Y llegó, finalmente, Enero de 1993, el mes que da inicio a la Era Vertigo.
El sello impulsado por Karen Berger se hacía realidad. Seis títulos se desprendían de la línea superheroica de DC y lo más importante: la tradicional editorial lanzaba, por primera vez en muchísimo tiempo, series bajo el control de sus creadores (de aquí en más las llamaremos “creator-owned”), con conceptos 100% originales, pensados desde el vamos para un público más adulto y más sofisticado.
Pero veamos primero cómo fue la “vertiguización” de las series que arrancaron integradas al DCU y a las que, de a poquito, el nuevo sello escindiría de estas raíces.
Swamp Thing adopta el loguito Vertigo en su n°129, en el medio de la etapa escrita por Nancy Ann Collins y dibujada por Scott Eaton, que llevó a la serie a ser una de las menos vendidas de la editorial. Con el paso a Vertigo no cambiaría absolutamente nada, excepto las portadas, que pasarían a contar con magníficas ilustraciones de Charles Vess.
Para la revista de la Doom Patrol, en cambio, el pase a Vertigo (a partir del n°64) coincide con la despedida de Grant Morrison y la llegada de Rachel Pollack, la guionista que hundirá las ventas de la serie hasta verla cancelada. También en ese número se suma Brian Bolland como portadista (aunque se quedará poquitos números) y se mantiene en su puesto Richard Case, el dibujante principal de la era Morrison, que también abandonará la serie unos meses más tarde.
Si venías leyendo Hellblazer, ni te das cuenta del cambio. La revista incorpora el logo de Vertigo en su n°63, en plena etapa de Garth Ennis y Steve Dillon, y sigue como si nada, hasta que unos años más tarde incorpora el uso de la palabra “fuck”. El 63 es un unitario glorioso, en el que John festeja sus 40 años de un modo… demasiado brillante como para contarlo acá.
La serie de Animal Man recibe el loguito de Vertigo en el n° 57, en un momento extraordinario: justo un número después de terminada la saga Flesh & Blood, en la que el guionista Jamie Delano y el dibujante Steve Pugh le pegan un giro increíble a Buddy Baker y lo alejan notoriamente del resto de los superhéroes.
El caso de Sandman es el más radical. El n°47 es el primero con sello de Vertigo, pero no sólo no se modifica en lo más mínimo el equipo creativo (en ese momento acompañaba a Neil Gaiman la gran Jill Thompson), sino que sigue avanzando como si nada un arco argumental (Brief Lives), que había empezado varios meses antes y terminaría un par de meses después.
Y finalmente, en la revista Shade, the Changing Man, el cambio es muy leve. El n°33 (primero bajo el ala de Vertigo) mantiene la dupla integrada por Peter Milligan y Chris Bachalo, pero este pasa a ilustrar también las portadas, que hasta ese momento estaban a cargo de Brendan McCarthy.
Pero hay que sumar nuevas propuestas, y en Enero de 1993 saldrán también los primeros números de tres series regulares que, como estas seis ya mencionadas, toman a personajes surgidos en el DCU para darles una vuelta de tuerca distinta, a tono con la onda de “fantasía dark” que exploraban (de maneras bastante distintas) las seis series “vertiguizadas”.
La más exitosa resultó ser Sandman Mystery Theatre, que se colgaba del éxito del Sandman de Gaiman, pero en realidad no tenía nada que ver: se trataba de una serie policial, casi de género negro, ambientada a fines de los años ´30 (los albores de la era de los superhéroes) y protagonizada por Wesley Dodds, el Sandman de la Golden Age, que cada tanto aparecía (siempre en roles menores) en los comics de la Justice Society. El maestro Matt Wagner guiaría a Dodds por estas historias sórdidas y urbanas, sin caer en la tentación de mezclarlo con el Sandman de Gaiman (fuera de un especial co-escrito entre ambos) y apoyado por los dibujos del maravilloso Guy Davis, en su primer trabajo para una editorial grande.
Otro personaje tocado por la varita mágica de Gaiman era Black Orchid, heroína oscura y con poco uso desde principios de los ´70, pero protagonista de una bellísima miniserie escrita por Neil y dibujada como los dioses por Dave McKean, justo antes de arrancar con la ongoing de Sandman. Black Orchid recibió su propia serie mensual, que quedó a cargo del ignoto guionista Dick Foreman, mientras que por los dibujos pasaron primero Jill Thompson y después Rebecca Guay. Duró 22 episodios.
Y la tercera serie regular fue para Kid Eternity, otro concepto antiguo y polvoriento, que había estado perdido entre los pilones de back-issues de DC, hasta que en 1990 fue completamente relanzado por Grant Morrison y Duncan Fegredo, en una miniserie muy loca, que no recibió la atención que se merecía. En la serie regular, los guiones estuvieron a cargo de Ann Nocenti (que venía de romperla en Marvel) y los dibujos a cargo de un todavía precario Sean Phillips. Pero las ventas nunca acompañaron y la patriada duró sólo 16 episodios.
Y hay más lanzamientos, que me los guardo para la próxima entrega.
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