Hablando de historias cortas, estas regresan para el cuarto, y durante muchos años último, tomo de la serie: “¡Se lo aseguro!”. Doce son las historietas que componen este tomo con el habitual formato de entre una y cinco paginas, salvo por dos de mayor extensión. Así es como en “Regreso a la génesis de los orígenes del principio de las compañías de seguros” vemos el viaje aventurero que emprende nuestro héroe para llegar al fin del mundo en busca del Grial de las aseguradoras: ¡el mítico árbol del seguro de vida eterno! Por supuesto, Boucq aprovecha para hacer Jerónimo que se codee con individuos cuya conducta está siempre al límite. En el mundo de Puchero, se banalizan los comportamientos más extremos, y nada parece sorprender a estos personajes.
La otra historia larga es un clarísimo homenaje al Little Nemo de Winsor McKay donde -con la excusa de que estamos dentro de un sueño de Puchero- el cotidiano surrealismo de las historias rompe sus propios limites y se va al carajo en un sinsentido hermoso y magistralmente dibujado. El resto de las historias más cortas, nos siguen mostrando aspectos de la vida del personaje, su entorno y -como de costumbre- funcionan como critica a ciertas problemáticas que conlleva la vida moderna.
El propio Boucq se define a sí mismo como salido de un entorno social de clase trabajadora en el que pudo observar muchas de las actitudes que no eran modelo de nada, y que trasladó a sus obras. De esta manera, tamizando con su propia visión, nos muestra lo ridículas y absurdas que pueden ser las cosas más cotidianas y monótonas que damos por asumidas en la normalidad de nuestras vidas. En buena medida, esto se debe a las revistas humorísticas que surgieron en Francia tras las protestas de Mayo del ´68, por las cuales muchos autores empezaron a pedir una libertad que hasta entonces solía ser coartada por la censura tanto oficial como corporativa. Estas revistas aprovecharon el momento para permitir a sus autores comentar la actualidad sin ningún tipo de límites, y sin dudas Boucq es un emergente de estos movimientos.
Nacido en Lille en 1955, después de estudiar Bellas Artes, Boucq inicia su carrera en 1974 como caricaturista político para revistas como “Le Point”, “L’Expansion”, “Play-Boy” y “Le Matin de Paris”. Al año siguiente publicaría su primer comic en la revista “Mormoil”, pero después de esto se alejaría algunos años del medio para regresar en 1978. Allí se suma a la famosa revista “Pilote”, donde crea con guiones de su amigo de la adolescencia Philippe Delan una serie de historias cortas sin protagonista fijo y de corte satírico con el título “Cornets d´Humour”.
De ahí pasaría a colaborar con “Fluide Glacial” en el ´80, donde crea junto a Pierre Christin “Les Leçons du Professeur Bourremou” y nuevamente con Delan “Las aventuras de Rock Mastard”. Como ya dijimos, es después de este periodo que desembarca en Casterman y comienza a colaborar de forma regular en la revista “A Suivre”. Dentro de esta editorial se publicarán la mayoría de sus obras más reconocidas, más allá de Puchero, como ‘La Femme du Magicien’ y «Bouche du Diable» junto al novelista y guionista norteamericano Jerome Charyn, o “Cara de Luna” con Alejandro Jodorwsky, con quien también realizaría unos años después «Bouncer». Desde 2007, Boucq publicará en el sello Dargaud su colaboración con Yves Sente, la serie “Le Janitor”.
En 2012 Puchero abandona Casterman para pasar a la editorial Le Lombard, lo que Boucq considera una gran oportunidad para terminar de dar forma a lo que sería el quinto álbum de la serie. Después de más de 10 años sin nuevas aventuras, Jerónimo vuelve recargado en “Manifiesto del Macho Dominante”, una historia pensada más que nada para introducir a nuevos lectores que pudieran sumarse con las reediciones de los viejos tomos que estaba realizando la nueva editorial.
De esta manera, de la mano de un investigador nos adentramos en la jungla y el universo de Puchero. Con un enfoque casi documental, se nos presenta al personaje y su entorno, e incluso llegan a repetirse algunas situaciones de tomos anteriores, lo que hace que la historieta pierda un poco en su originalidad. Boucq nos lo compensa con una mejora notable del dibujo, al estar frente a un autor mucho más experimentado, que en esta oportunidad es coloreado por su hijo Alexandre.
A esta altura, volver a explicar qué es lo bueno que tiene este tomo seria repetirme un montón, pero basta con aclarar que está pensado como una perfecta puerta de entrada. Si sos nuevo en el universo de Puchero y te cebaste con la nota, yo te diría que arranques por acá y no te dejes intimidar por el número 5 en la portada.
Ya cerca del final, existe un sexto volumen que salió en 2019 y está inédito en castellano, vaya uno a saber por qué. Pero mientras esperamos que Norma se digne a publicarlo en nuestro idioma, puedo adelantarles que nuevamente Bouq se va al carajo, ya que de movida es el tomo más largo de la historia de Puchero con 176 paginas, más del doble que el anterior, que ya era el más extenso. Muchas de estas páginas (14 para ser exactos) están plagadas de ilustraciones con versiones de Puchero en los estilos de diferentes pintores famosos, que integraron una muestra que realizó Boucq para el Espacio Dalí de París en 2012. A diferencia de los anteriores, este sexto álbum no tiene título, es simplemente el Vol.6 en la serie Les Aventures de Jerome Moucherot.
Con respecto a la historia en sí, Boucq nos cuenta cómo Puchero una mañana descubre que se está desdibujando, al verse en el espejo del baño y descubrir que no tiene rostro. Esto lo lleva a embarcarse en un viaje de búsqueda personal para encontrarse a sí mismo, obviamente en el singular estilo al que nos tienen acostumbrado las historias del personaje. Lo más interesante es que esta búsqueda le sirve al autor para experimentar con su arte y llevar el dibujo un paso más allá. La búsqueda de Puchero funciona como excusa para un búsqueda artística por parte de un Boucq decidido a jugar con los códigos propios de la historieta.
Para terminar, no me queda más que decirles que le entren sin miedo y con confianza a las aventuras de Jerónimo Puchero. Se los dice una persona a la que no le suele gustar demasiado el surrealismo: esta obra logró cautivarme, en buena medida porque lo lisérgico pasa de costado, lo absurdo está presente, pero con la intención de decir otra cosa y ese mensaje es claro. Las situaciones son muchas veces ridículas, pero lo que se está contando no lo es. Me parece que en ese contraste François Boucq consigue lo que muchos otros autores no: abrirnos la cabeza a mundos que de otra forma, al menos en mi caso, les hubiéramos dado la espalda.