predecible. Pero como dije, el fuerte no es el guion sino el dibujo, donde Byrne deja la vida y para colmo en un blanco y negro que le sienta muy bien. Por desgracia el 3-D arruina la apreciación de dibujo en pos del efectismo, pero hace algunos años ese material se publicó sin el efecto en un TPB y se disfruta muchísimo más. También sería lindo poder verlo a color. Pero estábamos ante una rareza y creo que por ese motivo vale la pena. A la hora de hacerlo, Byrne también pensó de esa forma y por eso todo es como es y se disfruta, que es lo que importa.
Las Muchas Muertes de Batman
A esta historieta le tengo un cariño especial. Hacía muchísimo que no la leía y siempre la consideré muy buena. Por suerte no me defraudo.
Acá con dibujos del maestro Jim Aparo, Byrne oficia solo de guionista (y portadista) y nos trae una historia en tres partes bastante jugada. Arranca con un capítulo prácticamente mudo, en el que vemos la muerte de Batman, para descubrir al final que se trata de otra persona y no es Bruce el que está debajo de la capucha. Los otros dos números pecan de estar un poco sobre-explicados, tratando de compensar la falta de palabra del primero, pero igual toda la idea está muy buena y es ingeniosa. No la voy a contar porque por ahí hay alguno que no la leyó y se la cago, y no es mi idea. Pero digamos que aparecen un montón de tipos muertos vestidos de Batman y el Comisionado Gordon en persona lleva adelante la investigación del caso, lo cual también le da un enfoque distinto a la historia que -si bien gira 100 % en torno a Batman- tiene poca participación del encapotado en sí, que recién aporta como tal en el último capítulo.
La verdad que reencontrarme hoy con esta historieta de 1989 y ver que me sigue enganchando como la primera vez que la leí (a pesar de ya saber su desenlace) me hizo entender un poco más por qué después de tanto tiempo –y de tantos sapos comidos- sigo firme haciendo esta sección: porque hubo un tiempo maravilloso en que el maestro Byrne podía despacharse con un comic como este sin ningún problema y uno era inmensamente feliz. Y ante la más mínima posibilidad de que cada tanto esta magia se repita, vale la pena estar ahí, firme junto al cañón esperando y bancando los trapos, porque el poder leer una buena historia nos hacen olvidar los tragos más amargos.
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