Algunas observaciones acerca de la segunda parte de El Eternauta, surgida en 1976 en la Editorial Récord.

El Eternauta II

07/05/2025

| Por Diego Accorsi

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Ya hablamos un poco de la primera parte de “El Eternauta». Ahora tomemos algunos puntos de esta segunda fase de la obra y hagamos algunas observaciones. La segunda parte de El Eternauta es una necesidad de Editorial Récord para contentar a la editorial italiana que había publicado la historia original, en un formato remontado y coloreado (probablemente por Juan Zanotto). Apenas terminado de salir el último fascículo que reimprimía la versión original, comenzó a publicarse en las páginas de la Skorpio argentina este Eternauta II (arrancó en el Libro de Oro 2 de Diciembre del ’76). En Argentina se serializó en 17 episodios para terminar en Abril del ’78 en el nº41 de Skorpio, mientras que en Italia L’Eternauta – Il ritorno, apareció entre los nºs 26 al 32 de las Lanciostory de 1978. Récord publicó el libro con la obra completa (208 páginas) ahí nomás, en Junio de ese mismo ’78.

Cabe destacar la evolución del dibujo de Francisco Solano López, que muchos guiones los recibió por teléfono, es decir, Oesterheld se los contaba por teléfono y Francisco dibujaba en base a lo que se acordaba, a lo que anotaba. Al mismo tiempo, el dibujante se daba cuenta de la potencia del guion y para dónde iba, y con un hijo involucrado en la guerrilla, temía por su vida y la de Gabriel, pero cumplió con un nivel de arte extraordinario. Si uno compara al Eternauta de Hora Cero con este, es clara la mejoría, el progreso de Solano López, con su línea, sus expresiones, los pocos fondos, gráficamente todo es mucho mejor que en la primera parte.

En cuanto al guion, se apoya en tres puntos: la necesidad personal de Héctor G. Oesterheld de narrar cosas que quería decir y participar en la historia, el darle un cierre a cosas abiertas en la primera parte, y el luchar.

La pieza fundamental que entra en juego en esta segunda parte es el Cronomaster (tiempo-amo), o el cómo salvar saltos temporales que destrozan la linealidad lógica de la historia. Es el uso del Cronomaster y las alteraciones temporales lo que une a Juan Salvo de 1957 con El Eternauta post-invasión de 1963 sobre el final de la primera fase pero, al perder la memoria “eternaútica”, Juan Salvo sigue normalmente hacia su destino en un ciclo temporal reiterable y cerrado-perfecto. Mientras que en la primera parte, el mismo hecho de la existencia de El Eternauta frente al guionista de historietas comprobaba el fracaso de éste por alterar los sucesos a desarrollarse, en la segunda parte, por el uso del Cronomaster, el guionista del ´57 está atemporalmente superpuesto con el guionista del ´76, en ese momento, el del pasado con el del presente. Y es éste Oesterheld del presente (1976) el que con su existencia niega todo lo ocurrido en El Eternauta; pero nuevamente, Cronomaster de por medio, todo sigue en el Siglo XXIII. Martita, Elena y Juan, por ser viajeros temporales -tras el accidente en la nave al final de la primera parte-, existen, más allá de su tiempo y su lógica, ¿pero Germán?

Es la necesidad de Oesterheld de contar una historia en primera persona y a su vez como no-protagonista, lo que lleva al guionista, absolutamente fuera de contexto, a ese devastado Siglo XXIII. Pero está ahí. Un Germán que narra y sufre y lucha. Que enseguida se encariña con chicos que pueden ser su familia. María, Nico. Jóvenes guerreros que darán su vida por la causa.

Y es esa necesidad de narrar una historia, que continúa con lo abierto en El Eternauta y su necesidad de una nueva metáfora. Si en la primera parte era la resistencia, en esta es la lucha. Tras El Eternauta, la Tierra queda en poder de los invasores. Explosiones atómicas. Radiación. Nada logra echarlos. Al final de la primera parte, ganan los extraterrestres. En el Siglo XXIII un Ello renegado trae del continum temporal (no lineal) a Juan Salvo, su mujer y su hija. El guionista trae al guionista para acoplarlo a la historia. Juan descubre un mundo mutado y aún dominado. Descubre los restos de la civilización. El Pueblo de las Cuevas. Con ellos intentará lo que no pudo en la primera parte. Echar a los invasores. ¿Pero cómo? Con las armas de 1963 no pudo. En este futuro retrógrado, con boleadoras, arcos y flechas…

Pero el factor determinante es el mismísimo Eternauta. Él ya no es un hombre común. Es un mutante con poderes que sabe mucho de sus enemigos y eso hace la diferencia. Eso y el Ello renegado. Y se emprende la lucha que faltó en la primera parte. Hasta que alguno sea destruido definitivamente. Porque ya no es resistir en la incertidumbre con la posibilidad de la ayuda externa, para tratar de volver todo como era antes de la nevada. Acá es luchar para sobrevivir, para recuperar la Tierra robada, explotada, dominada, y ahora El Eternauta tiene poderes increíbles. Ya no es el desconcertado Salvo de la primera parte, constantemente pensando en Elena y Martita y sus amigos. Este hasta parece despiadado ante la muerte de los suyos. Está lejos de la Humanidad, quizás en contraparte con el demasiado humano Germán, que -como buen Sancho de un incomprendido Quijote- debe balancear la historia. Y acá se tocan los tres puntos: Oesterheld quiere en “El Eternauta Segunda Parte” meterse en la historia, narrar cómo la Tierra enfrenta a los invasores que la ocuparan en la primera parte y contar la lucha de un pueblo valeroso, y de cómo en esa lucha por la libertad, los individuos no importan en tanto y en cuanto su sacrificio sirva a la causa.

Por supuesto esto tiene muchísimo que ver con la situación política del momento, (1976= golpe militar= represión contra la subversión y los Montoneros) y con la situación, ideológico-personal de Oesterheld (tanto él como sus hijas militaron en Montoneros, lo que trajo la muerte de ellas y la desaparición de él, meses después, según el informe de la Conadep).

Pero gracias a la magia del Cronomaster, Juan Salvo, El Eternauta, sigue viajando por los tiempos y –como se ve en la última página de esta obra- Héctor Germán Oesterheld siempre lo acompañará. Disfrutemos por siempre El Eternauta.

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