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NOTAS

Grip: The Strange World of Men

En 2002 y a través del extinto sello Vertigo, Beto Hernandez da a conocer una de sus obras "menores".
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Jueves 25 de julio, 2024

Estamos en 2002. El año anterior, Love and Rockets volvía de la tumba en formato comic book y Beto Hernandez, el ídolo, empezaba a serializar una de sus obras maestras: Julio’s Day. Después de un puñadito de miniseries con personajes de Palomar (y no tanto), los Bros Hernandez vuelven al foco comiquero, más allá de que seguían publicando cosas. En el ´99, a Beto se le presenta la oportunidad de entrar a las grandes ligas, y le dibuja una historia a otro héroe underground, Peter Bagge. “Yeah!” ya va a tener su entrada en esta columna, pero vale mencionar que es el debut de Gilbert en DC Comics, bajo el paraguas de Homage/Wildstorm. De nuevo en el 2002, le llega otro logro relevante: su primera aparición en Vertigo, el subsello por excelencia de la Distinguida Competencia, donde metería un par de historias que, por supuesto, van a tener su respectiva nota muy pronto. Pero hoy vamos a hablar, como ya dije, de su debut en Vertigo, bancado por la coordinadora Shelly Bond.

“Grip: The Strange World of Men”, es una miniserie de cinco números publicada entre Noviembre del 2001 y Marzo del 2002 (recopilada en libro por Dark Horse, 12 años después y en blanco y negro)… y más que hablar del extraño mundo de los hombres, Beto habla de un mundo extraño. Un guion experimental pero más accidentado que logrado. Es difícil de hacer un racconto del contenido porque es enrevesado al pedo, se termina de contar de un modo más sobrio sobre el final y aún así dicho clímax también tiene sus ribetes de más. A diferencias de ideas previas un poco más contenidas y desarrolladas de un modo amable, acá nada tiene sentido, ni siquiera cuando se explica.

Ya es muy raro desde el inicio, cuando vemos a Mike Chang (el protagonista) en la calle, con un ataque de confusión: no sabe quién es, dónde está parado ni por qué tiene dentro de su saco la identificación de una persona que no es él (Clarence Gideon, afroamericano) y trata infructuosamente de reconstruir sus pasos, o al menos de averiguar quién es Gideon y por qué tiene su billetera. En el medio es abordado primero por un supuesto amigo, Joe Hook, y después por una pandilla aparentemente pesada, los Overboys. En medio de una balacera, Chang es abordado y protegido por dos chicas misteriosas… y de golpe la piel cobra vida y se va del cuerpo. Así termina el primer número de esta mini, en medio de giros abruptos, diálogos sin sentido y un cliffhanger que rompe un poco con cualquier tipo de intención verosímil que se le quiera buscar. Después, la trama no hace otra cosa que escalar, enredarse sobre sí misma mientras se suman nuevos personajes más que particulares, bien al estilo Beto (un mafioso enano y una nenita con superpoderes) que, en manos de otros artistas, no terminarían de encajar. Él, aunque lo haga medio a la fuerza, hace que tengan sentido.

El problema con Grip es que Beto se va cebando número a número. En lugar de buscar ordenar o simplificar las cosas, elige el camino de hacer lo que le pinte. No es que lo freak le sea esquivo, lo ha demostrado en muchas historias previas y posteriores a ésta. Pero acá le tomó el gusto a la improvisación sin ningún tipo de piso, simplemente escribir y ver qué pasa.

¿El resultado final? Uno muy irregular y flojo, que no resiste ningún tipo de análisis. Lo cual es curioso, porque Gilbert demostró muchas veces ser un guionista con imaginación, alguien competente para contar una historia costumbrista, así como también pasarse un par de pueblos con la imaginación (la macrosaga de Palomar está repleta de momentos que se suelen catalogar como “realismo mágico”) y de un humor muy particular. Acá le falló un poco la gracia. El principal error pasa por exagerar ciertas cuestiones de género. Lo que parece empezar como un thriller sobre la identidad misteriosa del Chang, crece para convertirse en una conspiración donde el líder es un clon de Michael Jackson (juro por Dios que es cierto). El problema pasa por la cantidad de cosas que Gilbert quiere meter en un espacio ciertamente acotado (una miniserie de cinco) que quizás tendría mejor cabida en una serie regular o en una novela gráfica.

El Beto de los primeros 2000 es uno que todavía dibuja con tranquilidad, de forma suave y amable, pero menos virtuosa (como siempre decimos, pobre). Sin embargo, acá se le suma una novedad: color, a cargo de Pamela Rambo, que le agrega una tridimensionalidad al arte y lo levanta bastante. Uno está más acostumbrado a verlo en blanco y negro, con un trazo salvaje, rápido, caótico por momentos. Sin embargo el brillo que le suma Pamela ayuda a generar mejores climas, a darle una intensidad y profundidad a un estilo básico pero cumplidor.

Si se lo compara con trabajos “contemporáneos” (Julio’s Day y las historias que presentaba en la serie “Luba”), Grip es una obra menos que menor de Gilbert Hernandez. Más “recomendable” a los hernandófilos irrecuperables, los fans quemados de Love and Rockets completistas que tienen que leer hasta el fanzine más croto y misterioso porque el amor a los Hermanos es total. Un mal Beto, de todos modos, es mejor que unos cuantos… incluso con sus rarezas más difíciles de tragar.