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NOTAS

Planeta Ghibli (parte 20)

Ocean Waves es una película para TV de 1993, a cargo de los jóvenes talentos del estudio, que podría considerarse un experimento de Ghibli.
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Jueves 19 de febrero, 2015

Ocean Waves (Umi ga Kikoeru) es una película para TV de 1993, y podría considerarse un experimento de Ghibli. El proyecto fue encargado a los jóvenes talentos del estudio para ver qué eran capaces de lograr y, por lo tanto, fue la primera producción que no contó con la dirección de Miyazaki o Takahata. Basada en una novela de Saeko Himuro, Kaori Nakamura se encargó del guión, mientras que la dirección estuvo a cargo de Tomomi Mochizuki. El propósito era contar una buena historia con un presupuesto y tiempo de producción limitados, pero el proyecto terminó excediéndose en ambos aspectos.

Taku, un estudiante universitario, aborda un avión desde Tokio hasta Kochi, su ciudad natal, para asistir a una reunión de ex compañeros de secundaria. Mientras viaja, comienzan los recuerdos que involucran a dos personas muy importantes para él durante esos años. Una de ellas es Yutaka, un chico de anteojos con quien formó una amistad luego de que ambos fueran los únicos en cuestionar la cancelación de un viaje por parte de las autoridades escolares. La otra es Rikako, una chica de Tokio que se incorpora a la misma escuela. La chica nueva es hermosa, inteligente y atlética e inevitablemente se convierte en el centro de atención, y para Taku no pasa inadvertido que su amigo Yutaka está enamorado de ella. Pero Rikako es un enigma, y prácticamente no habla con nadie hasta el día en que recurre a Taku por ayuda.

A partir de ahí, se teje una trama que en principio podría considerarse predecible (dos chicos, una chica, triángulo amoroso); pero como suele suceder con las películas de Ghibli, el todo es mucho más que la suma de las partes, y una sinopsis del argumento no alcanza para describir la deliciosa experiencia visual que nos ofrece. Cierto, no cuenta con los grandes nombres de Ghibli y apenas supera la hora de duración, y habiendo tantas joyas en el catálogo del estudio, seguramente esta película no sería tu primera opción. Pero Ocean Waves tiene sus méritos, y es una excelente muestra de lo que significa el arte de narrar.

Aunque está narrada desde el punto de vista de Taku, el centro de la historia es Rikako. La joven está muy dolida por haber sido alejada de su hogar anterior y sus amigos y rechaza su nuevo hogar; no desea ser aceptada ni ser como sus nuevos compañeros, y en consecuencia se aísla de todos. A lo largo de la película se la ve increíblemente egoísta, haciendo solamente aquello que la beneficia directamente y aprovechándose de las escasas personas a las que parece caerle bien. Aún así, Taku siente compasión por ella, y entiende su sufrimiento y su sensación de abandono en medio del divorcio de sus padres.

El comportamiento de Rikako está manejado con tal sobriedad y efectividad que no lo vemos como simple histeria adolescente; más bien es un reflejo de lo que hacemos cuando estamos en una situación en la que, desde nuestra perspectiva, somos víctimas de las circunstancias. Rikako siente que todo el mundo debería compadecerse y estar pendiente de su sufrimiento, cuando la realidad es que la vida no es justa y que no somos el centro del universo. Es una realidad difícil de aceptar en medio de situaciones que nos provocan dolor, pero su aceptación es lo que llevará finalmente a un proceso de curación y a la madurez. Por supuesto, como la historia trata sobre adolescentes, Rikako no es la única que muestra actitudes egocéntricas; simplemente, algunas son más notorias que otras. Es por eso que los minutos finales de la película se vuelven tan importantes, cuando uno de los personajes expresa con simpleza y elocuencia la diferencia entre la perspectiva del adolescente y del adulto.

Otro de los puntos fuertes de la película es la amistad entre Taku y Yutaka. Es una relación surgida naturalmente del respeto mutuo, e ilustra maravillosamente el código tácito entre caballeros de no tirarle los galgos a la chica que le gusta a tu amigo. Sus conversaciones se sienten incómodas y poco naturales, con Yutaka tratando de hablar de Rikako y Taku tratando desesperadamente de cambiar de tema. Por otro lado, si bien es de esperar que la narrativa se mueva a paso lento en una historia como ésta, algunas escenas tienden a estirarse más de lo necesario.

En el aspecto artístico, la película no se queda atrás en comparación con otras producciones del estudio. El diseño de personajes y el arte en general recuerdan mucho a Omohide Poro Poro. Los artistas realizan un gran trabajo reproduciendo los paisajes de Tokio y de la pequeña y menos conocida ciudad de Kochi. En muchas de las escenas de Kochi predomina la vista de su castillo, que parece reinar sobre el lugar. Toda la película tiene un gusto a nostalgia, y el soundtrack con sus melodías de piano sirve para resaltar ese aspecto.

Ocean Waves no tiene grandes pretensiones, más allá de tratar de contar una historia de la forma más honesta posible, sin manipulación de sentimientos o conflictos forzados. Aunque sus realizadores (al igual que los personajes) evidentemente todavia tenían mucho que aprender, lograron un producto digno de figurar entre el legado del estudio.