Palomar y Después

Beto Hernández arma una nueva sociedad con otro militante del indie, Peter Bagge.

Yeah!

24/09/2024

| Por Gonzalo Ruiz

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Si en una licuadora ponés “Magical Mystery Tour” (la película para televisión dirigida por los Beatles), “This is Spinal Tap” (obra maestra del celuloide dirigida por Rob Reiner) y “Josie and the Pussycats” (el comic de Archie creado por Dan DeCarlo), y a esa mezcla le enchufás como condimento los guiones sardónicos pero tiernos de Peter Bagge y el dibujo más redondeado y amable de Gilbert Hernandez, te queda “Yeah!”, el debut de estos dos artistas dentro de una editorial mainstream: DC Comics (aunque originalmente salió bajo Homage, y actualmente es republicado por Fantagraphics).

Tanto Bagge como Hernandez tienen a la música como una gran influencia para su arte. De Beto ya se habló mucho, tanto en la mega-nota de Love and Rockets (Comiqueando Digital número 8) como en algunas de estas entradas (y en las que vendrán, quizás). Del lado de Peter, podemos decir que su mitológico “Hate” supo reflejar mejor que nadie la pesadumbre de la movida grunge washingtoneana de principios de los ‘90, una onda que estaba en contra del rock and roll más vintage de los ‘70, del hair metal y otras expresiones chillonas de los ‘80… una onda inconformista total, disruptiva. Esta gran serie catapultó a Bagge a la fama, y le dio un prestigio en Fantagraphics que lo puso a la altura de los Bros. Hernandez (que también estaban bajo el paraguas de Gary Groth).

La fama, quizás no reflejada en las ventas pero si en los comentarios dentro de convenciones o publicaciones periodísticas, hizo que Shelly Bond tentara a Bagge para escribir una serie mensual para Vertigo. Peter se encontró con dos problemas: por un lado, nunca sintió afinidad por los “géneros” explotados por el subsello de DC Comics en ese entonces. Lo otro no es un problema en sí, sino algo que le llamaba poderosamente la atención al dibujante en ese momento, que era el crecimiento de su hijita, que para ese entonces tenía 8 años, y Bagge sentía fuerte la influencia de las cosas que ella consumía (particularmente las Spice Girls). Esto hizo que él sintiera un nuevo apego por grupos de chicas (bubblegum pop, muy en boga en los ‘60 y principios de los ‘70 -básicamente las ya mencionadas Josie and the Pussycats) de las que era fan en su juventud. 

Con esto en mente, le propuso a Shelly un cómic sobre una banda de chicas bubblegum/punk/DIY. Bond estaba encantada, pero a sabiendas de que esto no tenía nada que ver con Vertigo, mandó el proyecto a Homage. Mientras tanto, Bagge buscó a Gilbert, otro fanático cebiche de DeCarlo, que lo hacía idóneo para esta historieta. Así la batería marca 1, 2, 3 y arranca “Yeah!”

La idea de la serie es retratar a la banda más famosa de ¿la galaxia? Sí, no es joda: este trío formado por Crazy en guitarra, Woo Woo en teclados y Honey en batería triunfa en distintos aspectos de la vasta vía láctea (y más allá), pero en la Tierra, más concretamente en Estados Unidos está relegada al absoluto y bochornoso anonimato. Bajo esta divertidísima premisa se desarrolla “Yeah!” (que también es el nombre de la banda), con secuencias espectaculares de sus fans alienígenas que expresan su amor de formas completamente anormales y sus cobros millonarios en una moneda que no pueden disfrutar en su país natal, todo gracias a Crusty, inescrupuloso manager (y un tanto polémico, que busca levantarse a Woo Woo, menor de edad, cosas del rock…).

¿Dónde está el “Magical Mystery Tour”? En la lisergia de pensar una banda que viaja por el espacio (no es que pase eso en la película de los Beatles, pero hay otro tipo de “viaje interestelar” gracias al motor del porro y LSD) para tener aventuras musicales. ¿Y el “This is Spinal Tap”? En las secuencias del backstage de la banda. Hay recitales en lugares inexplicables, situaciones extremadamente paródicas que bien pasaron en vidas reales de muchas bandas, peleas absurdisímas y manejos espurios del manager que de tan pelotudas, te hacen reír. No me consta que Bagge se haya inspirado en esta obra mayúscula del séptimo arte, pero tampoco sorprendería que esto sea así. La historieta y el rock no tuvieron tantos cruces, si sacamos de lugar las veces que Kiss mojó el tuco en este ámbito artístico, entonces “Yeah!” funciona a la perfección como una adaptación gráfica y suavizada para jovencitas de ciertos dogmas rockeros hartamente explotados, parodiados y ridiculizados.

Hay que hablar de “Yeah!” en esta columna, pero obviamente el crédito mayor de esta genialidad radica sobre Peter Bagge, más allá que el dibujo de Gilbert está a punto caramelo: el mejor momento del ídolo está en este lapso del 99/00, que abarca también los años del segundo volúmen de Love and Rockets. Su estilo está bien definido y separado del de su hermano Jaime, más redondito, cuidado y, en las revistas originales, coloreado por Joanne, la mujer de Peter (la recopilación de Fantagraphics es en blanco y negro). Así y todo, es menester hablar de esta obra, quizás muy poco citada en retrospectivas de ambos artistas por culpa de sus antologías más famosas y célebres. Pero, como fan de Peter Bagge, es muy divertido observarlo en un campo mucho más ameno, sin ser un observador crítico o un gran comediante de actualidad como pasa en Bat Boy. “Yeah!” es un cómic muy bonito, agradable de ver y leer, con el humor bien puesto y con la dosis justa de humor irreverente que tan bien simboliza a esta dupla que nunca volvería a coincidir (Las otras duplas muy breves que formaría Beto serían con Darwyn Cooke -ya repasada en esta columna- y con Tini Howard en 2017).

Tristemente, “Yeah!” fue un fracaso. Para Peter Bagge, el motivo se debe a que sus fans no lo entendieron, esperaban otro acto de rebelión irónico y sarcástico, de mandar a cagar al sistema y no una historieta infanto-juvenil. Esto condenó al proyecto no solo a durar nueve números, sino que también cajoneó un proyecto de adaptación televisiva (Bagge cuenta en el prólogo a la edición de Fantagraphics que tampoco ayudó la película duramente criticada de “Josie and the Pussycats” del 2001). En este mismo prólogo, Bagge se lamenta porque se vio frustrada su idea de un cómic ideal para un público muy difícil de conquistar, que es el de las chicas del rango de edad ya mencionado, quizás hoy más seducidas por el manga y no por el viejo comic book. Afortunadamente, la edición que recopila estos números (publicado en español por La Cúpula) está disponible justamente para poder entregarle a este tipo de lectoras algo distinto, quizás ideal para ellas.

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