¿QUÉ CONVIRTIO A EMMA EN EL PRINCIPAL REFERENTE DEL MANGA DE MUCAMAS? ¿POR QUE TUVO EXITO UNA SERIE QUE ABRAZO EL RIGOR DOCUMENTAL Y EL RITMO PAUSADO POR SOBRE LA ESTRIDENCIA Y LA BUSQUEDA DEL IMPACTO A CUALQUIER PRECIO? ¿CÓMO SE HACE PARA PARTIR DE UNA TRAMA ROMANTICA YA MUY TRANSITADA Y LOGRAR UN SEINEN DE GRAN NIVEL? LA OBRA MAESTRA DE KAORU MORI (COMO LAS BUENAS MUCAMAS) GUARDA UN MONTON DE SECRETOS QUE TE INVITAMOS A DESCUBRIR.
Primero hay que aclarar un par de cosas. En Emma hay mucamas, pero no se trata de un hentai; es más, ni siquiera hay fanservice, o rastros de “Lolita Complex”. La trama principal se centra en un romance, pero está lejos de ser un shojo con nenas chillonas y alborotadas que gritan el nombre de su amado a todo pulmón. Emma es un drama de época (digno de una película de Merchant Ivory) publicado entre enero de 2002 y mayo de 2006 en las páginas de Monthly Comic Beam, una pequeña publicación seinen que ofrece a sus lectores mucho manga alternativo. Su autora, Kaoru Mori, se dedicaba a los doujinshi (muchos de ellos ubicados en Gran Bretaña y centrados en mucamas, y escritos bajo el seudónimo de Fumio Agata) hasta que dio el gran salto con esta historia tan atrapante como inclasificable.
La historia comienza en Londres, a fines del Siglo XIX. Emma es una joven mucama al servicio de Lady Kelly Stownar, una viuda que trabajó muchos años como institutriz y que ha enseñado a Emma a leer y escribir. Cuando William Jones, heredero de una acomodada familia de comerciantes y antiguo pupilo de Lady Stownar, llega inesperadamente a visitar a su tutora, la atracción entre él y Emma es inmediata. Pero, inevitablemente, los enamorados chocarán contra los obstáculos que la división de clases de la era victoriana les pone en el camino. Para complicar más las cosas aparecerán terceros en discordia: el padre de William está decidido a casar a su hijo mayor con alguien perteneciente a la nobleza, y la oportunidad se presenta cuando Eleanor, hija de un vizconde, se enamora de William; por otro lado, Hakim, un príncipe indio y amigo de William, se convertirá también en su rival por el afecto de Emma.
EL MANGA
Uno de los aspectos en los que se destaca Kaoru Mori es en el meticuloso nivel de detalle con el que recrea la era victoriana, para lo cual contó con el asesoramiento de un historiador. Lo primero que salta a la vista es el arte, que contiene detalladas ilustraciones de la arquitectura y decoración de interiores de fines del Siglo XIX. Lugares como la estación King’s Cross, el Palacio de Cristal y Covent Garden, los vehículos de la época, el vestuario, y hasta la disposición de los objetos en la mesa durante una cena de gala, todo está recreado con gran precisión. La trama, por su parte, reconstruye las convenciones sociales y divisiones de clases de la época, algo fundamental para entender el mundo que habitan los personajes y por qué se comportan como lo hacen. En su ejecución y puesta en escena, Emma recuerda mucho a las historias de Jane Austen, donde la ambientación y la caracterización están íntimamente entrelazadas. Emma, en particular, es un personaje muy reservado, que se expresa con sutiles gestos y acciones, y los pequeños detalles de sus labores domésticas no solamente son extraordinariamente precisos, sino que son parte integral de lo que ella es.
Y el encanto de este tipo de historias reside, justamente, en construir personajes muy queribles a pesar de las restricciones impuestas sobre ellos por las estrictas normas de la sociedad en la que viven. En Emma los personajes cobran vida a través de significativas miradas, de pequeños gestos, de breves momentos de introspección, de acciones indirectas, y de lo que muestran tanto como lo que ocultan. La artista se aleja de la histeria adolescente tan característica de las historias románticas genéricas para apegarse a un consistente tratamiento visual de sus personajes, sin bruscas apariciones de dibujos super-deformed o caricaturescos. Sin duda, el personaje que se roba cada escena en la que aparece es la perspicaz y compasiva Lady Stownar, y durante los primeros capítulos del manga es su relación con Emma lo que se convierte en el corazón de la historia. El vacío que deja su ausencia a partir del volumen 3 es rellenado por el increíble elenco de secundarios, que incluye a los nuevos compañeros de Emma y su nueva patrona, y otros personajes ya establecidos como el padre de William, Eleanor y Hakim, entre otros.
Como narradora, Mori se destaca en las escenas con escaso diálogo; en ocasiones, hay páginas completas que transcurren en absoluto silencio, donde las palabras son reemplazadas por su expresivo arte. Nos encontramos, por ejemplo, con una conmovedora escena en la que Emma se prueba un nuevo par de anteojos, mientras examina en silencio su reflejo en el espejo (y podemos asumir que es la primera vez en muchos años que es capaz de ver claramente y, por lo tanto, adivinar todo lo que ese momento significa para ella); o el maravilloso y triste capítulo donde Emma cumple con la tarea de limpiar y ordenar la casa de su ama y maestra luego de que la anciana muere. El ritmo general de la historia es lento y pausado (muy al estilo de Jiro Taniguchi), y por lo tanto es probable que los lectores más jóvenes no sepan apreciarla. El romance central crece gradualmente, y en el fondo, su desarrollo es bastante predecible. Hay que destacar que ni Emma ni William, con toda su fortaleza de carácter y su bondad natural, son personajes capaces de convertir al romance en una montaña rusa emocional; además, el conflicto principal ha sido la base de innumerables romances desde Romeo y Julieta. Pero el gran acierto de la autora es tomar un relato universal de dos amantes separados por obstáculos más allá de su control e insertarlo no en un exagerado melodrama, sino en las nimiedades de la vida diaria. Los sentimientos emergen de forma imperceptible a través de rutinas repetitivas y estrictas costumbres victorianas, construyendo lentamente clímax emocionales tan sutiles como intensos.
La historia principal del manga fue completada luego de 7 volúmenes. Entre 2006 y 2008, Mori publicó tres volúmenes más bajo el título Emma Bangaihen, donde presenta historias protagonizadas por algunos de los personajes secundarios de la serie. Existen además un par de novelas basadas en el manga, escritas por Saori Kumi y publicadas por Genko Books en marzo y octubre de 2005, y un volumen llamado Emma: Victorian Guide (2003), donde se explican las referencias históricas de la serie.
EL ANIME
La adaptación animada, conocida como Emma – A Victorian Romance (Eikoku Koi Monogatari Emma) y dirigida por Tsuneo Kobayashi, estaba planeada originalmente como una serie de 36 episodios. Pero por problemas de presupuesto, Studio Pierrot se vio obligado a recortarla a 12 episodios, emitidos en Japón entre abril y junio de 2005. A pesar del tijeretazo, el animé logra en poco tiempo mucho más que otras series de inferior calidad con mayor cantidad de capítulos. La era victoriana está muy bien trasladada a la pantalla, y el tono de la serie recuerda mucho a aquellas memorables producciones de Isao Takahata basadas en clásicos de la literatura infantil. Estos episodios cubren los dos primeros tomos del manga, hasta el momento en que Emma deja Londres y se aleja de William luego de la muerte de Lady Stownar. Hay que destacar el hecho de que, a pesar del bajo presupuesto, la animación es muy buena, y está a años luz de otras producciones del estudio como Naruto o Tokyo Underground.
Al igual que el manga, el trabajo de arte es absolutamente hermoso y detallado, y logra reproducir con exactitud el escenario y las costumbres de cada personaje. La secuencia de opening es un placer para mirar y escuchar; la banda de sonido minimalista a cargo de Kunihiko Ryo también es una maravilla y encaja perfectamente con el espíritu de la serie. La adaptación en sí es muy buena y bastante fiel al manga, sin episodios de relleno ni líneas argumentales traídas de los pelos. Como era de esperar, debido al recorte de episodios, esta serie no concluye en un buen punto y deja un final abierto y agridulce. Pero quedaba la esperanza de que el estudio pudiera obtener más fondos para continuarla y redondear la historia.
La segunda temporada finalmente llegó a las pantallas japonesas entre abril y julio de 2007. Emma – A Victorian Romance: Second Act comienza aproximadamente un mes después del final de la primera temporada, con Emma trabajando al servicio de la familia Molder. La meticulosa reconstrucción de la era victoriana, desde los excesos de las clases altas hasta la falta de privilegios de sus sirvientes, todavía domina la serie; la animación de los fondos y el exquisito arte le dan vida a las diferentes locaciones, y el grado de detalle en el vestuario y los modales de los personajes es impresionante si consideramos que se trata de una producción animada. Mientras que el centro de la primera serie era la relación entre Emma y Lady Stownar, esta temporada se mete de lleno en el romance entre la pareja protagonista, lo que le da al director la oportunidad de combinar imágenes espléndidas y poéticas con la maravillosa banda sonora.
En ambas temporadas se nota la rara habilidad de Kobayashi para comunicar una inmensa cantidad de emociones a través de la animación de los personajes, dejando muchas veces que las imágenes hablen por sí mismas en ausencia de diálogos; los expresivos ojos de Eleanor dicen mucho más que sus palabras, y los rostros rígidos de personajes como el vizconde Campbell reflejan la naturaleza inflexible de los que todavía creen en el sistema de clases. Tan hábil es la mano de este director que la elevada dosis de romanticismo del final no resulta melosa ni molesta, y es completamente satisfactoria.
REFLEXION FINAL
No deja de sorprender el hecho de que un trabajo tan maduro como Emma, con su ritmo pausado, su ausencia de terribles sobresaltos, sus emociones contenidas, su ligero humor y su esperanzadora conclusión, haya llegado a ser publicado y eventualmente animado. Quizás sea simplemente una prueba de que los mercenarios que durante años han tratado de arruinar el manga y el animé todavía no han ganado la guerra, y que estos medios todavía pueden ofrecernos esas raras gemas que podemos atesorar el resto de nuestras vidas en lugar de material descartable.
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