Raras y vanguardistas
Modernas y Profundas es un hermoso álbum de 1990, publicado en la legendaria Colección Complot, que compila historias cortas del insondable Guillem Cifré, un autor barcelonés nacido en 1952 y fallecido en 2014. Durante varios años, Cifré militó en el underground español (en revistas autogestivas comoStar y Tebeos del Rrollo), y a partir del inicio de los ´80, aportó historias cortas a revistas mitológicas como El Víbora y Cairo, y también a otras menos conocidas como Madriz, y otras que no eran revistas de comics, pero incluían algunas paginitas de historietas o de ilustraciones. Nunca fue de los autores más populares, nunca realizó una serie con personajes recurrentes, y este es su único álbum. O sea que si las revistas de comics vanguardistas de los ´80 son medio un nicho, o un ghetto para pocos, con Cifré nos metemos en el ghetto del ghetto, en un autor minoritario dentro de un nicho minoritario.
Y la explicación para esto es que Cifré estaba totalmente loco, o por lo menos dibujaba como si lo estuviera. No son tantas las historietas de Modernas y Profundas en las que se zarpa con la puesta en página. En general, opta por grillas y básicas despliega las viñetas de manera bastante lineal, y hasta me atrevo a decir «clásicas». Pero tanto los argumentos como el trazo de este animalito hacen gala de una pulsión totalmente rupturista, en la que conviven el nonsense, el grotesco, la mala leche, el delirio y la sátira social.
Un mundo trastornado
El dibujo de Cifré, además de ser impactante, es algo difícil de desvincular de las cosas que narra en sus historias. Que son básicamente secuencias donde las cosas se rompen, estallan, se transforman o se degluten unas a otras. La más «tradicional» debe ser «Venganza», tres páginas de 12 cuadros cada una protagonizadas por un perro que se mete en un convento lleno de monjas y se las empoma a todas.
El resto de los argumentos tiene menos explicación, menos sentido, pero no menos gracia, porque Cifré sabe ponerle al delirio y a lo imposible un toque caricaturesco que resulta muy atractivo. En «La Vedette» un tipo es engullido por un sandwich en un restaurante, «Jet Death» nos narra cómo un avión lleno de pasajeros se parte al medio y la gente cae al océano, en «Vivrai» aviones de guerra en miniatura sobrevuelan el tablero de dibujo hasta estrellarse en un cenicero o en una viñeta de un comic a medio terminar, en «Ser o no Ser» un tipo con dos cabezas decide deshacerse de una de ellas, en «Hogar Dulce Hogar» otro tipo tiene sexo con una chimpancé, y en «Simbología ciudadana» el goma que cree que su vida está resuelta porque consiguió un trabajo fijo se va a llevar una sorpresa… aplanadora.
Nunca te imaginás lo que va a pasar, siempre hay una vuelta de tuerca más en este mundo oscuro, fatalista, gracioso y pesadillesco a la vez.
La línea impredecible
Podemos hablar siglos de las técnicas gráficas que emplea Cifré, desde el obvio claroscuro, hasta collages alucinantes, historias donde tienen mucho peso los grises logrados con tramas mecánicas, otras donde entran en juego el pincel y las aguadas, momentos en los que el crosshatching te agobia, momentos en los que desaparece, texturas que parecen venir de las artes plásticas, onomatopeyas salvajes, páginas que parecen estar dibujadas con liquid paper sobre hojas negras… Cada página tiene una combinación imposible de técnicas (gráficas y pictóricas) que las hacen únicas y fascinantes.
Sus personajes están definidos con pocos trazos, fuertes, expresivos, incluso desaforados, a veces más redonditos y a veces más angulosos, pero siempre reconocibles. Cifré no tiene problemas en combinar protagonistas delineados de manera casi minimalista con fondos hiper-trabajados, o personajes secundarios retratados con técnicas mucho más complejas y efectos de iluminación mucho más realistas.
Todo es impredecible en el mágico mundo de Cifré, y el tratamiento visual de las historietas no es para nada la excepción. Hacé de cuenta que en un mismo autor conviven Tátum y Luis Scafati, y por ahí, más o menos, podés llegar a entender lo que tenés frente a tus ojos cuando abrís Modernas y Profundas.
Demencia cotidiana
Cifré fue siempre un raro, un distinto, incluso dentro de una generación de autores españoles repleta de freaks irrepetibles del Noveno Arte. El tipo tenía una habilidad especial para observar la realidad cotidiana y distorsionarla con los filtros locos de su propio subconsciente, para mezclarla con sueños, pesadillas, alucinaciones y cierto toque entre siniestro y burlón.
Cuando las revistas de antología se fueron al descenso, o dejaron atrás sus etapas más experimentales, Cifré se quedó a pata, y se reconvirtió en un ilustrador que realizaba dibujos por encargo para revistas de cualquier temática. Ilustró portadas de discos, decorados para televisión, pinturas, collages, portadas para libros y mucho más, siempre con una creatividad avasallante… pero sin narrar, que es algo que hizo casi exclusivamente en el período que abarca esta recopilación (1980-1990).
Hoy bastante olvidado por fans y especialistas, Guillem Cifré fue un monstruo, no sé si un genio, pero seguramente un tipo que inventó muchas cosas geniales. Un deforme absoluto al que siempre está bueno revisitar, a ver si algún día se lo valora en un nivel acorde a su talento.
Dejanos tus comentarios:
Tenés que iniciar sesión para poder comentar.