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NOTAS

Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas

Es tiempo de rescatar una historieta de 1971, perdida en las páginas de la inolvidable revista Trinca.
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Martes 16 de diciembre, 2025

Planeta Trinca

La revista Trinca fue un experimento único e irrepetible, que se puso en marcha en España en 1970 y duró apenas un par de años. No voy a explicar en detalle qué fue y cómo funcionó Trinca, porque ya lo hizo el maestro Rafael Marín en un extenso artículo publicado en el nº9 de Comiqueando Digital (podés descargar la revista en https://comiqueandoshop.blogspot.com/2024/07/comiqueando-digital-n9.html desde cualquier punto del planeta).

Pero es importante señalar que Trinca era una revista quincenal, apuntada a los jóvenes, y compuesta prioritariamente por historietas de autores españoles, con un mix muy atractivo entre estilos clásicos y vanguardistas, y con cabida para autores nuevos, sin una gran trayectoria a sus espaldas. Esto generaba que en algunos números la calidad del material fuera una montaña rusa, que pasaba de una gloria del Noveno Arte a un mamarracho impublicable, casi de una página a la siguiente. Y eso era parte del atractivo de Trinca: descubrir material que no era el obvio y ver qué nos gustaba de todo eso que la revista nos ofrecía. Finalmente, la editorial Doncel decidió cancelar la publicación el 1º de Agosto de 1973, con el nº65, y nunca hubo otra revista parecida, por lo menos en los países de habla hispana.

Vicente va al frente

En algún momento de 1970, la editorial Doncel lanzó su primer concurso de Historieta, en el que participaron (como es habitual) jóvenes sin trayectoria que aspiraban a incorporarse profesionalmente a la industria. El ganador fue Vicente Martínez Gadea, por entonces estudiante de Arquitectura y Bellas Artes, luego convertido en prestigioso arquitecto. La historieta con la que ganó Gadea se llamó Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas, y a partir del nº10 de Trinca se empezó a serializar en las páginas de la revista.

Según Marín, "el autor reconoce que la realizó para ganarse unos dinerillos y para impresionar a una compañera de facultad, Chelete, que luego sería su esposa: los nombres de los niños protagonistas son, curiosamente, los de los once hermanos de la dama en cuestión".

Tres rarezas

Hay tres cosas que llaman mucho la atención en Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas. Primero, el título te cuenta lo más importante de lo que va a pasar en la historieta, te plantea el conflicto que Gadea va a desarrollar en estas 61 páginas. Segundo, era una historia de tono bastante más infantil que la mayoría de las que aparecían en Trinca, algo que se evidencia ya desde el dibujo de Vicente Gadea, que si bien es excelente, y maneja una multiplicidad de recursos gráficos, plásticos y narrativos, muestra una estética muy naïf, y una fuerte influencia de los dibujos animados de los años ´60. Y tercero, esta será la única historieta de Gadea, que no volverá a incursionar en este medio, a pesar del buen recibimiento que tuvo su obra.

Al que quiera Chelete

La trama es tan sencilla que está resumida en el título de la obra: una maestra llamada Celeste (y apodada Chelete) llega a un pueblito costero perdido en la nada, donde descubre que no hay escuelas y que los pocos niños que viven allí (solo diez, de distintas edades) no tienen clases ni reciben ningún tipo de educación. A pulmón, y a puro entusiasmo, Chelete arma una pequeñísima escuela en una vieja torre medio hecha mierda, que parece abandonada, pero en realidad es la guarida de una banda de contrabandistas, que entran y salen por la torre hacia una gruta en la que cargan y descargan la lancha que usan para cometer sus felonías. Chelete y los alumnos reparan la torre, consiguen pizarrón, pupitres, y cuando todo parece ir viento en popa, los contrabandistas deciden recuperar su base de operaciones.

En el tramo final habrá piñas, tiros, niños secuestrados y maltratados por los adultos, persecuciones con helicópteros y tragedia, porque todos se van a convencer de que Quique, uno de los niños, murió tratando de detener a los criminales.  O sea que en solo 61 páginas pasamos de situaciones muy tiernas y pueriles a otras bastante espesas, a medida que la aventura gana protagonismo dentro de la obra.

Quince quincenas

Con dudoso criterio, Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas se serializó en Trinca a lo largo de 15 números de la revista quincenal. Alguien decidió cortarla en fetas, de manera totalmente arbitraria, porque Vicente Gadea pensó esta historieta como una breve novela gráfica. En ningún momento hay cliffhangers forzados cada tres o cuatro páginas, que indicaran que el autor estaba pensando en una serialización con "continuará". Por el contrario, los cortes de episodio son tan abruptos y anticlimáticos, que es obvio que Gadea no tuvo ni voz ni voto en ese aspecto de la publicación.

Felizmente, la historieta fue incluida en la Colección Trinca, álbumes de tapa dura que (a partir de 1971) recopilaban el material originalmente serializado en la revista. El álbum que recopila Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas es el sexto de la colección, y se publicó en 1972, con una excelente calidad de papel, impresión y encuadernación. Solo faltó reemplazar el rotulado mecánico (que aparecía en todas las historietas de Trinca) por alguna tipografía más copada, pero estamos hablando de 1972, cuando eso hubiera requerido un trabajo enorme... y cuando la mayoría de los lectores no le prestaban atención a esos detalles.

Al leer la historieta toda de un saque, sin los cortes metidos a la fuerza, sin dudas se aprecia y se disfruta muchísimo más. Y si bien esta edición le hace (por fin) justicia a la gran labor de Vicente Gadea, fue la última. Nunca más hubo reediciones de Una Escuela en la Torre de los Contrabandistas, y este álbum (publicado hace más de 50 años por una editorial extinta hace décadas) es muy difícil de conseguir. En paralelo, al no existir una continuidad (porque Gadea no volvió a producir historietas), la obra cayó gradualmente en el olvido y hoy es algo que solo los muy eruditos y los muy nostálgicos de aquella "primavera de Trinca" recuerdan. Una pena, porque se trata de una historia que merece ser disfrutada por varias generaciones.