No deja de sorprenderme cómo John Byrne en su etapa en IDW hizo un poco de todo, visitó todos los géneros que se le cantó el orto y para colmo hizo cosas más o menos copadas en todos.
En esta miniserie de cuatro números serializada en 2013, se jugó por una ciencia-ficción redondita, que no deja cabos sueltos, aunque como siempre abre la posibilidad de contar más historias con esos personajes.
Primero quiero aclarar que la historia me gustó. Es simple, tiene un par de giros (algunos más obvios que otros), y aborda varios tópicos obvios de la ciencia-ficción pero bastante bien ejecutados y sin caer en horribles clichés.
Pero si arranqué diciendo que me había gustado, es porque quería arrancar por el lado de lo que menos me gustó, y es un problema que le vengo viendo mucho a Byrne en toda esta última etapa: La duración de las historias. Imagino que debe ser un formato autoimpuesto el de esta miniserie (como el de las tantas otras que reseñé antes), pero todas se resuelven de una manera un poco abrupta. Quizás The High Ways sea un poco más redondita que otras, pero sospecho que con uno o dos numeritos más se podría haber hecho algo un toque más copado, donde muchas cosas que son tocadas apenas al pasar se profundicen un poco y sobre todo descomprimir un poco la narrativa, que por momentos se vuelve pesada, ya que se quiere contar mucho en poco espacio.
Si bien esto es algo que el barbeta hace fenomenalmente bien, por momentos da la sensación de que estamos leyendo un comic de hace 20 años, por lo sobrecargado de los diálogos y la cantidad de cuadros por página. Insisto: a mí en particular no es algo que me moleste mucho. Pero hoy, que se tiende a descomprimir el relato, encontrarse con algo así llama la atención y puede hasta ser un poco duro para el lector no acostumbrado a este tipo de narrativa.
En cuatro números, The High Ways no sólo nos cuentan una historia, si no que además nos presentan todo un nuevo universo, en el que los humanos viajan por el espacio, no mucho más allá de la via láctea, pero claramente cualquiera puede ganarse la vida trabajando en una base estelar o a bordo de una nave de carga. Y es justamente en una nave de carga donde llega nuestro protagonista Eddie Wallace, el nuevo navegante del carguero Carol Ann, capitaneado por Jack Cagney y que tiene como única tripulante a Marilyn Jones, otra de las protagonistas de la historia.
La trama arranca cuando Eddie se suma a la tripulación y viajan a Europa, un planeta a ocho meses de viaje de su actual destino. Obviamente al llegar al planeta nadie los está esperando y la situación se pone aún más tensa cuando entra en escena el Dr. Ketterly, una especie de científico loco espacial, que dedicó su vida a “mejorar” humanos para que puedan sobrevivir a los rigores del espacio sin ningún tipo de traje protector. Podría profundizar más en el argumento, pero ya seria ponerme a contar todo y la idea es que lo lean, sobre todo cuando en una miniserie corta que no toma mucho tiempo de lectura y -como dije- tiene un par de giros interesantes y vale la pena.
Sólo me falta hablar un poco del dibujo del maestro que -como no me canso de decir entrega tras entrega- está pasando por un gran momento como dibujante. Acá tiene la suerte de meterse en algo que le encanta como es la ciencia-ficción y pelar diseños de trajes y de naves que están muy buenos. Porque en los comics de Star Trek hay mucho de eso también, pero se tiene que mantener dentro de una línea preestablecida a la hora de los diseños, mientras que acá puede hacer lo que se le canta el orto. Como estamos en un futuro cercano, tampoco se va muy a la mierda y todos los diseños tienen un aire terriblemente familiar que recuerdan mucho a lo visto en películas como “2001 Odisea del Espacio”. Aparte, como dije antes, en muchos casos mete muchos cuadritos en una página y a pesar de que la nave se ve chiquita en una viñeta le mete bocha de detalle y laburo. La verdad, un lujo lo que pela el maestro en esta mini.
Ya para cerrar, vuelvo a recomendarles que le entren sin miedo a The High Ways, si quieren ver a un Byrne haciendo otra cosa, lejos de los superhéroes, y lejos también de lo que hace en Star Trek, ya que acá se juega por otro tipo de relato, más oscuro, si se quiere. Un relato que engancha y que demuestra que no importa los años que pasen y el género que sea, John Byrne todavía sigue teniendo muchas historias para contar.
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