Desde comienzos del nuevo siglo, Manara se alejó un poco del mundillo del comic, para volcarse también a la ilustración, al storyboard publicitario (realizó sus primeras armas nada menos que bajo las órdenes de Luc Besson, en un comercial de Chanel n°5), a producir CD-ROMs basados en sus historietas más populares (que son casualmente las peores: Gulliveriana, Kamasutra y www) y al diseño de personajes para un film de animación: La Légende de Parva, de Jean Cubaud. Es una etapa de bajo perfil, durante la cual circulan rumores agoreros acerca de su estado de salud, e incluso algunos teorizan que su hija, quien coloreó varios de sus trabajos más recientes, es la verdadera responsable de los dibujos que aparecen con la firma de Milo. ¿Conjeturas, o posta? No se sabe.
Lo cierto es que a fines de 2000, Manara se acuerda de lo lindo que era bajar línea, y lanza el álbum Revolution, una obra de tono satírico en la que va con los tapones de punta contra las grandes cadenas de televisión (Manara siempre dedicó largos tramos de sus entrevistas a hablar pestes de la RAI). Para que los “famosos” a los que parodiaba fuesen reconocibles, volvió a su estilo más realista y más fotográfico, y también a hablar de arte y de historia, dos de las pasiones que emergen en sus mejores trabajos.
De nuevo una ambientación histórica brinda el marco para una colaboración entre Manara y un guionista brillante: así nacen las 20 magníficas páginas de What I’ve Tasted of Desire, el aporte del italiano y de Neil Gaiman (obvio) al libro The Sandman: Endless Nights, que el sello Vertigo de la DC publica en 2003. Una de esas historietas imposibles de olvidar.
Y la fórmula se repite: Manara + guionista consagrado + ambientación histórica= éxito. Claro, estamos hablando de Los Borgia, la serie que Manara realiza junto a Alexandro Jodorowsky entre 2004 y 2010. Finalmente la serie no fue el hiper-hitazo que se suponía de antemano que iba a ser, pero aún así vendió unos cuantos millones de ejemplares en toda Europa. El dibujo no está al nivel de los mejores trabajos de Manara, pero se la re-banca, y la onda sofisticada y depravada de la familia disfuncional más famosa del Renacimiento le cae como anillo al dedo.
Los fans de la historieta erótica alucinaron al ver que detrás de las orgías había una historia real, muy fuerte. Y los puristas de la aventura histórica criticaron detalles del dibujo y sobre todo el ritmo que elige Jodorowsky para el cuarto tomo (una especie de epílogo, no tan conectado a la trilogía inicial como uno hubiese imaginado). Lo cierto es que el principal problema de Los Borgia no fueron las críticas, sino el hecho de que la editorial que lo publicaba (Albin Michel) cerrara poco después de editar el segundo tomo (principios de 2006) y forzara un paréntesis en la publicación hasta Diciembre de 2008, cuando apareció el tercer tomo, ahora en el sello Drugstore.
En 2006, Manara también lanzó Quarantasei (junto al guionista Valentino Rossi) y Péntiti!, un libro de textos e ilustraciones sobre la vida y la obra de Wolfgang Amadeus Mozart (otro ídolo de Manara), con motivo del 250° aniversario del nacimiento del genial compositor, y junto al especialista Rudolf Angermüller. En 2007, Manara incursiona en el género policial con Les Yeux de Pandora, una breve novela gráfica realizada en blanco y negro, que visualmente resulta brillante. El guión estuvo a cargo del italiano Vincenzo Cerami, un autor de guiones cinematográficos, con muy poca experiencia en el mundo del comic, y no fue bien recibido por la crítica.
Y la última obra realmente relevante que nos queda por mencionar es la novela gráfica de X-Men que Manara realiza junto a Chris Claremont. Se trata de un proyecto que avanzó muy lentamente a lo largo de tantos años, que no éramos pocos los que creíamos que nunca lo íbamos a ver editado. Finalmente en 2009 el libro se hizo realidad: financiado por la mega-empresa italiana Panini (dueña de Marvel en Europa), en el Viejo Continente se editó en lujosos álbumes de gran tamaño y tapas duras, mientras que en EEUU fue groseramente ninguneado por Marvel, que lo editó a modo de un one-shot cualunque, en el mismo tamaño de los comic-books, con el mismo papel y las mismas grapas chotas que cualquier revistita mensual de las que dibuja cualquier poligrillo. El guión es bastante lineal, bastante clásico, y si bien no tiene escenas de sexo, Manara no se aguanta las ganas de poner a las superheroínas en poses sensuales, o hacerlas sacar la lengüita con expresión lasciva. O sea que es –en un punto- un comic fallido, más raro que bueno. Pero tampoco es horrendo ni mucho menos, y si comprás material de Manara por los dibujos, esto es exquisito, aunque falte carne al aire.
Finalmente, las polémicas: en 2011 Manara publica una ilustración en el diario Il Fatto Quotidiano en el que aparece el difunto papa Juan Pablo II rodeado de ángeles de sexo femenino y con escasa vestimenta, algo que generó una enorme indignación en el seno de la Iglesia católica, que tanto poder tiene aún hoy en Italia.
Y ya más cerca, en Agosto de 2014, Milo Manara quedó de nuevo en el centro de la controversia por aquella ilustración de Spider-Woman que aportó como variant cover de la nueva revista de Jessica Drew, también en Marvel. No era la primera vez que Manara aportaba ilustraciones a los comics de Marvel y todos sabían con qué bueyes araban. Sin embargo, esa imagen de Spider-Woman agitó un tsunami impresionante, en el que cualquier cuatro de copas salió a enseñarle a Manara cómo dibujar un cuerpo femenino. El maestro respondió a las críticas con firmeza, sin derrapar, siempre coherente con su pensamiento, que sustenta la teoría de que en la historieta el sexismo no está dado por la representación física de la mujer sino por los roles que esta ocupa en las historias que se narran. Y Marvel, primero lo salió a bancar y después canceló otras dos portadas alternativas (una de Axis y una de Thor) que le había encargado al italiano.
Todo esto (incluso las polémicas, hiper-infladas por el auge de las redes sociales) habla de la vigencia de un autor que supo elevarse al rango de estrella, pero también de maestro, de clásico y de ícono, a través de un dibujo inmediatamente reconocible y de un peculiar abordaje de un amplio abanico de temáticas, que supo impactar, que supo arriesgar y que -cuando quiere- sabe abrir la puerta para ir a soñar.
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