Hablemos de Byrne

Un John Byrne recontra-consagrado relanzó a Namor a pura diversión y nostalgia y dejó un legado riquísimo.

Namor

30/01/2016

| Por Leandro Paolini

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latestLo veo claro como si fuese ayer. Tenía 13 años y había llegado al Aeropuerto Internacional de Miami, con mi familia. Antes de salir del mismo, pasamos por el Duty Free Shop donde, entre perfumes y artículos electrónicos había un revistero. Primera de una fila de comics, estaba la Namor n°2, donde el monarca de Atlantis peleaba contra el Grifo, en el cielo de Nueva York. La agarré, la revisé, no sabía que Namor tenía título propio, me di vuelta y le dije a mi vieja: “Necesito esto, por favor”. “Recién llegamos Leandro, pará”, dijo mi madre. “Pasame”, acotó mi viejo. Cuando se puso a hojear el comic se le dibujó una sonrisa. “Namor, el Submarino. Yo lo leía cuando era chico. Le pedíamos al del kiosco y nos sentábamos en la vereda a leerlo gratis. Mira vos, sigue saliendo…”, dijo con una inconfundible nostalgia. “OK, llevalo, pero frená que recién bajamos del avión”, marcó la cancha como buen padre. Fui todo el viaje de ida hasta el hotel mirando cada viñeta, pensando que si tenía el número dos, el número uno podía todavía estar en otros kioscos. Llegué a la última página y vi que había un servicio de subscripción. Leí detalladamente las reglas y días después les rogué a mis viejos que me suscribieran a Namor. Lo hicieron. Conocía a Byrne pero nunca le había prestado atención. Es a partir de Namor que me di cuenta que detrás de esos personajes que me gustaban tanto, estaba este tipo de barba que tiraba magia cada puta vez que lo leía.

Namor_the_Sub-Mariner_Vol_1_12Cuando volví a Buenos Aires, releí Alpha Flight y Avengers West Coast ya pensando en el autor y no sólo en los personajes. Quizás mi vocación de análisis de historieta comenzó en ese viaje en taxi, cuando noté que los trazos eran los mismos, y con los meses, que el autor siempre metía a sus favoritos en sus historias: nunca falta una aparición de Iron Fist, el Cap o el resto de los Invaders. Es una fija, como las palomas en las películas de John Woo.

Namor, como personaje, debuta en Octubre de 1939 de la mano de Bill Everett en el n°1 de Marvel Comics, de la editorial Timely, que fue la predecesora de la Marvel de los ´30 a los ´40. En la Golden Age del comic mainstream estadounidense, Namor (junto al Capitán America y la Antorcha Humana Original) era uno de los tres personajes más importantes y populares de la Timely. Bill Everett comentó que el poema de Samuel Taylor llamado “The Rime of the Ancient Mariner” fue lo que lo inspiró para la creación de Namor, cuyo nombre proviene de un juego de letras con el término Roman. Everett siempre trató de infundirle nobleza a su personaje y vaya si lo logró! El hijo mutante del capitán de navío Leonard McKenzie y la princesa atlante de nombre Fen, sigue siendo un personaje relevante después de ¡76 años!

tumblr_ni44urwMPx1tfda23o1_1280Gran parte de esa relevancia actual se apoya en el paso de John Byrne por el título de Namor, y por cómo manejó al personaje en varias series. Si bien el paso de Byrne por Namor no es tan contundente como su paso por X-Men, Fantastic Four o Alpha Flight (donde rompe paradigmas y se muestra como un autor inigualable), al menos en la serie del príncipe de Atlantis se nota que Byrne se entrega al personaje por amor y para jugar un rato en ese universo. En esta serie, que comenzó en 1990, Byrne nos recuerda (desde el primer número) que Namor no sólo es poderoso, casi omnipotente y parte de la realeza mundial, sino que también le encuentra una vuelta de tuerca a los ataques de ira del monarca submarino. Un desbalance de oxigeno es lo que generalmente le genera esos brotes de furia al hijo vengador de Atlantis. Namor, que posee fuerza y las habilidades acuáticas de cualquier Homo Mermanus, también posee la inusual habilidad de vuelo, ya que es mutante. Aunque muchos lo han rotulado como el primer mutante (y algunos sabemos que no es así), sí puede ser cierto que Namor sea el primer anti-héroe de los comics estadounidenses. Ya sea junto a los Invasores, los Avengers, los Defenders o los X-Men, queda claro que a Namor le sobra chapa y está para quedarse.

namorreedEn los primeros números, Byrne refleja la conciencia ecológica de la época y se apoya en el mundo corporativo para llevar a cabo la nueva visión de justicia de Namor. Con la presentación de nuevos villanos y el rescate del Grifo como enemigo (y eventualmente como mascota del príncipe), Byrne sienta las bases de su título al ritmo de pura aventura, nostalgia y desarrollo de personajes secundarios. Desde el n°6 Byrne comienza a manejar al personaje de Namorita como sólo los maestros saben y el arte mejora desde que adopta el sistema de Duoshade (este sistema sombrea mejor los músculos y las expresiones faciales y sirve muy bien para realzar el uso de agua pintada, todos ejemplos claros e inteligentes del por qué Byrne comenzó a utilizar este sistema que abandona para el n°17, ya que no acompañaba la lógica de sus futuros guiones). La serie ganaba calidad argumental y visual en menos de un año de lanzamiento. Byrne logra que Namor vuelva a tener título propio nuevamente (desde los ´70 que no lo tenía) y aunque intenta darle carnadura a sus nuevos personajes (la familia Alexander, los enemigos Marrs, Headhunter e incluso Sluj), lo contundente, el frentazo de Zidane al pecho, es cuando regresan los clásicos personajes que sólo Byrne sabe llevar al límite de la perfección: revive a Iron Fist (cuando veas la serie en Netflix, prendele una vela y agradecele a Byrne que lo trajo de vuelta), pasea a Namor y aliados por la Tierra Salvaje (como hizo en X-Men, uno de sus territorios favoritos), y reúne a los Invasores! Si bien los primeros números se cocinan a fuego lento y puro desarrollo de plots y personajes secundarios, antes que termine el primer año Byrne sube el gas, la hornalla explota y Namor se convierte en uno de los mejores guisos que comiste, condimentado a pura aventura!

003Namor menciona que él nació en 1920 y con parte de este detalle, Byrne muestra su maestría para manejar personajes de la Golden y Silver Age (en parte gracias a su memoria de continuidad casi enciclopédica, que lo habilita a coser y descoser la continuidad de Marvel sin dejar marcas). Con el uso de Master Man y Warrior Woman, el autor británico baja sutilmente la línea de su postura política en la reunificación de Alemania como nación, un tema que no es menor para la época ni para la historia. Byrne mostraba oficio, pero también cerebro y huevos.

Byrne estuvo a cargo de los guiones y dibujos hasta el n°25 y continuó sólo como guionista hasta el n°32 (del arte se ocupaba un muy joven y casi debutante Jae Lee, con 19 años). Como suele ocurrir con Byrne, después de un par de años, el creador tiende a perder interés en los proyectos y se retira, pero dejando un legado más que rico, para cualquier título por el que pase.

300px-Namor_the_Sub-Mariner_Vol_1_31Namor no es un título más, es el sólido regreso del gran bully de la Marvel con consciencia social, ecológica y corporativa, reflejo de la época y de autogestionar su fortuna (Namor no hereda como Anthony Stark o Warren Worthington, se la genera desde los tesoros en el fondo del mar y la timba de Wall Street). Es una serie más que recomendable si te gustan los personajes de los ´70, el contexto de los ´90, la aventura y la pasión. Byrne ya había roto todos los records y se había consagrado con todos los giros necesarios en las dos editoriales más importantes de EEUU. Su paso por Namor es de pura diversión y nostalgia, y se agradece que sea desde el corazón y no desde la razón.

Esta es mi última columna para Hablemos de Byrne. Me voy para otros lados a tener otras aventuras, pero no sin antes cerrar mi paso por acá haciendo el merecido tributo a John Byrne, Namor y mi viejo. Sin ellos, mi vida sería otra. Sería más vacía. Gracias John por abrirnos los ojos tan temprano, gracias McKenzie por esa personalidad de mierda tan adorable. Gracias por entender y bancar, viejo. Ésta fue para vos.

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