Dentro de la colección de Novela Gráfica de la editorial Fondo de Cultura Económica, desde hace unos meses tenemos la posibilidad de leer la edición argentina de Zitarrosa. Se trata de una historieta publicada originalmente en Uruguay, en 2012, con guion de Rodolfo Santullo y dibujos de Max Aguirre. La nueva edición argentina de 2025, cuenta con 128 páginas en formato grande (23 x 30 cm).

Aunque al tomar el libro puede que, por su portada y su título, enseguida se piense que se trata de una biografía, la propuesta no puede estar más alejada de eso. El libro comienza con Alfredo Zitarrosa en pleno concierto, como un artista ya consagrado. Su poesía y su música inundan el escenario del Encuentro de Juventudes Latinoamericanas de Trabajadores. Las viñetas se suceden y podemos leer partes de algunas de las letras más contestatarías del cantautor uruguayo. Una vez concluido el espectáculo, Zitarrosa se encuentra con Daniel Viglietti, entre otros nombres reconocidos, con quienes tendrá una breve conversación. A Zitarrosa lo quieren para un concierto y él, que es un referente del comunismo pero que al mismo tiempo tiene un manager, les cuenta que por cada uno de sus shows su representante pide 20 mil dólares. Luego se rectifica y dice que se trata de 20 mil pesos, para volver a cambiar y decir que en realidad son dos mil dólares. En definitiva, no sabe y tampoco le interesa. Él es un libre pensador y un artista revolucionario.
Ese primer y breve relato va a marcar el tono de los ocho capítulos que componen toda la obra; esto es, narraciones basadas en testimonios que no hacen más que plasmar una fotografía de lo que era Zitarrosa, su forma de ser con lxs demás -incluidas sus amistades y gente no tan amiga- y en algunos momentos clave de su vida.

El segundo capítulo, por ejemplo, basado en una entrevista que Zitarrosa le hizo realmente a Juan Carlos Onetti, aborda una imaginaria visita del cantautor al escritor. En esa charla, conversan sobre Gardel y qué fue lo que lo llevó a ser el gran exponente del tango de su época. Ambos, explorarán qué lo hizo destacarse con respecto al resto, así como de sus mejores canciones, presentaciones y sus películas. En los capítulos siguientes, veremos artista en diversidad de situaciones: un asado en el que se niega a cantar, conversaciones con militantes de su mismo partido u otras organizaciones -como, por ejemplo, peronistas-, una presentación de cierre de su exilio en México, una cena con gente allegada.
Entre todas las breves historias, que como ya dije resultan más en un retrato del cantautor, se destaca una en el que mientras canta se muestran imágenes super fuertes que ilustran la tortura en la dictadura uruguaya y la última, en la que vemos su velatorio. Particularmente ese último relato, basado en testimonios de María Barrio, se encarga de dejarnos algo bien en claro: la música y las letras de Zitarrosa les hablan a todxs y eran para todxs, por tanto, luego de que un borracho se apersone allí y varixs de lxs asistentes quisieran echarlo, la mismo María lo dejará ir a despedirlo.

Hasta aquí, vemos que la propuesta de Santullo y Aguirre no supone contar aquello que podemos encontrar fácilmente hoy en internet o en algún otro libro sobre Zitarrosa; esto es, su ascenso, su desarrollo como artista y su decadencia, sino ciertos momentos, episodios aislados y anécdotas que consiguen describir en su conjunto quién fue realmente el cantautor y cuáles fueron sus luchas a partir de una cierta cronología. Si hay algo que resulta en un hilo conductor del conjunto de los relatos, es su forma de entender el mundo, su ideología comunista y su vida como artista y militante comprometido con su causa. Si hay algo que los capítulos exploran, es el misterio de su figura más allá del artista y su complejidad como ser humano, siempre desde una recreación de los hechos, todos extraídos de testimonios de gente cercana -y no tan cercana- al mismo Zitarrosa.
Para acercarnos todas estas historias, Max Aguirre opta por un dibujo bastante caricaturesco, aunque con algunas imágenes puntales cargadas de gran cuota de dramatismo. Las viñetas se suceden entre personajes más o menos identificables, según sean más o menos públicos, y escenarios por momentos más realistas que hasta parecen prácticamente calcados de fotografías de alguna ciudad -sea Montevideo, Distrito Federal de México, o hasta Buenos Aires- o fondos más bien simples, pero no por eso menos interesantes. Se trate de viñetas más dramáticas o más relajadas, todas muy bien amalgamadas a partir del uso blanco y negro en combinación de un verde casi gris que consigue enmarcar a la obra en su época.

Los trazos gruesos de Aguirre le otorgan personalidad a lxs personajes, mientras la expresividad de su línea consigue transmitir tensiones y emociones. Entre todxs lxs personajes, cabe destacar particularmente a su protagonista, a quien Aguirre consigue retratar a partir de sus miradas, gestos y formas de agarrar la guitarra y caminar. La portada para la edición de 2025 del Fondo de Cultura Económica es una absoluta belleza, puesto que de manera indiscutida es Zitarrosa en toda su esencia: sus cejas, su concentración en los sonidos que salen de su guitarra, su pucho, prendido en su boca.
Un punto relevante de la obra es la correcta incorporación de las letras de las canciones a las diversas situaciones propuestas desde el guion. En algunas secuencias, letras y situaciones se fusionan de una manera prácticamente magistral; tal es el caso de las primeras viñetas en las que Zitarrosa le canta a las juventudes militantes trabajadoras, o bien cuando Aguirre despliega todo su dramatismo en las imágenes a página completa que exploran las atrocidades de la dictadura uruguaya.

En las últimas páginas, el libro nos permite acceder a algunos de los testimonios que tomó en cuenta Santullo para escribir su guion, lo que nos permitirá conocer más en profundidad a Zitarrosa como ser artista y como ser humano detrás de sus letras y su música. Se trata de las fuentes en primera persona de gente allegada al compositor o bien que lo admiraba profundamente y se sintió inspirada o influida en su vida por él.
Hasta aquí, Zitarrosa de Santullo y Aguirre resulta en una obra digna de leer -o revisitar, en el caso de haberla podido recorrer en alguna oportunidad-, principalmente porque se trata de una propuesta que se sale de la típica biografía para presentarnos un lado más íntimo (aunque no siempre totalmente realista) del cantautor, así como único, cotidiano y hasta intrigante.


