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NOTAS

Teen Titans (parte 50)

Ahora sí, volvemos a la serie principal de los Titans, que cambia radicalmente de rumbo y enfila hacia el histórico nº 100.
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Miércoles 27 de agosto

A modo de epilogo de Total Chaos, y preludio a lo que se viene, en Noviembre de 1992 sale un especial titulado Titans Sell-Out. Allí Marv Wolfman nos cuenta qué es lo que pasa inmediatamente después del regreso de ambos equipos de Nuevo Chronos, y cómo tienen que lidiar con una ciudad de New York que los odia y hace responsable por los infinitos destrozos que provocaron. Acá nos enteramos del destino del cuerpo de Deathstroke, que había muerto al final del nº 16 de su serie, y la demanda impulsada por la concejal Alderman alcanza su punto caramelo, lo que obliga a los Titans a abandonar NY y dirigirse a Hollywood en busca de mejores horizontes.

¡Todo lo que va a pasar después es droga! No sé muy bien que estaba fumando Wolfman en esta época, o es que sencillamente ya todo le chupaba un huevo, pero acá se va al carajo, al cambiar radicalmente el tono de la serie y hacerla muy, pero muy en joda. Ya desde la portada de Kevin Maguire, al estilo de las de JLI se nota ese cambio, y de ahí en adelante todo se desbarranca, a tal punto que la mitad del especial es una aventura de los “Teeny Titans” dibujada por John Costanza, una versión infantil de los personajes para una serie de dibujos animados que sale a partir de que ellos venden su imagen para tratar de ganar algo de guita y mejorar ante la opinión pública.

Pantha está totalmente convertida en un comic relief que quiere matar o comerse a todo el mundo sin sentido, hay infinitos chistes sexuales con Starfire, que a su vez esta todo el tiempo al punto de irse a la manos con Mirage, que no deja de acosar a Dick, y Baby Wildebeest hace cagadas todo el tiempo. Esta lógica se va mantener bastante en el siguiente número de la serie regular, pero por suerte en el nº 94, va a venir un arco escrito por Louise Simonson que le va a devolver a la serie su tono habitual.

Pero antes de todo esto, el nº 93 marca la partida del coordinador Jonathan Peterson quien, como ya repetí hasta el hartazgo, vino para sacudir el statu quo y catapultar a los Titans a una nueva era de gloria que llegaría a su punto máximo con el nº 100 de la serie. Sin embargo, problemas personales lo obligaron a dejarla a mitad de camino y sin poder hacer ni un cuarto de lo que se había propuesto. Así que en homenaje a su temprana partida, me parece un buen momento para repasar lo que era su plan y los proyectos que se quedaron por el camino.

Como dije hace rato, cuando Peterson agarró al manija, su intención era que hubiera un título de la “Titans Family” por semana al mejor estilo de los de Superman. Él esperaba que después de Titans Hunt y en todo el build-up hasta el nº 100, la serie fuera creciendo en lectores y eso le diera el impulso suficiente para llegar a buen puerto. Con esto en mente, al equipo regular de Wolfman, Grummet y Vey, decidió sumarle otro montón de gente que incluía a Steve Erwin como dibujante de Deathstroke (cosa que si sucedió) y a Kevin Maguire, Kerry Gammil, Louise Simonson, Len Wein, Art Thibert y su esposa Pamela. Todos se juntaron en un hotel a tirar ideas acerca de lo que iba a pasar de ahí en adelante y salvo por la serie de Slade y Team Titans, nada más vio la luz.

La idea era que los Thibert se encargaran de una miniserie de seis números de Nigthwing que iba a salir alrededor del nº 93, y que iba a terminar cuando Dick le propone casamiento a Kory, dejando todo servido para la boda del nº 100. Otro de los spin-offs iba a estar a cargo de Len Wein, y era un título protagonizado por The Hybrid, que tampoco prosperó. Por su lado, el concepto de Team Titans, era muy diferente a lo que finalmente conocimos: la idea era que la serie estuviera a cargo de Maguire, y que para su nº 12 presentara un nuevo grupo de versiones juveniles de los personajes, que iban a interactuar con sus versiones del presente, para terminar liderados por Donna (que no se suponía perdía sus poderes). Toda esta idea me recuerda mucho, pero demasiado, a lo que haría Brian Michael Bendis en X-Men muchísimos años después, no? Traer al grupo clásico e inexperto a interactuar con ellos mismos ya curtidos por años de experiencia.

Después de estos 12 números, la idea era que el control creativo del titulo pasar a Phil Jimenez (que igual terminó por meter mano en Team Titans) y Maguire pasara a un nuevo spin-off, llamado Rogue Titans, una idea que no próspero y que años más tarde el autor terminó por transformar en Strikeforce!. Y ya que hablamos de transformaciones para Image, Peterson también es en algún punto responsable de Youngblood, ya que el germen del equipo surgió como un propuesta de Rob Liefeld para una serie de los Titans West liderada por Roy Harper, que tampoco terminó de cuajar por conflictos entre el dibujante y la editorial.

Obviamente con todas estas ideas desechadas a mitad del camino, con la salida temprana de Peterson de los títulos, y el cambio de rumbo por el que optó su sucesor, Rob Simpson, nos podemos dar una idea de las cosas que se mantuvieron (como la boda de Dick y Kory en el 100) y las muchas que sufrieron cambios drásticos, como Donna como líder de los Team Titans, que no se dio así, pero ganó un rol preponderante en la serie de todas formas. Pero lo que no fue, no fue: Peterson se bajó del barco y el título tuvo que seguir adelante con un nuevo coordinador.

De esta manera, en el nº 94 arranca un arco de tres partes que -como ya dije- estaba escrito por Simonson y dibujado por Jimenez, en el que Red Star se lleva a Cyborg a una conferencia de científicos en Rusia para ver si lo pueden ayudar, pero termina secuestrado por su padre y envuelto en un complot que busca asesinar al por entonces presidente Boris Yeltsin y culpar a los americanos, en un esfuerzo de reinstaurar la recientemente caída Unión Soviética. Por suerte el guion se aleja del tono en joda que vimos en los últimos números de Wolfman, donde el 93 es casi una vergüenza: gira en torno a que Mirage se hace pasar por Kory para posar en bolas para una revista para adultos. También se abordan las consecuencias de que, a pesar de no haber dado su consentimiento, el cartoon de los “Teeny Titans” ve la luz y vuelve a ponerlos en el foco público con más publicidad de la que quieren recibir. Yo entiendo que Wolfman se divirtiera con estas cosas, pero no hacían falta. Igual de acá en adelante la serie se va a poner bastante oscura y quizás lo que el guionista buscaba con esos números era descomprimir un poco, pero en el contexto general desentonan como chupete en el culo.

(Muy pronto, una nueva entrega)