A veces me imagino a Tezuka en el momento previo a crear una historia, preguntándose “¿Qué vuelta de tuerca le puedo poner a un tipo de historia ya contada y hacerla completamente original?”. Porque de una manera u otra se las ingeniaba para contar una historia quizás ya repetida de otras maneras, pero su forma de encararlas siempre es distinta. Por supuesto, los años ´60 encontraron al Manga no Kamisama en las puertas del delirio, con infinidad de historias para contar tanto en manga como en animé, y no faltaba mucho para que el derrotero emotivo lo expulsara de su zona de confort para volcarse a relatos más sórdidos. Pero como dije, falta para esto, así que es hora de otra aventura shonen con robots gigantes… o algo parecido.
Al poco tiempo de empezar el animé de Astroboy, Tezuka comenzó la serialización de Ambassador Magma en la revista Shonen Gaho de la editorial Shonen Gahosha entre Mayo de 1965 y Agosto de 1967. Una historia que, si la tenemos que resumir en pocas palabras, trata sobre una invasión alienígena que debe ser detenida por tres cohetes que se convierten en robots… si, son cohetes que se convierten en robots, no robots que se convierten en cohetes. Puede parecer una boludez pensar que el cambio de orden en las palabras cambie algo, pero así lo establecen los mismos personajes. Este manga de aventuras con mechas salió en un momento donde el mangaka estaba con ¡diez historias a la vez!, entre ellas históricas como la ya mencionada Astroboy o La Princesa Caballero. Y aún así, la historia no tiene ninguna baja, sea narrativa o artística, aunque sí un estiramiento innecesario.
Si yo te cuento que esta historia que comienza como un combate entre un alienígena/kaiju contra un mecha que después toma ribetes cuasi teológicos, capaz te cagás de risa o pensás que es inviable. Sin embargo no: es recontra viable y capaz hasta no te das cuenta en qué momento se hace ese cambio. Por su fluidez, lo sentís como válido y seguís enfrascado en la voluminosa lectura. Decía: un combate entre un kaiju contra mechas. Goa (o Gore, en la edición yanki) es un alien conquistador/ coleccionista de planetas que se topa con la Tierra y, por supuesto, la quiere para sí. Primero demuestra sus poderes al secuestrar a 200 periodistas con sus respectivas familias y las envía 300 millones de años al pasado como muestra de su poderío. A partir de ahí, comienza el asedio con diversas técnicas de ataque. La línea de defensa es Ambassador Magma, un “rocket man” (que no es lo mismo que un mecha, pero bueno, para no complicarla más con explicaciones) que sigue las órdenes de su amo, Earth. Lo acompaña su “familia”: una rocket woman llamada Mol y su “hijo”, Gum.
¿Qué raro, no? Una familia robot. Desde el vamos con esto me refería a las particularidades, los giros que el Dios del Manga le mete a sus obras para hacerlas todavía un poco más originales. Aparte, no es que la familia existe desde la primera aparición. Quienes se encuentran por primera vez con Magma son otra familia, la verdadera protagonista: los Murakami. El padre de familia, Atoshi, es uno de los periodistas secuestrados por Goa, y su hijito Mamoru será el nexo permanente con los robots. De hecho, fue tanto el cariño que Magma y Mol le tomaron a Mamoru que le pidieron a su creador que les diera un hijo. Tal vez no sea uno de los ejemplos más primitivos de androides con sentimientos, quizás sí lo sea en historieta, pero desde el vamos esto cambia un poco los estándares de algunos manga sobre mecha, el hecho que el equipo sea literalmente una familia.
Como para estirar la trama lo más que se pueda, los ataques de Goa son de todo tipo, desde la clásica invasión de naves hasta hacer copias de personas en Tokio que reemplacen a los humanos originales, al estilo Invasion of the Body Snatchers de Don Siegel, sumado también algún que otro alien “aliado” del villano, algo que le da a Tezuka el divertimento de crear todo tipo de monstruos uno más demente del otro. Estas escenas junto con las del tiempo prehistórico, me imagino, habrán sido de las más divertidas para dibujar para el maestro, porque el dinamismo y el impacto visual que despliegan son imparables. Seres gigantes y grotescos que ocupan hasta una página entera. No me extraña viniendo de una persona que en su infancia tenía una fijación importante por los insectos.
Otra cosa interesante es como Tezuka se encarga de darle tridimensionalidad a casi todos los personajes importantes y/o que hacen a la trama. No es todo el tiempo un combate entre el bien y el mal: Goa por momentos parece tener un poco de compasión con respecto a sus actos diabólicos, y los Murakami son afectados de diversas maneras que los hacen crecer, dudar de sus actos por momentos. Y sobre todo, se encarga de que el antagonismo entre Goa y Earth tome su tiempo para madurar y llegar a un punto completamente curioso, que involucra al origen mismo del universo. Explayarse más sería arruinar un poco la sorpresa que viene a cuento de los giros que pone el mangaka y que enriquecen la lectura.
Mencionamos el tema del estiramiento y, por supuesto, el exceso de trabajo que tenía a cuestas el mangaka. Por supuesto, Tezuka no podía hacer de todo a la vez, por lo cual recurrió a la ayuda de sus asistentes Satoru Inoue y Kazuyoshi Fukumoto que en cierto punto (específicamente los capítulos que van después del tercer arco) se hicieron cargo de Ambassador Magma. Estos episodios nunca fueron recopilados, ya que Tezuka mismo llegó a admitir que el dibujo es enteramente de ellos. Aún así, podemos decir que la historia cierra perfectamente tras el final del arco contra Black Gallon, tal vez el punto más flojo de la historia donde se nota lo estirado del conflicto eterno contra Goa.
Tal vez sea de las obras menos populares o recordadas de Tezuka, pero aún así fue todo un éxito que propició una serie Tokusatsu a cargo de P Productions (una de las pocas veces que una obra del maestro era adaptada por otro que no fuera él, sea Mushi o Tezuka Productions), y que tiene el honor de ser la primera serie de televisión de ese “género” en ser transmitida a todo color. Tuvo 52 episodios y en Occidente se conoció como The Space Giants (o Monstruos del Espacio. en su versión traducida). Recién en 1993, la productora del mangaka haría su adaptación en formato OVA, con ayuda de Bandai. En cuanto al manga, originalmente recopilado en tres libros dentro de la colección nipona de Tezuka, se juntó en un solo tomo gigante (un mamotreto de 608 páginas) publicado en España por Planeta Cómic.
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