2 – DESDE LA INUNDACION HASTA LOS ACTION HEROES
El 8 de Agosto de 1955, el huracán Diana pasó con toda su furia por Derby… más precisamente por debajo de las oficinas del gigantesco edificio de la Charlton. En minutos, el enorme edificio estaba completamente sumergido por las aguas. “Cuando llegó la inundación”, comentó el ejecutivo de la editorial (y primo de Ed) Burt Levy “tuvimos que subir al techo del edificio porque el agua estaba subiendo. Un helicóptero aterrizó en el techo y nos sacó… ¡Así pude salir de ahí! Recuerdo ver cómo mi auto flotaba hacia el río”. El desastre era poderoso y podía hundir a la empresa. Pero John Santangelo tenía un plan. Uno que no era muy bueno para sus trabajadores.
“Cuando las cosas se calmaron, Santangelo llamó a una reunión conmigo y los artistas”, contó Joe Gilll. “Era un orador inspirado en su inglés quebrado, y dijo que iba a continuar con la empresa (aunque, mientras tanto, el tipo había conseguido un montón de dinero de ayuda gratuita por el desastre de parte del gobierno; eso fue algo que lo ayudó mucho), pero no podía pagarnos las mismas ‘altas tarifas’. Dijo que podíamos seguir trabajando por la mitad de lo que trabajábamos antes”. Si Gill antes cobraba cuatro dólares por página de guion (cuando la tarifa normal en otros lados oscilaba entre 8 y 10 por página), ahora cobraba dos dólares. Un dibujante que antes de la inundación cobraba 13 dólares por página (frente a los 20 de las otras compañías), ahora cobraba solo seis dólares y medio. Como muchos no tenían otra opción, tuvieron que empezar a trabajar más rápido. Obviamente la calidad –que ya no era muy alta- bajó aun más.
Durante la siguiente década, bajo la supervisión editorial de Pat Masulli aparecerían un montón de títulos de casi todos los géneros… excepto los superhéroes, un género que por esos años no tenía mucho éxito. Pero Charlton bombardeó los kioscos con títulos de todo tipo y factor: westerns, romance, bélicos, ciencia ficción (luego de la aprobación del Comics Code el terror desapareció de la editorial), para adolescentes y sobre autos de carrera (un subgénero que mantendrían casi en exclusividad hasta la década de 1970 y que tendría un especialista dedicado en Jack Keller, quien dibujo muchísimas de esas historias). La cuestión era sacarlos rápido y a tiempo. ¿La calidad? Bien, gracias.
Esta carencia de calidad también se notaba en la materialidad de las revistas: el papel era espantoso, el color muchas veces salía fuera de registro y las tapas tenían una dureza que recordaba a las de las cajas de cereales. Y sobre todo, a nadie en el departamento editorial le importaba. Los comics eran algo para sacar cuando no había nada más que imprimir, para que las prensas de la editorial no tuvieran que parar, porque era más caro detener las prensas que continuar imprimiendo. (¿Se acuerdan cómo quedaban impresos los comics de DC de Perfil? Bueno, ese nivel de calidad)
Incluso en un ambiente tan poco predispuesto a la creación, aparecían pequeñas maravillas. Para 1960, Ditko ya alternaba sus trabajos en Marvel con historietas para Charlton, donde mantenía su calidad creativa. En ese año saldría de su mano una excepción a la regla de “no superhéroes” de la editorial: “Captain Atom”, un personaje con poderes cósmicos cuyas historias espaciales dibujaba con ganas y brío. Poco después resucitarían a un viejo personaje adquirido de la compañía Fox, Blue Beetle, en historias absolutamente anodinas y cuyo principal mérito tal vez sea que tuvieron algún guion escrito por un joven que venia del primigenio “fandom” yanki llamado Roy Thomas, en una de sus primeras colaboraciones profesionales. Por su parte, Dick Giordano, además de ser el ayudante de Masulli, alternaba historietas románticas con el dibujo de Sarge Steel, un detective privado con una mano de metal en historias que muchas veces bordeaban el espionaje.
Esta situación podría haber continuado indefinidamente si no fuera porque hubo cambios en la jefatura editorial. Para mediados de la década de 1960, Ed Levy decidió que quería retirarse y le pidió a su socio que comprara su parte. John Santangelo así lo hizo y quedó como el único dueño de la empresa. Esto trajo cambios internos en la editorial. Uno de ellos fue que Pat Masulli fue ascendido a la gerencia editorial. Masulli dejó a cargo en los comics a su ayudante, Dick Giordano. Y así, como quien no quiere la cosa, empezaba una era de oro para los comics de la Charlton
3 – HEROES DE ACCION, SANGRE NUEVA Y EDITORES RELAJADOS: LA ERA DICK GIORDANO.
Cuando quedó como el editor encargado de los comics, Giordano decidió que la mejor manera de conseguir el mejor resultado por el poco dinero disponible (ya no eran las tarifas post inundación, pero Charlton seguía pagando menos que cualquier otra editorial del mercado) era dar espacio a sus creadores. “”En vez de ponerlos a la defensiva insistiendo en lo que yo quiero, negociaría y actuaría como si quisiéramos la misma cosa. No tengo ningún título en psiquiatría, pero sé que a las personas les gusta sentir que se preocupan por ellas, que son parte del equipo”, explicó alguna vez durante una entrevista. Y eso comenzó a hacer: pese a las bajas tarifas, la libertad que daba Giordano le permitió rápidamente tener un grupo de gente entusiasta, que trataba de hacer el mejor trabajo posible para Charlton. Por ejemplo, Ditko –que venía de crear a Spider Man y Dr. Strange para la Marvel, pero que había renunciado por estar harto de su relación con Stan Lee- volvió a la editorial para dibujar con la misma calidad que en Marvel, muy cómodo con la autonomía que le daban en sus trabajos.
Otra de las cosas que Giordano hizo fue buscar activamente jóvenes creadores interesados en dibujar comics. Algo no tan común en esos años: la gran mayoría de las editoriales que sobrevivían (DC, Marvel, Dell, Gold Key, Harvey, Archie) eran cotos cerrados donde trabajaban los mismos rostros durante años. Marvel mostraba una tímida apertura hacia una nueva generación de guionistas y dibujantes, pero sería la Charlton de Dick Giordano la que abriría la cancha para que muchos autores empezaran a llamar la atención. Guionistas como Denny O’Neil y Steve Skeates y dibujantes como Jim Aparo, Pat Boyette, Sam Glanzman, Frank McLaughlin y Pete Morisi produjeron aquí o bien sus primeros trabajos, o bien se destacaron por primera vez tras años de trabajo anónimo con las historietas que supervisaba Dick Giordano.
Otro de los cambios que Giordano produjo fue abrirse al hasta ahora casi no abordado género de los superhéroes. Para mediados de los ´60, el impacto de los comics de Marvel y (sobre todo) la BatMania fruto de la serie televisiva de Adam West y Burt Ward hacía casi obligatorio que toda editorial que publicara comic books en EEUU tuviera sus propios vigilantes enmascarados. Pero Giordano también los encararía con un giro particular. La gran mayoría de sus “Action Heroes” (nombre con el que se diferenciaba de los superhéroes de las otras compañías) carecían de poderes: eran personas con trajes y máscaras sin más habilidades que las de un humano bien entrenado.
Así, Ditko recreaba a Blue Beetle para convertirlo en un joven inventor cuyas armas sofisticadas reemplazaban todo superpoder que tuvieran las encarnaciones anteriores del personaje. Y, en las historias de complemento de la revista presentaría a The Question, un periodista cuyo único rasgo “superheroico” era una máscara que eliminaba todo rasgo de su cara. Solo con ella, un par de puños y un sentido rígido del bien y el mal (sería el primer trabajo donde Ditko expresaría abiertamente la filosofía objetivista de Ayn Rand que él profesaba), The Question se volvería una serie de culto con pocas apariciones.
(muy pronto, la tercera parte)