En la entrega anterior hablé de cómo comenzó la etapa de John Byrne en Fantastic Four y analicé hasta el número 260. Ahora retomamos la posta y terminamos con lo mejor, lo más sacado y audaz, lo que nos dejó Byrne entre el n° 261 y el 295, sú último episodio al mando de los Cuatro Fantásticos.
Un dicho común de los entrenadores de box es “Con la izquierda lo mandás al hospital y con la derecha al cementerio”. Ese uno-dos que nos hizo (hace) Byrne con su paso por Fantastic Four (si partiésemos en dos su etapa completa), es lo que nos termina de noquear. Si empieza muy bien, termina de manera excelente; casi con muy poco más por hacer, después de 5 años en el título. Sus últimos 30 episodios son verdaderas gemas. En esos últimos 30 meses Byrne nos manda al cementerio, pero muertos de amor y alegría ante tanta aventura de altísimo octanaje y vanguardia artística (las composiciones de la puesta en página eran verdaderamente innovadoras y la rompía tanto en una escena de un laboratorio atestado de tecnología, hasta en un desierto con un plano amplio).
Un dato particular de su etapa es que no se ausentó de ninguna entrega, ya que incluso en el n°266 donde se iba a usar una aventura de inventario, Byrne le supo colocar un prólogo y epílogo para que la historia quedara más redonda, bien enganchada en la continuidad y para que el arte de Kerry Gamill, que Byrne entintó, puediera ver la luz del día.
De la mano del británico, los Fantastic Four se volvieron verdaderos desafiadores de lo desconocido y Byrne no titubeó al hacer cambios en el equipo, mandarlos a explorar el Microverso o futuros alternativos. Byrne pegaba como Tyson en su mejor época.
Durante estos últimos tres años de la serie, Byrne no sólo modificó los trajes (el color y calce les dio más uniformidad y seriedad), sacó a Ben Grimm (qué coraje), hizo que Johnny y Alicia Masters se enamoraran (jugado), puso a She-Hulk (Roger Stern la hizo brillar en Avengers y Byrne le rogó que autorice el pase de equipos, una elección brillante), modernizó su moda de civil y hasta sus cortes de cabello. Byrne sentó las bases de la personalidad definitiva de cada uno de sus miembros que sobrevive hasta nuestros días. Son casos ejemplares los de Sue y Doom. A Sue la convirtió en fuerte y segura (y la tomó de favorita, como había hecho con Jean Grey en X-Men) y los cambios se comienzan a definir en el n°267, cuando queda embarazada por segunda vez y pierde el bebe en el parto. Acá Byrne logra uno de los mejores comics de su carrera: todos los expertos en radiación de la Marvel (Banner, Morbius, Langkowski, Octavius) tratan de salvar a Sue, que finalmente pierde el embarazo. Byrne supo usar este duro golpe para forjar más carácter en Sue y comunicar su idea que los superhéroes no deberían tener hijos. El caso de Doom también es importante, al redefinir su origen y desfigurarlo del todo. Byrne ama a Doom, ya que el n° 5 de Fantastic Four fue el primer comic de Marvel que el autor confiesa haber leído.
El n°285 de la serie, podría ser un número más, pero es mi episodio favorito en una serie regular. Un niño que admira a la Antorcha se prende fuego en su honor y Johnny tiene que aprender a vivir con esa perdida. Todos los golpes daban en el blanco. Todos los golpes eran en serio. Al punto que en el n°286, Byrne es parte de los responsables de la resurrección de Jean Grey. Estos últimos años fueron demasiado buenos para olvidar: She-Hulk vs los paparazzis, Beyonder, Mephisto, Doom, Psycho Man, los Skrulls, Nathaniel Richards, demasiada gloria junta y escrita con una verosimilitud asombrosa.
Byrne escribió y dibujo prácticamente dos números por mes de distintas colecciones desde 1979 hasta 1992. Un profesional con todas las letras que nos dejó demasiado y al que le debemos muchísimo. En Fantastic Four finalmente abandonó la parte artística en el n°292 y los guiones en el n°296. Byrne deja la serie, ya que DC le ofrece encargarse de Superman y acepta que siga haciendo Fantastic Four. Pero el editor en jefe de Marvel (esa mezcla de héroe y villano llamado Jim Shooter), le dice que debe elegir por uno u otro título, y Byrne elige al kriptoniano, luego de haber hecho verdadera historia con la Primera Familia de Marvel.
Incluso entre los n°s 297 al 300, los autores de turno continúan con ideas que les dejó Byrne para hacer la transición de manera más fluída con quien lo fuese a suceder en el cargo. Yo les puedo contar mucho, pero estas son historias que sin lugar a dudas vale la pena leer y tener. Gracias por tanto, John! Salud!
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