Ya estamos a principios de 1985 y el nº6 de la nueva serie va a ser el último en el que figure el nombre de George Perez, a pesar de que él no esté a cargo del dibujo. Al tratarse de una suerte de epílogo de la saga de Trigon, se ve que varias de las ideas que tiran ahí las habían charlado en conjunto con Marv Wolfman y por eso figura como co-argumentista. Incluso sus responsabilidades como editor ya cayeron de lleno sobre el guionista y es a tal punto que George se desvinculó de la serie que, a pesar de haber hecho diseños para los nuevos personajes que aparecen en estos episodios (que son Azrael y Kole), finalmente decidió darle libertad a José Luis García López para que hiciera cone ellos lo que tuviera ganas. Pero me estoy adelantando un poquito.
El nº6 es el típico episodio de transición, donde después de un enfrentamiento de proporciones cósmicas se dedica a explorar un poco a los personajes en un episodio sin villanos, y 100 % centrado en las relaciones interpersonales. El dibujo está a cargo de una joven promesa que muchos años después, será importante en la serie: Dan Jurgens. Por ese entonces el dibujante, estaba a cargo de su primera serie regular con “Sun Devils” y recién se animaba a aportar algunos plots de la serie al guionista Gerry Conway, pero poco faltaba para que inventara a Booster Gold e iniciara su meteórico ascenso hasta ser uno de los autores fundamentales de DC. Pero acá ilustra un fill in bastante correcto.
En cuanto a la historia en sí, los Titans son celebrados por New York al haber salvado a la ciudad y potencialmente al mundo, reconocidos como los héroes del momento. Pero no todo es color de rosa: las consecuencias del enfrentamiento con Trigon se hacen notar, y las pesadillas que les hizo vivir los afectaron a todos más de lo que se animan a aceptar. Por eso, deciden volver a acampar en el Gran Cañón (como hicieran en la mini Tales) y confesar sus problemas. Un numerito con mucho diálogo, mucha relación entre los personajes y que sienta un poco las bases para lo que va a venir.
El nº 7 incorpora en la faz gráfica a José Luis García López, y creo que no hace falta aclarar que la descose, no? Con él al timón, nos podemos olvidar de Perez sin que nos dé mucha vergüenza y la verdad que es una lástima que se haya quedado sólo cinco números, porque su laburo es tremendo, sobre todo en la saga de Thia, donde se zarpa con unas splash pages alucinantes en buena parte de la pelea en el Olimpo.
En estos tres números, Wolfman va a hacer otra de sus cosas favoritas: cerrar plots que quedaron colgados de la serie clásica. Como ya dijimos alguna vez, el guionista arrancó como lector y fan del título, por lo que siempre tuvo muy presente a la primera encarnación de los Titans. Y acá aprovecha para finalmente echar luz sobre el origen de Lilith, contarnos quién es su madre y darle un cierre al personaje. Por desgracia, la propia Crisis y la serie de Wonder Woman de su co-equiper hasta hace nada, van a tirar por la borda todo lo que acá se plantea, ya que van a cambiar el panteón olímpico para siempre.
Parece que el guionista está empecinado en cerrar cosas que le quedaron abiertas antes de que llegue la Crisis, y así como unos numeros atrás zanjó el tema Trigon, ahora retoma lo que había colgado allá por el nº12 de la serie anterior, que era el destino de Thia y el arco de los Titanes míticos. Así que aca mata a dos pájaros de un tiro y nos explica que Thia es la madre de Lilith, que se liberó de la prisión en el Tártaro mucho antes que sus hermanos, y desde entonces se dedicó a acumular poder en la Tierra. Thia tuvo varios hijos con diferentes mortales y los ubicó en diferentes posiciones de alto rango, en diferentes gobiernos y similares. Es medio tirado de los pelos el reencuentro con su hija, a la que detecta con sus poderes y no comprendemos cómo no lo hizo antes. Acá nos enteramos que fue una enfermera la que secuestró a Lilith de al lado de su madre y las mantuvo separadas todos estos años. A partir de acá, la titan del Sol decide recuperar el Olimpo y se enfrenta a sus hijos y sobrinos, en su afán de tener el control absoluto sobre ellos y poder volver a someter a la Humanidad bajo su control. Mientras tanto, los Titans tratan de recuperar a su amiga, lo que los lleva a aliarse con los titanes míticos y las amazonas nuevamente para detener los planes de Thia.
El arquito no está mal, como ya dije el dibujo es un despelote, pero hay mucho sabor a “otra vez sopa”. No hace dos números atrás acaban de luchar contra el progenitor de uno de sus miembros que es poderoso como un Dios y quiere controlar la Tierra para que otra vez suceda lo mismo? No sé qué onda, pero se siente como que Wolfman se está reciclando a si mismo y demasiado rápido. Para colmo, todo el plot de Azrael es una paparruchada, tanto rompieron las pelotas con el amor que se tenían el angel y Lilith, para que al final, después de verlo pensar durante un montón de episodios, ella decida ascender como diosa, quedarse en el Olimpo y lo deje más solo que el PRO a Rodríguez Larreta. No se termina de entender del todo el por qué de esta decisión tampoco, y si pensamos que encima esta historia publicó en paralelo con números de Tales que ya comentamos, que son el origen del personaje, todo lo hace demasiado intrincado para un desenlace tan pedorro.
Los siguientes dos episodios están centrados en el regreso de Kole a la Tierra y el reencuentro con sus padres, pero recapitulemos un segundo. Durante la saga contra Thia, para detener a los Titans y apresar a las amazonas, la villana usa los poderes de crear cristales de una chica llamada Kole, de quien nos van a revelar que no es una diosa, sino una joven de la Tierra con la que sus padres experimentaron y le dieron poderes para generar cristal de la nada. Una vez liberada del control de Thia tras su muerte, Kole decide quedarse con los Titans, principalmente porque se siente atraída por Joe Wilson, quien la va a acompañar en estos dos numeritos que cuentan su historia.
Más allá de su origen dentro de la serie, este personaje tiene un trasfondo muy particular, porque es la segunda vez que el guionista introduce un personaje en la colección con la clara intención de matarlo. Según parece, no eran pocos los autores que no estaban contentos con que Wolfman acabara con sus personajes de manera permanente durante la Crisis, y muchos de los planteos venían por el lado «matás a nuestros personajes pero no a los tuyos». Entonces a Marv se le prendió la lamparita y decidió introducir a Kole para que muriera durante la Crisis, y así demostrarle a sus colegas que estaban equivocados. Con los años, confesó que se arrepiente de la decisión, ya que no tuvo un real impacto como la muerte de Terra y se repitió a si mismo, sólo para poder matar a otros personajes durante Crisis.
De regreso en la revista de los Titans, Kole vuelve a encontrarse con su padre para descubrir que perdió la cabeza por completo: está totalmente paranoide convencido de que en cualquier momento se viene un holocausto nuclear, y en consecuencia siguió con sus experimentos, con los que transformó a un montón de personas en unos mutantes insectoides capaces de sobrevivir la radiación, entre los que se encuentran su propia esposa, la madre de Kole. La chica le pide ayuda a los Titans para detener a su padre, pero esta es de las pocas veces en la que los héroes fracasan, y el científico logra llevar a cabo su plan: se transforma definitivamente a sí mismo y al resto de los mutados en insectos, lo que según sus propias palabras los iba a mantener a salvo del holocausto que se les venía encima. Lo más relevante es que Kole lo logra convencer de que ella no quiere formar parte de eso, y el profesor decide dejarla en libertad junto con sus amigos, para que tome su propia decisión.
Por detrás, como siempre, se van cocinando otros subplots que explotaran un poco más adelante, pero por el momento esto es todo.
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