Allá por 1990, un poco cansada de cosechar premios y prestigio pero de no vender un pomo, la editorial Fantagraphics decidió crear el sello Eros, para publicar historietas porno, algo que en Estados Unidos nunca había tenido lugar en el mercado. El experimento duró unos cuantos años, y sirvió para que aparecieran un puñado de obras bastante decentes, en las que creadores de los que siempre hicieron otro tipo de historietas pudieron incursionar en la siempre fértil temática del sexo sin tapujos.
Parte del material que se integró al sello Eros fue comprado a autores europeos, que ya estaban haciendo historietas eróticas para ese mercado, pero la mayoría fue realizado por autores de EEUU, a pedido de la editorial de Seattle. Entre todos los autores yankis que aceptaron la propuesta para incursionar en el porno, sin dudas el más prestigioso, el más consagrado, el que más tenía para perder si Eros era una catástrofe, era Gilbert «Beto» Hernández, el co-creador de la gloriosa Love & Rockets, tal vez la revista más emblemática, más influyente, de todas las que publicó Fantagraphics en su larga y rica historia.
Así, entre 1990 y 1991, Beto produjo los tres comic books que integraron la miniserie llamada Birdland, el lanzamiento más promocionado del sello Eros Comix. Las revistitas salieron a u$ 1.95, se agotaron rápido, y solo el nº1 tuvo una segunda edición. En Junio de 1992 se recopilaron en un TPB (el primero de la colección Eros Graphic Albums), que se vendió a u$ 9.95. El libro salió con 80 páginas, y además de los tres numeritos, incluye las portadas en blanco y negro, algunos dibujos sueltos de Beto y la historieta de una página llamada «Tierra de Pájaro», que había realizado en 1991 para una publicación benéfica. El TPB también se agotó rápido (tuve suerte, lo compré ni bien salió y logré que Beto me lo firmara), y Fantagraphics lo reeditó varias veces. La última edición salió a la venta en Octubre de 2000, y desde entonces no se volvió a reimprimir nunca más.
¿Y qué pasa cuando un libro se deja de reimprimir? Se genera una demanda que nadie satisface y esto impulsa los precios de las ediciones que existen hacia el infinito y más allá. Bridland no fue para nada la excepción. Veamos con qué nos podemos llegar a encontrar si la quisiéramos comprar hoy, para festejar los 30 años de la aparición del TPB.
En My Comic Shop no están ni las revistas ni el tomo recopilatorio. En eBay tampoco lo ofrece nadie. En Amazon tiene que estar, no? Sí, pero las revistitas están arriba de u$ 20 y por el TPB te pueden pedir entre u$ 60 y u$ 100, siempre hablando de la edición de 2000, que es la única que aparece. Mile High tiene fama de que te rompe el ojete con los precios, pero también tiene ejemplares de Birdland: las revistitas van de u$ 29 a u$ 110, y el TPB te lo ofrecen a u$ 135, en un estado que no es el mejor.
El mejor precio lo encontré en Abe Books: ahí las revistas están a precios casi razonables (el nº1 está a u$ 9 y el único que supera los u$ 15 es el nº3) y es el único lugar donde alguien ofrece el TPB en su primera edición, la de 1992. Lo vende un chabón de Finlandia, que lo tenía a u$ 80 y lo bajó a la mitad. Hoy está a muy garpables u$ 40… pero te aclaran que el envío de Finlandia a EEUU cuesta u$ 34. Imaginate cuánto puede costar hasta Argentina…
La verdad que estamos como para buscar otras opciones. ¿A ver qué onda España? Ahí existe una sola edición: la de La Cúpula, que la publicó en libro el 21 de Mayo de 2002. Este tomo es aún más inconseguible que el yanki, no está disponible en ningún sitio de la web, salvo en Amazon, donde un desubicado te pide 270 euros por el broli de 96 páginas en tapa blanda. ¿Por qué tendrá 96 páginas si el yanki tiene 80? Me pregunto qué le habrán agregado los españoles a ese tomo. Si alguno sabe, me cuenta, que me dio curiosidad.
Se complicó lo de la edición de La Cúpula, porque el precio está ido MUY al carajo. Veamos otra opción: el único país donde Birdland se editó en tapa dura es Francia. Salió casi en simultáneo con Estados Unidos, en 1992, en la editorial Glénat. Y a pesar de los años transcurridos, aún hoy se consigue a un precio más que accesible: u$ 22. Comparado con lo que veníamos viendo, es casi un vuelto. Sin dudas es muy tentador, para quienes puedan leer en francés.
En Brasil se editó recién en 2010, con el título Birdland: Uma Aventura dos Sentidos. Lo lanzó la editorial Arte Seqüencial a 34,90 reales, que serían un poco menos de $ 800 nuestros. Muy tentador, también, si se consiguiera a ese precio. Hoy no baja de los 65 reales en ningún sitio de internet.
Y aunque parezca una joda, en Argentina hubo una edición de Birdland con muy poco delay respecto de la original. La historieta apareció cortada en cuatro fetas, entre los nºs 9 y 12 de la revista Puertitas Supersexy, entre 1992 y 1993. El nº11 incluye además una breve entrevista que le pude hacer a Beto Hernández en San Diego, el día que me firmó el TPB. En aquel entonces, cada número de SuperSexy costaba $ 4.50, y además de Birdland te vas a encontrar con algunas historietas MUY chotas y otras de autores consagrados (Jean-Claude Forest, Massimo Rotundo, Juan Zanotto, etc.) que se dedicaban a la historieta erótica para facturar. Aún hoy no es infrecuente encontrar números de SuperSexy en mesas de saldo, así que si querés leer Birdland en papel y por poca guita, probablemente esa sea tu mejor opción.
Me queda poco espacio para hablar de la historieta, que aún hoy es bastante controvertida. Hay fans de Beto que la aman y fans de Beto que la detestan. Hay una leve conexión con la saga de Palomar (la historieta que Beto serializó durante décadas en Love & Rockets y otras publicaciones), porque aparecen Petra y Fritz, las hermanastras de Luba, pero si bien tienen el mismo aspecto que en L&R, juegan roles totalmente distintos. Fritz, por ejemplo, en vez de Martínez se apellida Herrera, y en vez de actriz es psiquiatra. O sea que hay que hacer una magia bastante compleja para considerar a Birdland parte de la obra troncal de Hernandez.
Y la historia en sí es una orgía de sexo fuera de control. Un festival de penetraciones, felaciones y eyaculaciones que arranca más o menos tranqui y va in crescendo, a medida que entran a jugar elementos poco frecuentes en las historietas porno como un medallón con bizarros poderes, la hipnosis o la abducción de terrícolas por parte de invasores alienígenas. Hay algún momento un poco más reflexivo, casi dramático, en el que Beto explora situaciones vinculadas a las relaciones de pareja, pero en general estamos frente a una comedia descontrolada, en la que se garcha sin parar, todos contra todos, aunque sin olvidarse del hilo conductor de la trama. En un registro completamente distinto al de las obras que había firmado hasta ese entonces, pero con la misma e inusitada calidad en su dibujo, Beto Hernandez eligió divertirse un rato. Birdland funciona como un paréntesis de delirio, enfiestes y lechazos en medio de sus relatos más profundos, y si no le pedís más que eso, está muy bien.
Acordate: si la tenés, no la prestes. No solo es difícil de conseguir, sino que su elevado voltaje erótico hace que te la puedan llegar a devolver toda pegoteada.


