Ya para el cuarto capítulo (‘Viernes’, en el siguiente número de D’Artagnan Color -27/9/84), Wood decide que el protagonista solitario se puede volver aburrido y le mete un compañero. En una de sus expediciones Holbeck descubre no sólo que la diferencia de atmósferas entre los mundos le da más fuerza, sino también a un ser peludo del que se hace amigo. Para subrayar su condición de náufrago estelar, John bautiza a esta criatura aparentemente salvaje como Viernes y lo lleva a bordo. Nuestro Robinson Crusoe tiene ahora otro ser vivo que lo ayudará a conseguir comida y a mantener diálogos, si bien no lo vemos hablar sino hasta el episodio siguiente (‘Mis Vidas Salvadas’ en la D’Artagnan de Octubre).

Para cuando sale el sexto episodio (La Noche de los Tambores, 22-11-84), la revista pasa a llamarse oficialmente D’Artagnan Color Súper Álbum, aunque mantiene la numeración anterior (45). Aquí Holbeck descubre a otro humano en una situación similar a la suya, pero que está ahí desde hace décadas y ya se ha rendido. Muy a lo Mago de Oz, este anciano mantiene cierto poder sobre las criaturas de su zona, pero no volverá a aparecer ni a ofrecer mucha ayuda- o consuelo- para John Holbeck. Pasamos sin mayores sobresaltos al episodio 8, ‘Uni-Waa’, en la DCSA nº47 de Enero del ’85, donde aparece por primera vez este misterioso personaje femenino que parece tener todas las respuestas –y todos los poderes- pero –por ahora- será apenas una ensoñación para sacudir al protagonista.

En el noveno capítulo, ‘La Respuesta Esperada’, Holbeck se mete en una pelea y como premio obtiene a una mujer guerrera que le debe fidelidad y servicio. No hablará por varios episodios, pero así se agranda el círculo protagónico y, además, nos enteramos de que otra persona que vivió en ese mundo escribió en un libro que ese lugar es el reino de los muertos. Primera pista de dónde corno se desarrolla la aventura.

El capítulo 13 se hace rogar y llega recién en noviembre del ’85 para la D’Artagnan Color blah, blah nº57. En este episodio -‘La Criatura Terrible’- parece que el dibujante no conoce a Viernes y lo dibuja como un tipo normal barbudo, por lo que supongo que no es obra completa de Macagno (ni de Mandrafina, que ya metió mano en otros anteriores).
Si el 13 tardó unos meses, el capítulo 14 se toma un año. Seguramente Robin viajaba por el mundo y escribía capítulos de otras de las series que mantenía en ese momento, y ‘Cuidado con los Sueños Astronauta’ sale recién en la DCSA nº69 de Noviembre de 1986. Acá conoceremos parte de la vida previa de Holbeck en un gran flashback y regresa la poderosa Uni-Waa, que confirma es la reina de los muertos. Tomá pa’ vos.

En Enero del ’87 sale la DCSA nº 71 y trae el episodio 16: ‘Salvar a la Reina’ y por fin conocemos el nombre de la amazona compañera de Holbeck: Ima. Al número siguiente hay nuevo capítulo (El Hermano), pero es claro que Robin ya no tiene muchas ganas de seguir la serie. Holbeck, Viernes, Ima, Zeus y las cientos de criaturas que pululan ese mundo extraño ya no tienen el mismo sabor.

El 12 de marzo de 1987 sale a la calle la D’Artagnan Color Súper Álbum 73 con el que supuestamente es el último episodio escrito por Robin Wood de la serie: Maridos (¡Ugh!). Permítanme abrir una puerta a lo desconocido, a la especulación, pero para mí, este episodio ya no está escrito por el genio multilingüe padre de Nippur. Para empezar, es el primero narrado por un personaje inconsecuente, una tal Alana, y poco hay de ese Holbeck inicial, confundido y melancólico. Acá el protagonista es un mal llevado apenas partícipe de una aventura extraña, en un mundo bastante diferente a lo que veníamos viendo. La historia oficial dice que a partir del siguiente número se hace cargo de la serie Ricardo Ferrari (del episodio 19, Una Puerta), pero permítanme postular que ya el capítulo 18 es obra del guionista vediense que creara obras como Capellán o Julio César. Quizás fue un guion de prueba para ver si podía hacerse cargo de la serie cuando la abandonara Robin, corregida por éste y por eso apareció con la firma del creador de Holbeck, pero esto se complica más.

Aparentemente, Robin escribió después de este capítulo un episodio 19 que cierra la serie y Columba no se lo publicó para poder seguir con nuevas aventuras de este náufrago espacial. Otros afirman que este capítulo extra de Robin con un cierre para la saga lo escribe recién en los ‘90 a pedido de la Eura de Italia para poder publicar la serie completa. Lo cierto es que si del 17 saltamos a este cierre, tenemos todo Holbeck escrito 100% por Robin Wood.
En este episodio final (aparentemente sin un nombre propio) regresa –acertadamente- Uni-Waa, para darle un cierre a la historia, y en un giro asombroso reaparecen los grandes villanos que Wood ya introdujo en Gilgamesh, Or-Grund y la casi ignota Raycon: los Primordiales. Estos planean levantar a todos los muertos de la Tierra como primer avance de una nueva invasión (de ahí la única relación que podemos tejer con la misteriosa amiga de Holbeck, supuesta ‘diosa de los muertos’, también guardiana de la galaxia, a lo Gilgamesh) que junto a John, Viernes e Ima deberán frenarlos. Por supuesto, los buenos triunfan, y Holbeck se despierta en la Tierra tras un aterrizaje forzoso. ¿Fue todo un sueño? No, John tiene marcas de sus desventuras en ese mundo fantástico. El poder de Uni-Waa lo debe haber premiado por su accionar y su esfuerzo. Terminó la historia de Holbeck. ¿O no?
Nos quedan unos 20 episodios más escritos por Ferrari donde Holbeck y sus amigos viven desopilantes aventuras en un mundo sin reglas (y sin mucha gracia), pero aún él va a dejarla colgada tras el número 39 (‘Ser Otro’, dibujada seguramente por Enrique Breccia) ya en 1989.
En Italia Holbeck se publicó en la revista Skorpio semanal de la editorial Eura, entre los números 22 al 40 de 1993, es decir, los dieciocho episodios firmados por Robin que salieron en Columba, más el final de la serie exclusivo para este país. En menos de cinco meses de ese año los tanos tuvieron todo Holbeck de Wood y Macagno y jamás vieron uno de los de Ferrari (si de verdad él no escribió el 18, ‘Maridos (¡Ugh!)’).

Eso es todo para Holbeck, una idea básica muy buena, una posibilidad infinita de juego con un protagonista interesante que naufragó entre las toneladas de personajes de Columba de los ‘80s, castigado por unos colores abominables, desestabilizado por muchas manos en los dibujos y vencido por Nippur, Dago, Or-Grund, Helena y todas las otras creaciones con las que Robin se entretenía en esos años.
Como reflexión final, tenemos una obra de Robin Wood de pocas páginas (18 episodios de once páginas cada uno aproximadamente), incluso con un episodio jamás publicado en Argentina que le da un cierre coherente e interesante a la serie, ideal para que alguna editorial local se arriesgue y nos entregue un integral de Holbeck (en blanco y negro, por favor), una muy disfrutable creación cuasi-oculta de Robin, que deambuló por los límites de la ciencia-ficción y la fantasía.


