Tres años después de aquel debut, en el nº 94 de Forbidden Worlds, habría una nueva aventura de Herbie. De ahí en más, el personaje fue prendiendo entre los lectores. Tras nuevas historias en los nºs 110, 114 y 116 de Forbidden… (y un cameo en una historia de Unknown Worlds nº 20, otro de los títulos de la editorial), en Abril de 1964, salía el primer número de Herbie, ahora en su propia revista, con historias íntegramente protagonizadas por el retoño Popnecker y escritas por el mismo equipo creativo que lo había manejado desde el comienzo: “Shane O’Shea” (uno de los seudónimos de Hughes) en guiones y Odgen Whitney en los dibujos. Whitney era un profesional veterano de veinte años de carrera en los comic books, cuyo personaje más conocido anteriormente era Skyman, uno de los muchos superhéroes de la Golden Age, publicado por la editorial Columbia. Tras el cierre de dicha editorial, Whitney dibujó en otras editoriales pero su principal fuente de ingresos era ACG. Tenía un estilo muy pulido y prolijo y era un muy buen caricaturista, lo que queda claro en las muchas apariciones de personajes contemporáneos en las páginas de Herbie. En las historias aparecen frecuentemente caricaturizados tipos como Lyndon Johnson, Elizabeth Taylor, Mao Zedong, Fidel Castro, Charles de Gaulle y la reina Isabel II, lo que le agrega un aspecto adicional a la diversión.
Y SON historias divertidas. Herbie parece tener cualquier tipo de poder, capaz de emplearlo a manera discrecional para resolver todo. Encima parece que medio mundo sabe quién es, desde los grandes líderes mundiales (que le piden siempre ayuda) hasta los animales salvajes (que le hablan y que, al tener que enfrentarse, huyen diciendo “ah, no, con este pibe no me enfrento ni loco”) pasando por las mujeres, que parecen encontrarlo terriblemente seductor. Casi parece que los únicos que no se enteran de nada son los padres de Herbie, continuamente convencidos que su hijo es un perdedor.
Pero, de hecho, muchas veces son los planes de Pinkus Popnecker, el descerebrado padre de Herbie, los que hacen que su descendencia deba salir a reparar los desaguisados y hacer que todo se arregle para bien. Cosa que el padre nunca registra: siempre cree que son sus geniales ideas las que dan frutos. Sospecho que esta relación “Padre que se cree triunfador que se equivoca todo el rato vs. Hijo super poderoso pero que no quiere demostrarlo” es una de las claves de la identificación de Herbie con los lectores, hartos de que les dijeran “deja esas revistuchas y salí a hacer algo productivo” en sus hogares. La gentil subversión de valores que Hughes les da a sus lectores es uno de las grandes bazas de la serie. Sobre todo si tenemos en cuenta que una historia nos revela que el propio Pinkus era otro gordito bueno para nada idéntico a su hijo hasta llegar a la universidad y solo su interés por conquistar a su esposa hizo que se volviera como es. Pinkus es un “self made man”, uno que prefiere olvidar su pasado y verse como un hombre de mundo cuando, poco a poco, las historias lo revelan como un tonto convencido de su talento. Más subversivo que eso no podés hallar.
¿De dónde saca los poderes Herbie? Nadie sabe con exactitud. Están ahí, aunque parece claro que algunos de los chupetines que tiene le dan poderes específicos. Y se convierten en su arma secreta. Si Herbie dice “Should bop you here with this lolipop” (algo así como “te golpeo con este chupetín”), es que te amenaza con echarte todo el poder encima. Y nunca conviene que Herbie haga eso. En un punto son sus espinacas, el alimento secreto que le da poder extra. Que el alimento sea además una golosina que todo profesional de la salud indica que comas con moderación, también deja claro que hay una amable tocada de upite a lo-que-un-niño-sano-debe-ser en esos años.
También tiene un reloj de péndulo que funciona como máquina para viajar por el tiempo, algo que Herbie hace continuamente. Herbie viaja al Antiguo Egipto, a la prehistoria (donde va a encontrarse con una cavernícola físicamente idéntica a él que quiere que sea su pareja), al tiempo del Rey Arturo, al Caribe de los Piratas y otros lugares de la historia, sin preocuparse por paradojas ni daños en la continuidad. Por supuesto, lo que se encuentra muchas veces no tiene que ver con lo que se dice que era el lugar. Cleopatra es un bagayo, el Rey Arturo no puede detener a los dragones que aterrorizan su reino, Paul Revere no puede salir a cabalgar y avisar que llegan los ingleses porque no le trajeron la ropa de la lavandería. Herbie termina por ser el que resuelve los problemas con su aplomo normal. Porque NADA parece hacer que Herbie pierda el aplomo. De hecho, Buster Keaton parece un payaso exagerado en comparación. El rictus de Herbie es perpetuamente inexpresivo. Todo lo que pasa, sea lo que sea, no parece asombrarlo ni cambiar su actitud.
Por supuesto, con todos esos poderes, y teniendo en cuenta el revival de los superhéroes que ocurría en la Silver Age, parecía esperable que Herbie se convirtiera en uno de ellos. Pero Hughes (que públicamente dijo que detestaba el género) lo hizo a su modo. En el nºo 8, ante la aparición de un terrible villano llamado Mr. Horrible, decide intentarlo y se inscribe en la Escuela de Héroes Americanos… donde fracasa, porque no sabe volar como corresponde ni sabe pelear como debe pelear un superhéroe. Eso no impide que se ponga una sopapa en la cabeza, un pijama de franela y un mantel como capa y se convierta en The Fat Fury, para enfrentar y triunfar sobre Mr. Horrible. Esa versión “superheroica” de Herbie tendrá más apariciones, incluido un crossover con los otros dos héroes de la compañía (inventados forzosamente ante la inevitable constatación que los superhéroes vendían): Nemesis y Magicman. Es un crossover hecho en tono de joda, con típica pelea entre héroes incluida, pero nunca es tomada muy en serio.
Gracias a todos estos factores, Herbie se convirtió enseguida en el titulo más vendido de la editorial, con una base de lectores muy fiel, incluidos dos pendejos que años después se convertirían en guionistas: Tony Isabella (quien enviaba cartas al correo de lectores) y Marv Wolfman (que quedó segundo en un concurso de historias de Herbie y que fue a convenciones disfrazado del personaje). Claro, el público era fiel, pero escaso y la editorial cada vez vendía menos. Para 1967, la ACG decidió tirar la toalla. El último número de Herbie, el 23, salía en Febrero de ese año. Tras el cierre de la editorial, Hughes escribió de forma anónima algunas historias para DC pero luego desapareció del radar. Moriría en 1974. Mientras Odgen Whitney dibujaría comics para Tower y Marvel durante varios años, aunque parece que su alcoholismo terminó por dejarlo fuera del comic. Falleció en 1975. Herbie quedaría en el limbo de los personajes de compañías desaparecidas, recordado con fervor por aquellos que leyeron las historias pero sin saberse bien su status legal. Finalmente parece haber caído en dominio público y varias editoriales recopilarían las historias originales. Pero solo habría tres nuevas historias con el personaje.
En 1992, el primer número de la reedición de las historias de Herbie que haría Dark Horse tendría una historia nueva, de la mano nada más y nada menos que de John Byrne. Una historia que, sin ser horrible, está a años luz de la genialidad original del personaje. Byrne intenta una sátira boba y no logra captar el espíritu bizarro del original. Mucho mejor es la aparición de Herbie en el nº 31 de Flaming Carrot Comics. Aquí Herbie hace team-up con Flaming Carrot (personaje indie creado por Bob Burden, que bien podría haber merecido nota en este especial) para viajar en el tiempo y demostrar que le profesor de literatura de Herbie tiene razón cuando dice que Shakespeare no es el autor de sus obras. La historia es una demencia total (Shakespeare resulta ser instructor de aerobics), como todas las historias de Flaming Carrot y tal vez lo único que no cierra mucho es que Herbie es un poco más locuaz de lo que es en la serie original. Finalmente, una nueva editorial llamada ACG (que no tiene la relación con la original) sacará un número de The Return of Herbie. Su editor y único guionista, Roger Broughton, (que también aseguraba tener los derechos de la editorial original) escribirá ahí una historia (dibujada por Dan Day) donde Herbie se mete en un equipo de hockey sobre hielo. Y no, no es muy graciosa.
Desde entonces, Herbie parece haber caído en el olvido total. Una pena, porque sus historietas están entre lo más divertido, freak y delirante de los comics de la Silver Age. Si pueden conseguirlas (en inglés, olvídense que esto esté en español), léanlas. Es una lectura muy divertida. Nada mal para un gordito bueno para nada.