Estamos en el año 2001 y Marvel atraviesa una etapa de jugar fuerte y patear el tablero todo el tiempo, alentada por los jefes de coordinadores, Joe Quesada y Bill Jemas. Entre tantas revoluciones, llega a la editorial uno de esos nombres que uno no asociaba ni a palos con Marvel. Me refiero obviamente a Grant Morrison. El guionista escocés venia de romperla en JLA y además de darle los X-Men, a Jemas y Quesada también se les ocurre que -en las vísperas del 40º aniversario de los Fantastic Four- Morrison era la persona ideal para este festejo. Así es como le asignan a nuestra querida “primera familia Marvelita” para una saga dentro del triunfador sello Marvel Knights, que nos dio gemas como The Punisher de Garth Ennis y Steve Dillon, Daredevil con Kevin Smith y Joe Quesada, Inhumans de Paul Jenkins y Jae Lee, o Madrox de Peter David y Pablo Raimondi, entre muchas otras series y miniseries que realmente llamaron la atención de los lectores y la crítica. La idea de los capos era que Morrison escribiera la historia definitiva sobre los Fantastic Four y los redefiniera por completo en este aniversario. Bueno, en mi humilde opinión puedo decir que no pasó ninguna de las cosas.
Ya mencionamos a Jae Lee por su labor en Inhumans y será él quien acompañe con sus dibujos a nuestro escocés favorito en Fantastic Four 1 2 3 4. Lee es un artista polémico, querido por algunos y odiado por otros, pero en esta obra está bien, cumple su objetivo.
Nos preguntamos ¿Por qué la historia se llama 1 2 3 4? La respuesta es bastante obvia, pero no deja de ser interesante mencionarla. Tenemos un nuevo plan maestro del villano por excelencia de la familia fantástica, el Doctor Doom. Cada número es protagonizado por uno de los integrantes de los Fantastic Four y vemos cómo Doom los va a “romper” para así por fin lograr su triunfo más ansiado. No piensen cada capítulo como una batalla a puño limpio (como quizás uno se espera), porque no es así. Acá las batallas se libran de otra manera, más psicológica. Una de las cuestiones para analizar es que vemos a la familia dividida y el gran ausente (pero que está siempre presente) es Reed Richards. Doom potencia las debilidades de los Fantastic Four para poder vencerlos. El número más logrado es -sin duda- el dedicado a Invisible Woman, donde Sue manifiesta sus inseguridades mediante su poder y la tenemos en estado invisible en casi todo el capítulo.
Además de la Primera Familia de Marvel, en este festejo de los 50 años aparecen otros personajes indispensables. El 5 sería el Doctor Doom, el 6 Namor, el 7 el Hombre Topo y el 8 Alicia Masters. No le den pelota a mi asignación numérica, es una simple manera de mencionarlos. Casi todas estas apariciones tienen poca relevancia, son casi excusas que imagina Morrison para ponerlos en el juego. Y los grandes ausentes son los pequeños Valeria y Franklin, los hijos de Sue y Reed Richards.
La verdad es que, para una miniserie que venía a patear todo y para la expectativa que había puesta en ella (tanto de los autores como de los lectores) Fantastic Four 1 2 3 4 terminó por ser un producto… particular. Como evento aniversario resulta sumamente fallido, porque no termina aportando nada a la historia de los queridos Fantastic Four y queda muy lejos de ser algo trascendental como se pretendió instalar. Pero por otro lado no podemos evitar que lo que hace Morrison nos llame la atención. Verlo jugar con estos juguetes aunque sea sólo por esta vez es fue definitivamente divertido.
Varios años antes de Jonathan Hickman, por Fantastic Four pasó Morrison. El escocés nos dio un relato del cuarteto con un cierto aroma a Hickman… Es raro pero está ahí. yo lo huelo. ¿O será que tengo problemas de olfato, o simplemente estoy loco?
Me retiro a jugar una partida de ajedrez con un Doombot. Lo dejo ganar porque si no me mata… creo.