Te presentamos a uno de los genios de la historieta mexicana del Siglo XX, hoy poco recordado por los fans.

Rafael Araiza

17/02/2025

| Por Luis Gantus

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Hay una discordancia acerca del nacimiento de este historietista mexicano: por un lado, él decía haber nacido en 1917 en Bacalar, Quintana Roo, pero sus familiares aseguran que fue en 1915 en San Luis Potosí. Lo que si es un hecho es que fue en la década de los ´20 cuando llegó a la Ciudad de México con su familia y empezó a dar los primeros avisos de su maestría en el dibujo, ya fuera vendiendo en la escuela sus historias de boxeo o toros por algunos centavos, o adornando el papel de estraza donde se guardaba el pan del expendio donde trabajó y que le dio fama en la colonia.

Su primer trabajo publicado aparece en el año 1933, en la revista Adelaido, de Juan Arthenack, donde se realizaba un concurso llamado “La historieta inconclusa”. Rafael participó en varios concursos y el siguiente que ganó varias veces fue el de la revista Macaco, de Alfonso Macedo, solo que en esta publicación el premio no era dinero en efectivo sino chocolates y libros de cuentos, por lo cual el director de la revista le propone al asiduo concursante que realice historietas por dos pesos diarios. Este fue el primer trabajo profesional de Araiza, donde aparecen sus primeros personajes, Primo Ternera y Botija.

Para 1935, decide irse a trabajar a la revista Paquín de Francisco Sayrols, en donde aparece su obra más conocida, “A Batacazo limpio”, junto con otras historias como “Los crímenes de la casa de cera” y “La Marca del Pulpo”. Allí comparte páginas con el Simplón Colilla de Conejo, o la obra de Alfonso Tirado, y se convierte en uno de los primeros mexicanos en tener series continuadas en la naciente industria de la historieta nacional. El trabajo de Araiza resulta ser una garantía de buenas ventas, y hace que el ambicioso editor Ignacio Herrerías lo busque y lo convenza a base de billetes de pasar a formar parte de la naciente revista “Chamaco». Araiza no lo piensa dos veces y se une a las filas de dicha publicación, donde vería desarrollarse a los personajes de A Batacazo limpio (el Kanguro Carey, la Bruja Rogers, el ingenuo Ricardín), pero también daría vida a un sinfín de historias entre las que podemos mencionar Currito del arrabal, Ruge la multitud, Nuestro hogar, Adiós al colegio, La moderna Cenicienta, Si yo supiera escribir, Más allá del deber… sin olvidar a la Bruja Rogers y el ingenuo Ricardín, que tuvieron sus propios títulos debido al éxito de A Batacazo limpio.

Araiza colaboró en Chamaco hasta 1948, cuando las series humorísticas ya no tienen lugar en la publicación para dar entrada de lleno al melodrama. Así que las historias de Rafael se mudan a la recién creada Ediciones José G. Cruz, donde en 1952 aparecerán los fascículos de A Batacazo limpio y para 1955 tendrá su propia revista: «Currito de arrabal». En este periodo aparecen como complemento de “La Pandilla” las historias de Papito Frito, que al corto tiempo tendría su propio título.

Hacía finales de los ´60, Araiza recibe el ofrecimiento de crear una nueva historieta y genera una obra de crítica social con un estilo de humor desparpajado y absurdo que va de lo moralino a lo simplemente delirante.

Se llamó “Las Comadres, las fieras del quinto patio”. Lanzada en 1968 por editorial Orizaba, en Las Comadres veremos a Araiza abordar temas como los ídolos musicales (podían ser Los Beatles o Raphael) o problemas sociales como el alcoholismo o la discriminación. Una de sus obras más recordadas por un par de generaciones fue la revista «Borijita», basada en aventuras infantiles del jugador de fútbol del Club América, Enrique Borja. Dicha historieta fue del gusto de los niños y posiblemente el único trabajo netamente dedicado a ese sector de la población que hizo Rafael.

En sus últimos años de creación, Araiza publicó en los´80 una serie de cuadernillos de chistes y gags de humor en Editorial Hola: Diabluras, Cápsulas de humor, Despapaye y la historieta de crítica social El Mil Chambas, donde volvería a abordar dicho género. Después de eso aparecería esporádicamente en algunas revistas de chistes hasta que se retiró en 1988 cuando sufrió un desmayo en el subte, mientras iba a entregar su trabajo.

Rafael Araiza Acosta fallece el 17 de Junio de 2002 y con él se pierde a un autor que pudo transformar la gráfica y la narrativa mexicana para ir desde el melodrama hasta el más despatarrado insulto con un simple movimiento de caderas.

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