En 1963, Osamu Tezuka volvió a incursionar en la aventura histórica, con un manga ambientado en el Japón feudal.

Shinsengumi

13/01/2025

| Por Gonzalo Ruiz

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La historia del Japón feudal es, además de inmensa, inspiradora, como lo demuestran grandes clásicos del manga celebrados hasta el día de hoy como Lone Wolf and Cub o Kamui, e incluso obras más modernas como Blade of the Immortal. Los diversos conflictos políticos y éticos dan lugar a un montón de posibilidades de historias para contar, entre shogunatos y ronins rebeldes. Y si, claro: Tezuka no se iba a quedar con las ganas de hacer su propio manga “de época”.

Durante diez meses, de Enero a Octubre de 1963, en la Shonen Book (Antecesora directa de la mítica Weekly Shonen Jump) de Shueisha, el Dios del manga serializó Shinsengumi. ¿Qué es “shinsengumi”? Básicamente, es el nombre que se le dio a una primigenia fuerza policial creada en el último período de shogunato japonés, formado esencialmente por ronins, aquellos samuráis que carecían de señor. Por supuesto, una explicación más certera involucraría meterse con la historia de Japón y este no es el lugar, aunque de todas maneras el manga por momentos se pone bastante explícito al respecto. No es necesariamente una historia 100% real la del manga, pero si tiene un basamento real. De todas maneras, Tezuka siempre reconoció que sus obras establecidas en algún período histórico eran algo flojas de papeles en cuanto a su rigurosidad.

Quiero detenerme un momento en la fecha de publicación ya citada. Principios de la década del ´60, donde el manga no kamisama estaba más que prendido fuego, y los frutos que había cosechado en los albores de los ´50 con su shonen, crecían a toda velocidad. La historieta para los niños nipones se encontraba en un altísimo nivel. ¿Era momento para hacer una historia de época que, si bien tiene muchas cosas que se señalan repetidamente en las obras de este período, parecía apuntar a un público un poco más adulto? Honestamente no, pero esto ojo, no le quita mérito ni espectacularidad a Shinsengumi. Incluso podríamos decir, que para ser una obra casi adelantada (la Garo debutó un año después con la ya mencionada Kamui de Sampei Shirato, decididamente un manga más adulto que éste). Pero el lugar no era el indicado: una revista para chicos que capaz no tenían muchas ganas de aprender sobre un momento histórico de su nación no suena como una publicación idónea para poner este tipo de cosas. Pero por suerte y pese a su cancelación, la tenemos disponible para su disfrute.

Kyujuro Fukakusa y su padre quedan en medio de una persecución entre guerreros, donde un samurái se esconde en el hogar de ambos para ser asesinado junto con el señor Fukakusa, señalado como “cómplice”. Estos asesinos son abordados por Isami Kondo, instructor/ comandante dentro del shinsengumi y una figura histórica real, quien le sugiere al huérfano Kyujuro que en caso de sentirse solitario, se anote en la fuerza, un lugar quizás ideal para que un jovencito con sed de venganza pueda transitar estos nuevos sentimientos de ira hacia una adultez algo más violenta.

Porque, si se suman los diversos tópicos que trata Shinsengumi, el resultado final da una obra sobre la madurez y el crecimiento. No se establece bien la edad de Fukakusa, ni tampoco cuánto tiempo pasa entre la primera y la última historia, pero si nos guiamos por los dibujos, vemos que al principio Fukakusa apenas tiene más de 14 o 15 años, un nene al que le falta mucho por vivir y que tiene en sus adentros unas imperiosas ganas de matar a aquel que asesinó a su padre injustamente. Pero también, en el crecimiento del personaje y a medida que se mete cada vez más a fondo dentro de esta fuerza policiaca y descubre varios de los chanchullos que ocurren dentro de la misma en manos de las cabezas más altas, hay momentos de duda, de desconfianza sobre este bushido implementado de una manera casi violenta en pos de un chauvinismo que al joven Kyujuro no le importa demasiado. Él solo quiere matar a una única persona, casi hasta le parece cruel tener que desenvainar la espada para otras situaciones que suceden y que implican un inevitable derramamiento de sangre. No es que el manga sea una obra pacifista, pero si se para a cuestionar el exceso de la violencia y la corrupción.

Para ser una obra bastante previa a los momentos más oscuros de Osamu Tezuka, Shinsengumi es más adulta que las contemporáneas, no solo por la temática en sí, sino por cómo la abordan los protagonistas principales. Si bien la política, de una manera u otra, siempre está presente en las obras del sensei, ésta es de las más explicitas al respecto dentro de estos años de aventuras un poco más naïf. Hay hasta una sensación de “fuck the police” en cómo la dupla protagónica de Fukakusa y Daisaku Kamakiri (un personaje que, pese a ser completamente opuesto a su amigo, posee también un buen corazón como Kyujuro) se ponen al hombro una limpieza de las entrañas del shinsengumi, donde algunos de sus cabecillas no solo son borrachos metidos en asuntos turbios, sino que además están en total contradicción con el camino del bushido que se les imponen a estos nuevos “policías”. En el medio de esto, hay que transitar una suerte de desengaño al pensar que estaban parados en el lugar correcto, en un país convulsionado debido a los aprietes que provenían de Occidente y le exigían al emperador una apertura cultural masiva. El caldo de cultivo era insoportable, y en medio de esto, la duda sobre a quién respondía cada una de las fuerzas. Tezuka, en este caso, hace una interpretación de esta tensión muy a la altura de las circunstancias dramáticas.

Uno creería que es cruel hacer una comparación entre esta obra y las citadas al principio de esta reseña, pero con total seguridad, Shinsengumi no pierde por goleada. Quizás si carezca de un gran desarrollo debido a que su vida útil fue más que breve que las otras. Pero es interesante es observar las diferencias narrativas. Recapitulemos: faltan un par de años para que comience el período gekiga de Tezuka, donde su dibujo se estiliza de un modo diametralmente opuesto al clásico. Así y todo, con este dibujo un poco más “cute”, más limpio (a diferencia de los entramados violentos de Goseki Kojima), tiene una agilidad que bien necesitan los samuráis (o más bien los ronin) para moverse y atacar con ductilidad, parecido pero no similar a como el dibujante de Lone Wolf and Cub solía “resumir” los combates con espadas mediante rápidas líneas cinéticas.

Shinsengumi no fue precisamente una de las obras más populares del maestro, y de hecho él siempre se quedó con las ganas de hacer más historias y no quedarse solo con estas seis. Pero no pudo ser, y su reemplazo fue Big X, mientras que también comenzaba Wonder 3. Y por si fuera poco, en medio de todo esto, Tezuka fundó Mushi Productions y con ellos se puso manos a la obra para trabajar con su primer anime: Astroboy.

Todavía no tiene su edición integral española por Planeta (de momento se consigue en inglés por Digital Comics), pero como curiosidad, a principios de 2024 se anunció una serie de TV live-action, que todavía no se estrenó.

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