Mi amazona favorita
En el n°195 de Wonder Woman (Oct.2003) empieza una de las etapas más gloriosas en la larga historia de la heroína. Sin demasiado bombo, llega a la serie Greg Rucka, por entonces un guionista prolífico y prestigioso (hoy mucho más prestigioso que prolífico), que le dará a la Princesa Amazona tres años de excelentes historias. Rucka había sorprendido con The Hiketeia, una gran novela gráfica de 2002 en la que Wonder Woman confrontaba con Batman en torno a un conflicto fuerte, muy humano y muy real. J.G. Jones le había puesto mucha onda al dibujo y la buena repercusión de la obra le abrió la puerta a Rucka para desembarcar en la serie mensual de Diana, a la que –evidentemente- le costaba muchísimo suplir la ausencia de Phil Jiménez.
Los primeros seis episodios de Rucka son de transición. El guionista nos presenta en detalle al personal y al funcionamiento de la embajada de Themyscira en Nueva York, reactiva a tres villanos de las etapas anteriores (Ares, Silver Swan y Dr. Psycho) y presenta a una nueva villana, que tendrá un rol importante en toda esta etapa: la Doctora Veronica Cale. Rucka muestra desde el principio la intención de jugar a dos puntas: villanos terrestres y amenazas vinculadas al Olimpo, a los dioses griegos, que también tendrán un rol destacadísimo en estos años.
En los números siguientes, Rucka empieza de a poco a hacer cirugía mayor en los mitos de la Amazona. Primero, muda la Isla Paraíso a un lugar muy cerca de la costa de los EEUU, con lo cual arranca un extenso sub-plot de tensión militar entre Themyscira y el país donde vive Diana. Después decide deshacer aquel plot de John Byrne vinculado al alienígena multiformas (el lansanariano que se convirtió en el Wonder Dome) y lo deja inerte, “trabado” para siempre en la forma de un jet invisible… que Diana no usará nunca más. Por otro lado, reactiva a Circe y esta a su vez resucita a Medousa, que será la villana grossa del siguiente arco argumental. Silver Swan, Dr. Psycho y Veronica Cale siguen ahí, generando problemas y peleas.
Los arcos argumentales se suceden sin respiro y en el siguiente Rucka se cansa de que Vanessa Kapatelis sea Silver Swan y la saca de circulación. También desactiva a un personaje heredado de Phil Jiménez, el villano argentino Sebastián Ballesteros, y empieza a apostar fuerte al regreso de la Cheetah clásica. Pero la villana fuerte es Medousa y el combate con Diana (digitado por Ares) es un punto altísimo de esta etapa. Wonder Woman pierde la vista en esa lucha, pero ciega y todo, conserva su asombroso talento como guerrera, con lo cual permanece en la JLA y la diosa Pallas Atenea la recluta como campeona en su movida para destronar a Zeus del Olimpo.
Cheetah no regresa sola, sino en equipo con el Professor Zoom, lo que permite un crossover entre Wonder Woman y Flash, por ese entonces a cargo de Geoff Johns. La historia no es gran cosa, cabe aclarar. Y después de esa aventura, Rucka arranca con otro arco argumental. Esta vez, Ares y el destronado Zeus conspiran con Hades, y para desactivar esa runfla, Wonder Woman, Wonder Girl y Ferdinand (el minotauro que asiste a Diana en la embajada) descienden a los infiernos. De ahí se traen un resonante triunfo: el rescate de Hermes. Y Pallas Atenea le devuelve a Diana el uso de sus ojos, que serán los ojos de la sabiduría.
A todo esto estamos en el n°218, un unitario en el que Veronica Cale vuelve a decir presente y se empieza a armar una rosca entre Ares y Circe… que nunca llegará a concretarse. Circe está muchos números tras las sombras, y sin embargo la serie terminará antes de que la bruja y la Amazona se vean cara a cara. ¿Por qué, qué es lo que interrumpe el desarrollo de la trama urdida por Rucka? Se viene Infinite Crisis, y en el n°219 Wonder Woman ejecuta a Maxwell Lord, en imágenes que recorren el mundo entero. Esto sacude su status como embajadora, justo cuando se pone espesa la relación entre EEUU y Themyscira. Una vieja amiga de Diana, Etta Candy, tiene un rol interesante en esa trama, al igual que Artemis, heredada de la época de Messner-Loebs. Lo cierto es que antes de que empiecen a volar los misiles, empiezan a volar los OMACs, androides al servicio de Brothe Eye, que invaden la islita en busca de Diana. Diana está ocupada machacándose con Cheetah en medio de un juicio por la muerte de Lord. Para cuando llega, Themyscira está prácticamente destruída.
Y así llegamos al final: los dioses del Olimpo deciden que la Isla Paraíso deje de existir en la dimensión de los humanos, con lo cual Diana ya no es embajadora de nada. Sus empleados humanos (y el minotauro) la despiden con afecto y ella, en vez de entregarse a las autoridades por el crimen de Maxwell Lord, elige desaparecer.
El epílogo (n°226, Abr.2006) marca el final de la serie iniciada en 1987 y se dedica a repasar distintos momentos en la carrera de Wonder Woman y Superman, como testimonio de una larga y sincera amistad. Obviamente, cuando pase el temblor Diana volverá, pero de eso hablaremos en la próxima entrega.
Nos queda por señalar la mala suerte que tuvo Greg Rucka con los dibujantes. Arrancó en equipo con Drew Johnson, un intento de clon de Terry Dodson apenas correcto, cuyo rendimiento fue bajando número a número. Lo bueno es que Johnson no llegaba a entregar todos los meses, por eso aparecían suplentes más interesantes como Stephen Sadowski, Sean Phillips o el hoy consagrado Shane Davis. Johnson se despide tras el crossover con Flash y la saga contra Hades está toda dibujada por el gran Rags Morales. Y en el último tramo, Morales aparece de vez en cuando (dibuja el numerito de la muerte de Maxwell Lord, entre otras cosas) y lo más parecido a un dibujante titular es un perro catatónico llamado Cliff Richards, cuyo dibujo no transmite la más mínima emoción. Una pena, porque los guiones son realmente notables.


