Sole Otero nos regala una obra que nos habla de los legados, de la familia, de los sacrificios y de cómo muchas veces renunciamos a nuestros sueños.

Naftalina

09/03/2023

| Por Jules De Menta

2 comentarios

A finales de enero de este año, Sole Otero fue reconocida con el Premio del Público por “Naftalina” en el prestigioso festival francés la Bande Dessinée de Angouleme, capital internacional la historieta. La novela gráfica ya había sido galardonada anteriormente con el Premio Internacional de Novela Gráfica FNAC-Salamandra Graphic de 2019, el premio del Festival Viñetas de la Bande Dessinée Hispanophone de 2021, y había sido nominada para el Grand Prix de la DD ELLE 2022, el Premio La Bulle des Lecteurs 2022, el de Les Inrockuptibles 2022, y para el Prix Lycéen Festival de Colomiers 2022. A nuestro país, “Naftalina” llegó el año pasado, de la mano de Salamandra Graphic y cuenta con 336 páginas.

La historia comienza con un funeral. Rocío y su familia despiden a su abuela Vilma. Corría el 2001, un año particularmente crítico para la Argentina, tanto en lo político como lo económico. En ese contexto, Ro tiene que estudiar para el CBC, al mismo tiempo que se muda a la casa de su difunta abuela, con quien parecía no haber tenido justamente un vínculo de lo más cercano y afectuoso. Para la mayor parte de la vida de Rocío, su abuela Vilma fue prácticamente una completa desconocida, una mujer amargada, resentida y aislada que no paraba de recriminarle cosas…

En las primeras páginas de su novela gráfica, Sole Otero nos presenta a Ro, quien instalada en su nuevo (no tan nuevo) hogar, se reencuentra con las pertenencias de su abuela. Todo se ve muy antiguo… Ro empieza a descubrir objetos del pasado, ¿acaso será la “Naftalina” lo que preserva los recuerdos que residen en esa vieja casa? La “Naftalina” es un aroma que indefectiblemente remite al pasado; ese aroma que nos ancla en otra época, que nos transporta hacia tiempos de antaño… A Ro parece atraerle particularmente la fotografía, y fotografías sobran allí. Descubre que su abuela guardaba muchas fotos de ella, algo que le parece raro, porque ella pensaba que Vilma no la quería, que “no la bancaba”. Rocío siempre quiso ser fotógrafa y tiene su propio cuarto de revelado. De alguna manera u otra, todo el tiempo Ro vuelve a las imágenes. Las imágenes la acechan y la obligan a escribir la historia de su abuela, que también resulta su historia. Además de muebles y fotografías, Ro también se reencontrará con el gato de Vilma, que no hará más que callejear y traer pulgas a la casa. Ro no podrá parar de rascarse, de sentirse incómoda en la cama, en todos lados. Las pulgas parecen estar por toda la casa. Pulgas, polillas…fumigación, naftalina…

En un 2001 absolutamente revolucionado donde todo se desmorona, conoceremos a una Rocío en crisis y que parece no encontrar su camino. Todo está mal: su relación con su madre, con sus amigas, con su carrera. Todo se cae a pedazos. Bastante perdida, completamente harta de todo y rodeada de fotografías, Ro comenzará a reconstruir la historia de su abuela, desde su niñez, cuando junto a su familia dejó Italia y cruzó el Océano Atlántico para instalarse en Argentina en los años 20s, hasta sus últimos días.

Es, a partir de allí, que “Naftalina” se convertirá en una obra que, en todo momento, nos habla de los legados, de la familia, de la tragedia, de los sacrificios y de cómo muchas veces renunciamos a nuestros sueños y a nuestros verdaderos deseos por el contexto, por nuestros seres queridos, por no encontrar la salida o porque simplemente no nos queda otra. “Naftalina” es una obra que podría decirse que toca todos los temas: la asignada e indiscutida función que las mujeres debíamos cumplir en la sociedad durante la primera parte del Siglo XX, el agobiante e inquebrantable patriarcado cuyos roles de género parecían estar inevitablemente predestinados, los exilios políticos en un mundo cada vez más profundamente capitalista, la búsqueda por nuevos horizontes y tierras lejanas con tal de escapar de una Europa empobrecida. Resulta inviable no sumergirse en la obra de Otero y no encontrar aspectos, momentos, sentimientos con los que el lector y la lectora no podrá de dejar de sentirse identificado/a.  Pero si de algo se trata “Naftalina”, es de lo oculto, de lo que se esconde, de lo que no se habla, y de cómo eso “no dicho» afecta nuestro presente y nuestra propia historia. Los secretos, lo renegado, lo olvidado, lo ausente, lo que está en las sombras resultará una constante en todo el relato que construye Otero y será Rocío quien deberá volver al pasado para reencontrarse consigo misma e intentar no repetir la historia.

Las más de 300 páginas realizadas en digital mediante las que la artista nos acerca la historia de Rocío y de Vilma manejan un estilo gráfico único e inconfundible. Los cuerpos de los personajes son voluminosos y con las cabezas son pequeñas, pero con caras excesivamente expresivas que mantienen ese toque característico de Otero en el que las mejillas coloradas están bien marcadas y redondeadas. Mientras la casa de Vilma en el pasado se encuentra repleta de tonos que confluyen en un rosa viejo -color que también corresponde a las mismas páginas- lo que remite a lo antiguo, a lo que corresponde a una época anterior; la casa del presente donde deambula Ro incorpora una gama más amplia del círculo cromático, incluidos los colores azulados y los verdes. En las viñetas donde se explora más la psicología de Rocío, las sombras se hacen presentes, como así también lo hacen múltiples colores que recuerdan a luces de neón capaces de brillar en la completa oscuridad.

Una cuestión definitivamente muy acertada en el momento de ubicar al lector y a la lectora en los tiempos distintos a lo largo de los cuales se mueve el relato, es el uso de dos tipografías distintas: la imprenta completamente mayúscula corresponde  a los diálogos del presente -es decir, el 2001- de Rocío; la cursiva pertenece al pasado y se usa tanto cuando hablan los personajes como en aquellos momentos en que Rocío parece escribir la historia en su mente y se buscar enmarcar en qué época de la vida de Vilma nos ubicamos. Un detalle particularmente muy correcto que hace a la propuesta estética, pero principalmente narrativa, son las palabras tachadas en cursiva a través de las cuales es posible capar los momentos en los que Rocío cambia, reconstruye y resignifica la historia de su abuela, la que, al fin de cuentas, íntimamente se vuelve la propia.

La galardonada novela gráfica de Otero resulta una obra muy argentina que, anclada en los momentos cúlmines de la crisis del 2001 y basada en hechos reales pero con una clara cuota de ficción, consigue retratar la vida de muchas familias inmigrantes y principalmente de muchas mujeres durante el Siglo XX. Es, principalmente a través de estas dos cuestiones, que “Naftalina” construye un relato extraordinario y absolutamente atrapante, capaz de hablarnos sobre la identidad y de interpelarnos en cuanto a la importancia de conocer quiénes somos para poder reflexionar, sanar y definitivamente por avanzar y construir futuro.

2 respuestas a «Naftalina»

  1. oliver

    Habla de la rata Talbot, que esa si esta buena. Es sobre una mina abusada asi que te va a re gustar. Tambien te recomiendo Nacida Inocente, que la violan en el reformatorio a la peti del exorcista.
    Lo mejor es lo de Telefe igual, estoy viendo como caen todos con mi bolsita de pochoclo. El canal de las pelooootas!!!
    Ahora le van a decir, «de las pelotas lamidas por menores», se la mandaron hasssta los huevos y van a rodar cabezas ja ja je ji jo…

  2. Wotan

    Dime, ¿te gusta el football femenino?, ¿te gustan las hamburguesas?
    Pues… si te parece bien, te invito a mi casa a comer hamburguesas y mirar el football femenino. O porno. Como tu quieras.

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