¿Les dije que odio a los mutantes? Los motivos ya los expliqué alguna vez en una sección que solía hacer años atrás en esta misma página, así que pueden ir a buscarla si les interesa, pero la verdad es que cada vez que me enfrento con un comic de los Hombres-X, tengo que hacer un esfuerzo adicional para que me guste y esta oportunidad no fue la excepción. Así que pueden tomar con pinzas lo que digo, ya que la lectura de estos 22 números se me hizo bastante tediosa y no porque fueran necesariamente malos los guiones, sino porque los personajes y las situaciones en las que se veían inmiscuidos no me podían chupar más un huevo. Cuando algo le genera a uno tanto desinterés es muy difícil empatizar con la obra, salvo que estemos ante una joya. Y, gustos aparte, este no es el caso.
Pero para meternos de lleno en esta obra es importante hacer un poco de historia. En 1970 los X-Men estaban muy lejos de ser el suceso que todos conocemos. Con guiones a cargo de Roy Thomas y dibujos de Neal Adams, la serie no daba pie con bola, y por más onda que le ponían los autores, el numero 66 fue el último con material original. Durante los siguientes años (entre los números 67 y 93), la serie se volvería bimestral y republicaría historias viejas, hasta la llegada del famoso Giant Size en 1975. Y como ya estuvimos viendo, a finales de los ´90 John Byrne parecía obsesionado con la retro-continuidad, así que parecía algo natural que le dieran una serie para llenar lo que hubieran sido esos cinco años si la revista de X-Men hubiera seguido publicando aventuras inéditas.
Con eso en mente, el maestro arranca este título, pensado para durar 60 números (más o menos la cantidad de meses que Uncanny X-Men solo ofreció reprints), e incluso en entrevistas dijo que tenía ideas como para hacer 100. Pero la realidad es injusta: en 2001, con sólo 22 capítulos, la serie encontró su final, ya que todo el universo mutante había sufrido un cambio de rumbo con la llegada de Grant Morrison y la editorial no quería más títulos anclados en el pasado.
Lo cierto es que Hiden Years arranca bastante bien. Después de una historia corta publicada como back-up en la X-Men nº94, que retoma desde donde dejó el viejo nº 66 y engancha directo con el nº 1 de la colección, Byrne ya nos pone en clima y nos demuestra cómo se esfuerza por rendir tributo a los viejos comics de 1970. Y no solo en la forma de narrar, sino también en el dibujo, donde se nota que está tratando de emular a Neal Adams, lo que se ve reforzado por las tintas del mismo Tom Palmer de aquellos viejos números. Con el correr de los números, el estilo Byrne se va imponiendo de a poco y el tributo a Adams se va diluyendo, para terminar en un dibujo 100% en la línea a la que nos tiene acostumbrado el maestro.
Hay varias cosas que llamaron mi atención de esta serie. La primera es la construcción de plots a largo plazo y cómo al principio sobre todo, Byrne encara sagas largas que toman varios números, algo raro en esa época, en la que por lo general las series consistían en un unitario detrás de otro. Acá Byrne se toma su tiempo para contar las historias y eso está bueno. Después esto lo lleva a cosas odiosas como meter en todos los números un recuento de lo anterior, pero bueno, son detalles. Lo otro que el barba hace de manera magistral es ir hilando la continuidad, ya que si bien en esos años los mutantes no tenían serie propia, si habían aparecido en algunos números de otras revistas, ya sea como invitados o como protagonistas de sus propios back-ups. Y todo esto Byrne lo sabe, lo conoce y lo usa a su favor. Así es como vemos los entretelones de la alianza de Magneto con Namor (Fantastic Four nº103) y por qué los x-Men no participan (están luchando contra Mole Man en el mundo subterráneo, un lindo guiño de Byrne al hacer que ambos grupos intercambien villanos por un rato). Como esta hay muchas más, que es mejor que las descubran ustedes y no que yo se las cuente. Pero como dije más arriba, por desgracia la serie se terminó en el nº22 y muchas cosas quedaron en el tintero como la transformación de Beast la pelea de Magneto con los Avengers o la alianza entre los X-Men y el Capi America para enfrentar al Secret Empire, pero bueno, es lo que hay.
De todos modos, vale aclarar que la serie es muy irregular, tiene muchos altibajos sobre todo por el medio y no cumple ninguna función más allá de ser un injerto de continuidad. No tengo idea si al día de hoy sigue vigente, pero calculo que sí, porque esta es una época bastante oscura del grupo a la que se le da poca pelota, ya que a nadie le gusta recordar que en algún momento los X-Men fueron tan chotos que los cancelaron y vivieron de reimpresiones.
Arranqué diciendo que me costaba mucho leer cosas de X-Men y al final parece que pude hablar bien del título y todo, pero es que Byrne es así, genera pasiones inesperadas y logra que uno se sorprenda a sí mismo. Nos leemos la próxima.
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