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NOTAS

Planeta Ghibli (parte 35)

En 2014, el estudio Ghibli co-produjo una serie de TV, que tuvo a Goro Miyazaki en el rol de director.
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Jueves 21 de julio, 2016

Sanzoku no Musume Ronja fue una coproducción entre Ghibli y Polygon Pictures, y fue dirigida por Goro Miyazaki. Esta serie de 26 episodios, estrenada en 2014, es una adaptación de Ronja, la hija del bandolero, novela de la autora sueca Astrid Lindgren. Ronja es hija del líder de la banda, y su hogar es un enorme castillo en medio del bosque. Sin embargo, estos ladrones no tienen el camino tan despejado: existe otra banda rival en los alrededores que constantemente interfiere en sus planes. Al crecer, la niña inicia su exploración del bosque, para aprender a sobrevivir por sus propios medios y descubrir los peligros y maravillas que oculta. La vida de Ronja cambia cuando conoce a Birk, hijo del líder de la banda rival, y entre ambos se forma una relación de afecto mutuo a pesar de la rivalidad entre sus familias.

Para los fans más veteranos, Ronja despertará un sentimiento de nostalgia. Y es que la serie recuerda mucho a aquellas adaptaciones de clásicos de la literatura infantil con las que el anime nos deleitaba en los ´70 y ´80. La historia tiene una marcada atmósfera de cuento de hadas, con su mundo habitado tanto por seres humanos como por criaturas sobrenaturales como enanos, duendes, arpías y espíritus; pero también se inclina hacia el slice of life por momentos, sobre todo al comienzo, cuando se cuenta la vida diaria de Ronja y la gente que la rodea. De hecho, la narrativa invierte mucho tiempo en hacernos conocer a la niña, dejando en claro su importancia para la familia, pero haciendo a la vez que el ritmo sea muy lento en los primeros episodios.

Por otra parte, la segunda mitad tiene de todo: aventuras, magia, amistad, humor, unos cuantos sustos, y sutiles mensajes acerca de la libertad, la vida y la muerte. Lo mejor de la serie está en el tiempo que Ronja y Birk pasan juntos, y sin duda ayuda mucho que Birk sea un gran personaje, inteligente, valiente e ingenioso. La amistad entre ellos está cargada de pureza e inocencia, algo que seguramente haya surgido del material original y que Miyazaki hijo captura en su adaptación.

Quizás el problema más grande de esta serie sea el CGI. No es que esté mal realizado; los diseños de personajes tienen el sello Ghibli y la animación es bastante fluída. Quizás se trate de una cuestión de gustos y simplemente cuesta acostumbrarse si amás la animación tradicional que, por cierto, siempre fue el gran valor agregado de las producciones del estudio. Otro punto desfavorable es que los personajes secundarios son, en general, estereotipos muy marcados, y esto los hace intrascendentes durante gran parte de la serie. Sin haber leído la novela original es difícil decir si esto es una falla propia del guión o no, pero las adaptaciones no son ajenas a las libertades creativas y se les podría haber dado algo más de peso en la trama.

Pero más allá de las fallas que se le puedan achacar a la serie, en definitiva lo más importante es que logra mantener el espíritu de Ghibli, con su historia llena de inocencia y magia centrada en una niña que mantiene intacta su capacidad de asombro. Probablemente el resultado final habría sido mejor de haber contado la historia en una cantidad menor de episodios, pero Goro Miyazaki hace aquí un trabajo más que correcto. De hecho, su único “defecto” visible como director es que no es su padre, y aunque despegarse de semejante herencia debe ser muy complicado, aún así los resultados son satisfactorios.