La Doom Patrol original tiene como mayor mérito –al igual que varios músicos de rock mediocres- haberse muerto. Si a algún editor trasnochado no se le hubiese ocurrido matar a todo el grupo en su último número -el 121 de Septiembre 1968-, hoy esa serie no sería más que una nota al pie en la carrera del dibujante Bruno Premiani (al que le damos más chapa por su nacionalidad que por su limitado talento). Obviamente, con el paso de los años, los guionistas sin ideas se encargaron de resucitar a todos esos personajes poco interesantes y lanzar nuevas versiones de este grupo de seres con poderes y problemas. Así fue como en los ‘70s–por culpa de Paul Kupperberg y Joe Staton, a partir de la Showcase 94 de Agosto 1977,- la Patrulla Condenada vuelve a dar pena como invitados en aventuras insignificantes, para pasar rápidamente al olvido hasta un nuevo relanzamiento a mediados de los ‘80. Supuestamente de la mano de John Byrne, la Doom Patrol vuelve en el Secret Origins Annual 1, de 1987, pero el barbeta se baja del carro y la serie mensual recae en Kupperberg y Steve Lightle. Con nuevos personajes pedorros y guiones sin mucho vuelo, se arrastran hasta el número 18 gracias a los lápices del prometedor Erik Larsen. Estamos en 1988 y ante la posibilidad de cerrar el título durante el crossover de Invasion!, DC prefiere aceptar una propuesta demencial del joven guionista escocés Grant Morrison y le preparan el camino para su desembarco.
Para el n°19, un par de personajes pedorros han muerto en el mega-crossover editorial y la invasión que triunfa es la de los guionistas británicos de la mano de Karen Berger: Morrison arranca en febrero de 1989 y revolucionará el título hasta febrero de 1993 (nº63).
A muchos nos gusta creer que la Doom Patrol de Morrison fue parte fundamental de Vertigo, pero a ciencia cierta, NINGUN número de esta serie escrito por el escocés fue publicado bajo el sello de Vertigo. De hecho, la primera revista de la Doom Patrol que lleva logo de este imprint es el n° 64, el primero de Rachel Pollack, la guionista que se hace cargo del título tras la despedida de Grant y que trata de copiarlo sin éxito hasta la justificada cancelación en el n°87 (febrero de 1995). Entonces, ¿por qué hablamos de la Doom Patrol de Morrison como pilar esencial y fundacional de Vertigo? Más allá de que las reediciones salieron con el sello del imprint, este comic presenta algunos factores que lo alejan de los superhéroes tradicionales y lo llevan al comic de autor, al mundo adulto y demente que proponían Berger y sus bretones.
Para este momento, Morrison tenía publicados en EEUU apenas un par de números de Animal Man pero ya había entregado el guión de Arkham Asylum, y DC sabía que era un grosso. Podía escribir cualquier cosa que quisiera, que se la iban a publicar. No muy convencido, Grant agarra al grupo de héroes freaks de la DC con la consigna de la editora “podés hacer lo que quieras”. Pide como dibujante a su amigo Richard Case y como portadista a Simon Bisley (que arranca en el 26) y ni lerdo ni perezoso reestructura todo el grupo y le mete locura, cultura, pero por sobre todo, calidad. Sociedades secretas bizarras, elementos del dadaísmo, surrealismo, técnicas de William S. Burroughs, ideas de Jorge Luis Borges y Heinrich Hoffmann, parodias a Liefeld, a Charles Atlas, a Punisher, al Constantine de Moore, todo vale dentro de aventuras extrañas, complejas, inquietantes y atrapantes. Morrison crea un género nuevo, el surrealismo superheroico, donde el enfrentamiento no es Buenos contra Malos sino Realidad contra Demencia, o Normalidad contra Imaginación, y los protagonistas no terminan de saber para qué lado patean. Los personajes que introduce el escocés desafían todas las características preestablecidas, tanto los miembros del grupo como los “enemigos”.
Entre los nuevos miembros de la Patrulla, Morrison nos presenta a Crazy Jane, una esquizofrénica con múltiples personalidades, cada una con un poder diferente; Dorothy Spinner la adolescente con cara de simio que puede hacer realidad a sus seres imaginarios; Rebis, un ser hermafrodita resultado de la mutación del espíritu negativo del Negative Man y luego de la Negative Woman; Willoughby Kipling, peculiar Caballero Templario, parodia de John Constantine; el olvidado superhéroe Flex Mentallo, un psicodélico Charles Atlas, y para irse a la mierda sin retorno, se une a la Doom Patrol Danny The Street, que es eso, una calle, pero consciente, con poder de trasportarse entre calles de otras ciudades, se comunica por los carteles de las vidrieras y encima… es travesti. Bingo.
La Doom Patrol solía tener villanos extraños, pero con Morrison, se cruzan todas las fronteras al Carajo y Más Allá: – los Hombres Tijera, una extraña y sádica secta que pretende que Orqwith (ciudad imaginaria creada como pasatiempo por un grupo de intelectuales mediante el denominado Libro Negro) sustituya a la realidad y recortan a las personas “sacándolas” de la existencia; – Red Jack, quien afirma ser al mismo tiempo Dios y Jack el Destripador, admira la música de Vivaldi y se alimenta del dolor de un sinfín de mariposas vivas clavadas en paredes; -la Brotherhood of Dada –en resonancia con la Hermandad del Mal, enemigos de la Patrulla en anteriores encarnaciones,- grupo de anarquistas que pelean contra la razón y la realidad, con miembros como Sleepwalk, que tiene poderes mientras duerme, The Quiz, que tiene todos los poderes que a vos no se te ocurran, Mr. Nobody, el líder bi-dimensional, quien desata a un cuadro capaz de devorarse la ciudad de París completa, entre otros; – el Culto del Libro No Escrito que trae a un Anti-Cristo filosófico; – los Hombres de N.O.B.O.D.Y. dirigidos por Mr. Jones (organización para-gubernamental encargada de liberar al mundo de rarezas); – la Nueva Hermandad de Dadá con miembros más extraños aún, que se apoderarán de la Bicicleta de Albert Hoffman (creador del LSD), con propiedades psicodélicas; el CandleMaker, un poderosísimo ser creado por el inconciente de Dorothy; razas alienígenas metafísicas y muchos más.
Para aquellos que no les importa que le cuenten las sorpresas de una serie, les recorté un texto que encontré en la web que resume una de las últimas entregas de Grant Morrison: “57 (julio 1992). ‘La naturaleza de la catástrofe’. Número esencial en la etapa Morrison de la Patrulla Condenada –traza el eje que articula toda la serie-: en él revisa y reconstruye tanto los orígenes como la historia del grupo, llevando a su máxima expresión el carácter enigmático y manipulador del personaje de Niles Caulder. El Jefe confiesa a Steele ser el asesino de Joshua: se había acercado demasiado a la verdad de sus planes. Asimismo le revela ser responsable de los accidentes que sufrieron los miembros originales de la Patrulla: Caulder manipuló el bólido en que se estrelló Steele, así como la nave de Trainor, y fue él quien provocó el accidente de Rita Farr. Todo ello no fueron más que simples experimentos sobre la condición humana: los tres eran seres altaneros que poseían todo lo que deseaban; los accidentes les arrebataron parte de su humanidad, haciéndoles mejores personas.
Después los reunió y los animó a demostrar que rarezas y tullidos podían estar a la altura de los seres “normales”. Reconoce también que Arani (su presunta esposa) fue otro experimento. Y fue él mismo quien provocó el fin de la Patrulla, porque le apartaba de su auténtico objetivo científico: crear vida. Lo cual finalmente ha logrado gracias a la nanotecnología: el Tanque Pensante. La reconstitución del equipo fue, en realidad, una pantalla para retomar sus experimentos bajo el patrocinio del gobierno. Su siguiente paso es aplicar la Teoría de la Curva Catastrófica (cambios inesperados obligan a adaptaciones que mejoran a los sujetos: como ocurre con los miembros de la Patrulla Condenada) a escala global. Provocará un Apocalipsis del que emergerá una humanidad mejorada. Entretanto Dorothy deja escapar al Hacedor de Velas, quien mata a Caulder y destruye el cerebro de Steele.”
Como pueden ver, esto no es algo que vayan a encontrar en un cómic del New 52… Las siguientes encarnaciones del grupo ya fueron de vuelta dentro del DCU, lejos de la experimentación, la demencia, la meta-ficción y la vuelta inteligente que nos propuso Morrison en estos cuarenta y pico de números extraordinarios. Con dibujantes apenas cumplidores -eclipsados por la magia del escocés- esta Doom Patrol expandió las fronteras de qué se puede hacer con personajes de comics y cómo la “Alta Cultura” y los superhéroes pueden fusionarse para generar un producto inteligente, de vanguardia y entretenido, lecciones que Vertigo aprendió y nunca tenemos que olvidar.
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