Ya quedan pocas entregas de esta columna, y es hora de abordar una de las «obras malditas» de Grant Morrison, tan oscura que ni siquiera está traducida al castellano.
St. Swithin´s Day es una historieta de apenas 24 páginas, que originalmente apareció serializada en 1989, en la efímera (pero excelente) revista británica Trident. En 1990, Trident la recopiló en una revistita a todo color (la serialización fue en blanco y negro), pero con una tirada bajísima, que se agotó muy rápido. Al año siguiente, la editorial se fundió, y nunca más se reeditó este material en el Reino Unido. Por suerte en 1998 apareció la editorial estadounidense Oni Press, que la reeditó en blanco y negro, y con una tirada más grande (es lógico, para 1998 Morrison ya era una mega-estrella a ambos lados del Atlántico), que en su momento se conseguía bastante fácil. ¿Por qué no se reeditó a todo color? Aparentemente porque las guías de color, realizadas por Steve Whitaker, se perdieron cuando cerró la editorial Trident.
La trama se desarrolla en algún momento de la década del ´80, ese período en el que el Reino Unido estaba bajo el gobierno conservador de la nefasta Margaret Thatcher. La Primer Ministro se va a presentar en una escuela el día de St. Swithin (15 de Julio) y un pibe de 19 años medio trastornado cuyo nombre no sabemos, odia a esta hija, nieta y bisnieta de putas y la quiere matar. Seguramente hay algo de autobiográfico en la historia, porque Morrison también era pibe en los ´80 y siempre militó contra los gobiernos conservadores y en especial contra el de Thatcher.
El grueso del comic consiste en meternos en la cabeza del protagonista, y ver de cerca sus rayes, sus obsesiones y esa angustia adolescente con la que tanto nos identificamos si leemos esta historieta en nuestros años mozos. Leído de adulto, el comic es un toque demasiado obvio: Ya en la primera secuencia, cuando el pibe se punguea un ejemplar de Catcher in the Rye, Morrison empieza el derrape hacia un cliché medio grotesco, que se termina de consumar cuand el protagonista se escribe en la frente las palabras «neurotic boy outsider». Por otro lado, leído hoy en Argentina, un comic cuya premisa es «odio a esa líder política entonces le voy a pegar un tiro, pero finalmente eso no sucede» se siente demasiado cercano, demasiado real y demasiado aberrante. De todos modos me copa el final: el pibe en vez de pelar un chumbo y matar a Thatcher, le hace «bang» con los deditos en forma de pistola. Los custodios lo recontra cagan a trompadas, pero el pibe igual siente que todo valió la pena por el cagazo que se pegó esa vieja turra. El imbécil que trató de matar a Cristina ni siquiera siente eso, porque CFK se dio cuenta de que le dispararon cuando el peligro ya había pasado. Ah, y el juego de palabras entre Rambo y Rimbaud también está muy logrado.
El resto la verdad que no envejeció bien, no sólo porque quedó anclado a la coyuntura política del Reino Unido de hace… 40 años, sino porque el truquito de generar revuelo o repercusión mediática con una historia en la que un pibe trata de asesinar a una líder política, hoy resulta de pésimo gusto. Y la verdad es que en 24 páginas no pasa mucho más que eso: angustia juvenil, una reacción violenta y un arma que no es tal. Alguna vez, Morrison le hizo decir a King Mob «una bala bien puesta puede cambiar el mundo», pero en St. Swithin´s Day el protagonista no logra mucho más que pegarle un susto a Thatcher.
Aún así, en su momento la historieta logró el efecto buscado: los medios thatcheristas hablaron (pestes) de la obra y hasta se tocó el tema en la Casa de los Comunes, una de las cámaras del parlamento británico.
El dibujo está a cargo de Paul Grist, o mejor dicho de un Paul Grist muy primerizo, muy lejos del nivel que alcanzaría en obras consagratorias como Kane, o sus trabajos para la serie de Grendel. Pero capta bien la atmósfera del guion, la depresión, la onda de «está todo mal, pero incluso en eso hay una cierta belleza». Este Grist tempranero ya se lucía en los contrastes entre blancos y negros muy marcados, y en la elección de los ángulos para enfocar la «acción».
El protagonista dice escuchar en su cabeza los acordes de «There she goes», pero a mí me sonaba todo el tiempo «Half a Person», de The Smiths. Más allá de la banda de sonido que le quieras poner, St. Swithin´s Day es una historia menor en la bibliografía de Grant Morrison, interesante porque es su manifiesto político más claro, más explícito, y porque de alguna manera preanuncia algo de lo que veremos años más tarde, mucho mejor resuelto, en Kill Your Boyfriend. Y también está bueno para ver cómo dibujaba Paul Grist antes de descubrir Sin City y pegar ese salto cualitativo impresionante que le vimos a principios de los ´90.
En su contexto (1989, antología británica que tuvo menos éxito que un Silver Solarium en Nigeria, dibujante desconocido, Morrison recién desembarcado en el mainstream de EEUU, Margaret Thatcher cerca de cumplir diez años en el poder, un clima político de inequidad y exclusión en el que los jóvenes sentían que no iban a tener futuro) la historieta funciona dignamente, o por lo menos no decepciona. Hoy no te digo que sea olvidable, pero no conserva ni la trascendencia ni el impacto de cuando la leímos por primera vez en su momento.
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