Al revisar la biografía de Osamu Tezuka, es curioso encontrar que el Dios del Manga se interesó profundamente por la medicina, al punto de seguir la carrera y recibirse. Más notable aún es descubrir cuánto tiempo transcurrió hasta que el autor se decidió a volcar sus preocupaciones sobre el tema en una de sus obras. Tarde pero seguro, en noviembre de 1973 comienza a publicar Black Jack (Burakkujakku), en la popular revista Shônen Champion.
El manga consta de 243 episodios cortos (230 que constituyen la serie principal, y trece especiales publicados con posterioridad), y tienen la ventaja, salvo por una excepción (los capítulos 179 y 180, “Woman Doctor Falls in Love with Black Jack”, que conforman una sola historia), de ser autoconclusivos, por lo que el lector novato puede ingresar al universo del personaje en cualquier momento sin temor a confusiones, aún cuando se hacen referencias a personajes y hechos del pasado. Es interesante notar también la gran popularidad que cobra este manga para adultos, casi a la altura de las máximas creaciones infantiles de Tezuka, como Astroboy o Kimba, en una muestra más de la versatilidad y maestría del autor a la hora de dirigirse a cualquier público. Se publicaron episodios originales de Black Jack con regularidad hasta 1978, y luego siguió apareciendo de manera esporádica hasta 1983. Con más de 4.000 páginas, es la obra más longeva realizada por el Manga no Kamisama.
La trama principal nos introduce en la vida del personaje que da título a la obra, también conocido como “el cirujano de lo imposible”. Kazama Kuroo, tal su verdadero nombre (Black Jack funciona como una traducción muy improbable de su apellido, que vendría a significar algo como “hombre negro”) es uno de los médicos más renombrados del planeta, al punto de ser considerado un mito para muchos doctores, aún cuando no posee licencia para ejercer la profesión. Tiene la especial habilidad de realizar con éxito operaciones a primera vista impracticables, y su sabiduría ha servido en incontables ocasiones para salvar la vida de pacientes cuyo destino era la muerte segura. Sin embargo, Black Jack está muy lejos de ser un filántropo, y no lleva a cabo ninguna intervención sin asegurarse antes una millonaria suma de dinero. Insensible y metódico, maneja, sin embargo, un código de ética y justicia elaborado por él mismo y ajustado a su propia medida.
El resto del elenco más o menos estable de la serie no se queda atrás y presenta matices tan interesantes como el personaje principal. Uno de los más curiosos es la deliciosa Pinoko, una niña prácticamente “creada” por Jack a partir de un quiste teratógeno (infección que surge cuando, en el vientre de la madre, un hermano gemelo absorbe al otro). El cirujano extrae este quiste de una adolescente y logra “rearmar” a su hermana gemela, una pequeña de unos seis años que termina por irse a vivir con él. Lo gracioso del caso es que esta chica comparte recuerdos con su hermana, cree tener 18 años y ser la esposa de Jack. Otros personajes recurrentes son el Dr. Biwamaru (un médico ciego que cura a todos sus pacientes solo con acupuntura); Black Queen (otra excelente y fría cirujana que, como podemos inferir por su nombre, se vuelve un interés amoroso para el protagonista); Megumi Kisaragi (una más de las relaciones sentimentales de Jack, que se separa de ella luego de operarla de un cáncer en los ovarios y que ésta adopte la fisonomía de un hombre); el Dr. Honma (maestro e inspirador de Black Jack, a quien le salvó la vida de joven luego de ser víctima de una explosión en una mina) y el Dr. Kiriko (verdadero Némesis de Jack, que también opera en la clandestinidad y, en una postura filosófica opuesta a la del protagonista, prefiere que sus pacientes mueran antes que mantener una vida dolorosa), entre otros.
Las historias de Black Jack, narradas con la simpleza y claridad características de Tezuka, ofrecen, además de inteligentes argumentos, toda una serie de sub-textos para reflexionar sobre cuestiones éticas, dilemas científicos y la idea de justicia que deben mantener los médicos ante la sociedad que los necesita. El autor acierta en servirse, muchas veces, de la ironía y el humor negro para presentar relatos que, de otra manera, se volverían insoportablemente trágicos. El desfile de enfermedades terminales, tumores, infecciones, transplantes es incesante, y Tezuka no le hace asco a explicaciones de neto corte científico, ni a primeros planos explícitos de cuerpos desmembrados y otras delicias semejantes. En claro contraste con el atroz realismo de estas escenas –y para brindarle un respiro al lector ante tanta “carnicería”-, los personajes secundarios están dibujados en el estilo caricaturesco que hizo famoso al autor, pero amalgamados de manera tal que no perturban la normal lectura. Como broche de oro se yergue la caracterización de Black Jack, con la cicatriz que le cruza el rostro, a mitad de camino entre el realismo y la caricatura, como una representación de su personalidad: un ser amoral, ambiguo, cruel y humano en partes iguales, con la capacidad de pasar del amor al odio en el brevísimo lapso de una viñeta.
Las ediciones en libro de Black Jack son múltiples, y en muchos idiomas. En castellano, la más popular es la de Glénat –similar a la francesa- que editó todos los capítulos de la serie divididos en doce tomos.
Más allá de este manga, Black Jack también protagoniza otras series y remakes, realizadas por distintos artistas con el objetivo de capitalizar su éxito. La primera es Black Jack Alive, doce historias originales escritas y dibujadas por diferentes artistas en los estilos más variados (cartoon, realista, shojo, etc.). Por otra parte, la colección Black Jack M consiste en ocho remakes de episodios originales, también a cargo de varios autores. En 2005 comienza a publicarse en Shônen Champion, Black Jack Kuroi Ishi (Black Jack Cirujano Oscuro), otra remake, con la firma esta vez de Kenji Yamamoto; veinte episodios que guardan bastante fidelidad con el original. Y en el número 17 de Young Champion aparece el primer episodio de Black Jack Neo, nueva versión de la serie original a cargo de Masayuki Taguchi (Battle Royale, Baron Gong Battle), con repercusiones dispares por parte de los lectores.
Además, el personaje tiene un par de cameos en algunos especiales animados realizados por Tezuka (Bandar Book, Marine Express y el largometraje Fenix Hi no Tori: Ai no Cosmozone, entre otros), y ha servido de inspiración para otros mangas, como el laureado Say Hello to Black Jack, de Shuho Sato; y Ray, de Akihito Yoshitomi, cuya adaptación al animé estuvo a cargo de Tezuka Productions. Pero de animé vamos a hablar en la segunda parte…
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