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NOTAS

Planeta Ghibli (parte 34)

El recuerdo de Marnie (Omoide no Marnie, 2014) era crucial para Ghibli, por ser la primera película del estudio tras el retiro de sus fundadores.
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Miércoles 15 de junio, 2016

El recuerdo de Marnie (Omoide no Marnie, 2014) era crucial para Ghibli, por ser la primera película del estudio tras el retiro de sus fundadores. Su significado iba más allá de su éxito comercial; era mucho más importante saber si la nueva generación de directores, guionistas y productores serían capaces de continuar con su legado. La dirección estuvo a cargo de Hiromasa Yonebayashi, que ya había cumplido ese rol para Arriety y el mundo de los diminutos. A pesar de no haber sido un éxito al nivel de producciones anteriores, y de haber terminado por convertirse en el último largometraje de Ghibli, El recuerdo de Marnie es una película sólida, y quizás en otras circunstancias hubiese garantizado la continuidad del estudio. La razón es simple: más allá de algunas fallas, se siente como un trabajo de Ghibli, pero no como una copia del trabajo de Miyazaki.

Basada en una novela de Joan G. Robinson, la historia tiene como protagonista a Anna, una adolescente con inclinaciones artísticas que vive en un hogar adoptivo. Anna siempre ha sido insegura, retraída y enfermiza, y luego de un ataque de asma, su familia la envía a pasar un tiempo con otros parientes que viven en una pequeña ciudad costera, con la esperanza de que eso la ayude a relajarse y mejorar su salud. A pesar de los esfuerzos de sus familiares, a Anna todavía le cuesta hacer amigos. Pero todo cambia cuando conoce a Marnie, una angelical chica rubia que vive en una mansión al otro lado del pantano. Marnie se interesa por ella sin invadirla o incomodarla, lo que la convierte en la primera amiga de verdad para Anna, a pesar de que su verdadera naturaleza es un misterio. ¿Es Marnie un fantasma, un producto de la imaginación de Anna, o algo más?

A primera vista, la película parece tener poco en común con las obras más reconocidas del estudio aparte de su joven protagonista femenina, y ciertamente no alcanza los niveles creativos de Miyazaki o Takahata. Pero a pesar de algunas fallas, El recuerdo de Marnie captura exactamente la esencia de Ghibli y lo que se pierde si ya no realiza más películas. Una de las cosas que se notan es que la animación general no está al nivel de otras producciones del estudio, pero después de todo, lo que le dio a Ghibli su incomparable nivel artístico no es la calidad de animación en sí, sino la atención puesta en los detalles que logran capturar las emociones detrás de los actos más simples.

En esta película, el trabajo conjunto del director y los animadores acierta en mostrar cómo se siente alguien que solamente quiere que lo dejen tranquilo, a través de detalles como Anna acelerando levemente su paso para evitar hablar con alguien, o la expresión de sus ojos y su lenguaje corporal cuando alguien se le acerca. Eso logra, además, hacer que su eventual cambio sea más conmovedor al construir una amistad con Marnie. El típico paisaje de ensueño de Ghibli, con sus aires de nostalgia, su serenidad y su ritmo de vida lento y apacible, adquiere un significado especial en el contexto de esta historia. Queda implícito que el malestar espiritual de Anna es el causante de su malestar físico, y por lo tanto su viaje, aunque planeado para restablecer su salud física, representa su necesidad de superar miedos y ansiedades para estar mejor a largo plazo.

Uno de los grandes aciertos del guión es que no queda claro de inmediato hacia dónde se dirige la película. El paso es lento; al comienzo parece ser una historia de angustia adolescente, y pasa por una especie de realismo mágico para luego adquirir un tono oscuro. El encanto de la película reside en que se enfoca en desarrollar la relación entre Anna y Marnie en lugar de tratar abiertamente la cuestión de la existencia física de Marnie, simplemente porque eso no nos diría nada acerca de Anna y sus necesidades. Real o no, Marnie es una manifestación de lo que Anna necesita; es amable, comprensiva, y es capaz de relacionarse con ella sin invadirla ni hacerla sentir incómoda. También, de alguna manera, es una muestra de lo que Anna podría ser si lograra superar sus ansiedades.

A pesar de que la narrativa presente sus fallas hacia el final, lo importante es que la película logra construir una relación de afecto y entendimiento mutuo que es clave para convertirla en un digno epílogo para la historia del estudio. Si Ghibli volviera a realizar películas en el futuro, el camino trazado por El recuerdo de Marnie sería el indicado, a pesar de que eso decepcionaría a los fans que quieren ver copias de la obra de Miyazaki una y otra vez.