Ya está a la venta, al menos en los Estados Unidos, el último número de All Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely.
Primero, quién iba a creer que Quitely fuera a cosechar doce números antes que Jim Lee? y segundo, a pesar del bajón de las dos últimas entregas, estamos realmente ante uno de los comics mejor pensados y orquestados en mucho tiempo. Una lectura obligada, extremadamente placentera, llena de emoción y grandes momentos de esos que quedan grabados en la retina.
Si tuviera que elegir un capítulo, sin dudarlo, elijo el número 10: una hsitoria emotiva que muestra los intentos de Kal-El por saldar las cuentas pendientes antes del inminente final.
Si hay alguno que no sepa de qué va All Star: imaginen al Superman Pre-Crisis, ése que había sido amigo de la infancia de Lex Luthor y que fingía todo el tiempo ser un tímido amanerado para ocultar su identidad secreta. Ése. Resulta que durante una misión de rescate en el Sol, Superman sobrecarga su propia batería solar al punto de llevarlo hacia la muerte en menos de un año. A pesar de todos los esfuerzos, tanto suyos como del Doctor Quantumm, la muerte del hombre de acero es inevitable. Este es el punto de partida que toma Morrison para recrear la miología del kiptoniano (revela a Lois su identidad, descubre nuevos poderes) por medio de una historia que trata sobre la vida, la muerte y el amor.
Uno de los mejores comcis, he dicho.
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