Misterio, suspenso, terror y crímenes espantosos en una antología creada en 1953 por Stan Lee, hoy injustamente olvidada.

Menace

20/08/2024

| Por Andrés Accorsi

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Cuando hablamos de historietas norteamericanas de terror de los años ´50, inmediatamente pensamos en E.C. Comics, y es lógico, porque fue la más prestigiosa y la más reivindicada desde siempre por el mundo de los fans, los historiadores del medio y demás.

Pero no fue la única, y algunas de sus competidoras produjeron material de cierto interés, que no merece para nada el anonimato en el que quedaron olvidadas. ACG fue la pionera, la que descubrió el género de los comics de misterio/ terror en 1948, con la revista Adventures into the Unknown. Otras editoriales importantes de la Golden Age como Quality y Fawcett rápidamente se sumaron a la movida. El otro gigante de aquel entonces era -obviamente- DC Comics, que usaba su línea de revistas de misterio como vidriera para darle roaje a los nuevos talentos: Curt Swan, Don Prentice, los hermanos Dan y Sy Barry, Murphy Anderson, Gil Kane, Alex Toth, Carmine Infantino… una camada bestial, lo cual explica bastante por qué DC fue líder indiscutida en la industria durante los ´50 y los ´60. Otras editoriales de este período eran Harvey Comics (capitaneada por Bob Powell, antiguo asistente y socio de Will Eisner), St. John (el sello de Norman Maurer y Joe Kubert) y Prize (donde lanzaban un título atrás de otro Jack Kirby y Joe Simon).

Allá al fondo, siempre mirando la tabla de los promedios, estaba Atlas, la editorial que en los años ´40 había sido Timely y que más tarde se convertiría en Marvel. En los 50, Atlas era una editorial muy chiquita, casi sin empleados, que trabajaba con freelancers de todo tipo. Dibujantes rarísimos como Basil Wolverton o Sy Grudko encontraban su lugar en Atlas porque acá no había que seguir un estilo determinado, y en vez de la mano dura de los coordinadores de las editoriales más grandes, acá se encontraban con reglas muy laxas… y standards bastante bajos, donde prácticamente valía entregar cualquier cosa.

En 1953, un joven con ganas de innovar llamado Stanley Lieber es puesto a cargo de la coordinación de una nueva revista de terror llamada Menace. El pibe, luego mundialmente conocido como Stan Lee, empezó a cuidar un poco más la calidad de esta publicación, a pensar un poco más en el registro visual de cada uno de los dibujantes a la hora de asignarles los guiones y así es como Menace se elevó por sobre la precaria calidad promedio del resto de la línea de Atlas.

El nº1 de Menace (Mar.1953) no ocultaba demasiado la fuerte influencia de los títulos de la E.C., con una mezcla de historietas que podrían haber aparecido en cualquiera de las antologías de esa editorial. La portada y la primera historieta son obra de Bill Everett, quien se convertiría en uno de los colaboradores más frecuentes de Menace. Con su particular estilo de entintado, ideal para un relato de misterio, dibujó «One Head Too Many», una bizarra historia con alienígenas espantosos y una nave espacial cubierta de hongos. En la segunda historieta, George Tuska imita el estilo del gran Johnny Craig, en un relato que emula la onda de las historias de crimen de la E.C.. Y así como las revistas de esta editorial guardaban la mejor historia para el final, Stan Lee cierra el nº1 de Menace con un trabajo brillante de un maestro de efímero paso por la prestigiosa editorial: nada menos que Russ Heath, quien aparecerá con bastante regularidad en la antología de Atlas. Esta historieta, «They Wait in their Dungeon», tiene muchísimas similitudes con «Blind Alley», obra de George Evans y Carl Wessler, publicada en el nº46 de Tales of the Crypt… dos años más tarde, en Marzo de 1955.

En el nº2 de Menace, Stan Lee parece haber encontrado un tono propio y llama mucho la atención cómo se despega de la onda E.C. que caracterizó al nº1. Aquí apareció el por entonces joven y promisorio Dick Ayers, y Tuska aportó una historieta en la que ya no parece un clon de Johnny Craig. Y en el nº3, no solo hay una maravilla firmada por Russ Heath, sino que llegan dos colaboradores fundamentales: John Romita (padre), que va a ser otro de los nombres habituales de la antología, y Joe Maneely, el virtuoso dibujante al que Lee solía asignarle las portadas de la mayoría de las revistas de Atlas.

En el nº5 nos vamos a encontrar con la primera aparición de Simon Garth, el primer zombie de Marvel, dibujado con mano maestra por Bill Everett, y la mejor historia del creador de Sub-Mariner aparecerá en el nº6. Maneely, Romita y Heath van a aportar también muy buenos trabajos, y las páginas de Menace nos van a ofrecer también muy buenas colaboraciones de autores como Jack Katz, Gene Colan, Syd Shores y Bob Powell. En los últimos números aparecieron trabajos de dibujantes menos atractivos, como Paul Reinman, John Forte o Joe Sinnott, que se va a reivindicar años más tarde como entintador.

De alguna manera, Stan Lee se aseguraba de que, a la hora de repartir sus guiones entre los muchísimos colaboradores de Atlas, los mejores cayeran siempre en Menace. Acá vamos a ver el debut de la fórmula que Stan va a utilizar hasta el infinito en sus historietas de monstruos, y el recurso (no original, pero sí muy bien usado) de tener como narrador de muchas de las historias a una voz en off que le habla a los protagonistas en segunda persona.

La revista fue cancelada en el nº11 (May.1954), cuando ya había levantado temperatura la ola brutal de denuncias y persecución contra las historietas de crímenes y terror. Pero no se la puede considerar un fracaso, para nada. Menace consiguió que la influencia de Stan en Atlas se expandiera por toda la línea y su método de trabajo fue adoptado para todas las revistas de la editorial. La táctica de darle más libertad a los dibujantes atrajo a profesionales de mejor calidad, sobre todo después del cierre de la E.C.. Y a partir de esa red medio caótica de colaboradores freelance, la editorial logró construir un «bullpen» estable, con Dick Ayers, Don Heck, Steve Ditko y Jack Kirby a la cabeza.

Ya en la segunda mitad de los ´50, la preeminencia de Stan Lee en Atlas va a ser más notoria, y ya se habló muchísimo de esa conversión de la editorial en Marvel (ya a principios de los ´60) y de su meteórico ascenso en la industria del comic book. Pero, en contraste, se habla muy poco de Menace, una gran antología que fue generalmente ninguneada por los historiadores del comic, que la pusieron (erróneamente, digo yo) en el pilón de las imitaciones chotas de las revistas de la E.C.. Nunca es tarde para descubrirla, asombrarse con la habilidad de Stan para escribir géneros con los que habitualmente no se relaciona y disfrutar de los primeros trabajos de algunos de los mejores dibujantes que alguna vez pasaron por Marvel.

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