Aunque no lo crean, estuve muy cerca de incluir en la reseña de este mes a otro comic de James Tynion IV, pero como después me gastan por reiterativo me decanté por un género al cual tengo un poco olvidado, y que irónicamente es uno de mis favoritos: la Ciencia Ficción. Y no conforme con eso, fui a buscar un comic que es una antología, otro tipo de narrativa que es completamente ajena a esta sección.

Assorted Crisis Events es el nombre de esta serie de Image que tiene a Deniz Camp en los guiones, y con esta mención quiero felicitar desde acá al autor porque falta un mes para que termine este año y es ya es, oficialmente, el ganador de la contienda: es el escritor ganador del Maldito Mainstream al Guionista 2025, ya que es la tercera vez que elijo un comic de su autoría en estos últimos 11 meses, primero con The Ultimates y un tiempo después con el magnífico Absolute Martian Manhunter.
Sorry, Tynion, estuviste cerca pero no…

Resulta que aquí, el amigo Camp va a llevar adelante algo relativamente parecido a lo que sucede con otro comic que fue reseñado en esta sección: Ice Cream Man, solo que en lugar de tener un heladero que aúne todas las historias, el hilo narrativo estará dado por la sensación de confusión que generan todas las historias al comienzo, hasta que detectamos que está sucediendo. Por ejemplo, en el nº1 número tenemos a Ashley, una piba que cuando sale de su departamento para ir a su trabajo, se cruza constantemente con sets de filmación de películas de ciencia ficción y acción, y sumado a eso el mundo en el que ella vive sufre una crisis temporal en la que todo es posible, y se pueden encontrar caballeros medievales, una marcha del Tercer Reich en plena calle central o cruzarse con otra versión de ella misma. Una enfermedad espacio-temporal completamente descontrolada que solo tiene sentido gracias a la injerencia de la propia Ashley, la cual se toma todo este descontrol con mucha calma.

En el segundo número somos testigos de la vida de un hombre que trabaja en un matadero, y que a su vez esta persona está completamente desvinculada del tiempo, y no tiene control sobre el mismo. Como lectores, podemos pasar de experiencias de este personaje en su niñez, a cuando es padre, y de ahí saltar abruptamente a momentos de dolor por experiencias pasadas o futuras relacionados con su contexto social, o saborear casi las explosiones de sangre brutales de cuando tiene que acabar con la vida de una vaca o un ternero, momentos que pueden aparecer en el exacto instante en el que nuestro protagonista estaba viviendo una situación feliz. La experiencia surrealista de saltar en el tiempo y el espacio hacia atrás o hacia adelante sin control tendrá consecuencias y un alto precio a pagar, claro que sí. El tercer número nos plantea una distopía en la cual los habitantes de una tierra paralela descubren que su planeta se va a destruir, pero encuentran la manera de trasladarse a la tierra gemela. ¿Es válido desde la otra tierra “aceptar” a los nuevos habitantes, los cuales son duplicados de los que viven ahí, a sabiendas de los problemas de sobrepoblación y recursos limitados que van a tener que enfrentar? Y eso por mencionar esto, que es lo más obvio. Los problemas morales no se limitan solo a los recursos, sino también a hacerle frente a cuestiones existencialistas como el tener que lidiar con personas de la otra tierra que en la actual creías que habían muerto, por ejemplo, o con modelos de familia distintos con personas muy similares. El terror de mirarte delante de un espejo y descubrir la vida que podrías haber tenido y por cuestiones de la vibración de un planeta u otro te fue negada.

El cuarto número nos muestra una persona que experimenta el tiempo de forma lineal, sí, como todos nosotros, pero todo sucede muy rápido. En apenas unas horas pasa de niño a adolescente, ese mismo día más tarde ya egresó de la secundaria y está estudiando algo, antes de anochecer ya tiene su primer trabajo, y así. Tiene una cita con una mujer, y antes de que termine la misma ella ya está embarazada, por ejemplo, y durante ese día se da cuenta que es padre de dos niños, no uno. El protagonista es completamente consciente del paso del tiempo acelerado, no se alarma ni se aterra, lo toma con bastante tranquilidad, e incluso plantea algunas reflexiones que definitivamente yo no podría siquiera elaborar en una situación como esa. En algún punto, la historia nos ayuda a entender que tenemos que parar la pelota, a veces, y observar un poco lo que nos rodea, vivir el momento. Parece un consejo sacado de una frase motivacional berreta que nos cruzamos de casualidad en algún reel inocuo, pero el hilo narrativo está montado de manera muy inteligente y nos permite abrirnos a la reflexión.
El nº5 me va a permitir elaborar algunas observaciones sobre los grandes ausentes, hasta el momento, de este comic, que son el dibujante y la colorista. Anna es la protagonista de este capítulo, una niña que presencia una pelea entre sus padres en la cual recurren a la violencia, y son 60 segundos de los cuales no va a poder escapar el resto de su vida porque los va a revivir una y otra vez. Es evidente que con este recurso, Camp nos invita a entender, desde lo visual y narrativo, cómo funciona un trauma, la estructura psicológica del mismo, y cómo nos puede afectar por el resto de nuestra existencia.

El dibujante, Eric Zawadzki, trabaja gran parte de este número para que se lea en sentido horario, lo que conecta al lector con la experiencia de Anna. En algunas páginas, es la forma en que los textos se curvan a lo largo de la página, mientras que en otras se crea una experiencia caleidoscópica. Varias ilustraciones a página completa y doble página son sencillamente impresionantes. En una de estas ilustraciones a doble página, Anna habla de cómo la vida suele ser una serie de ciclos, como por ejemplo despertarse, ir a la escuela y repetir la rutina una y otra vez. Zawadzki transmite esta idea mediante viñetas circulares que se repiten con ligeras variaciones, y muestran el mismo camino a casa o la misma cena noche tras noche. Otro elemento impactante es el símbolo del infinito que sirve de nexo entre las viñetas de dos páginas, y así vemos a Anna correr en una dirección y terminar volviendo al exacto punto de partida. Toda una artillería de recursos gráficos y narrativos al servicio de un guión dinámico y ágil para presentar y desarrollar un tema pesado, denso y que generalmente, tanto en la historieta como en otros medios audiovisuales, no se plantea con tanta originalidad o frescura.
Por supuesto, este es uno de los mejores números desde lo narrativo, pero esto no desmerece para nada la labor de Zawadzki en cada uno de los capítulos anteriores. El número que comenté más arriba con el hombre que trabaja en un matadero y salta en el tiempo es una proeza desde la puesta de cada página, un delirio narrativo precioso que refuerza y valida la historieta como medio, el único lugar en el que se pueden contar historias de esta manera y que funcionen. El único.

Como no podía ser de otra forma, a esa dupla ganadora se le suma, en el color, la multi-premiada y varias veces mencionada en esta sección Jordie Bellaire. Nada de lo que exponga en estas líneas va a estar a la altura de su trabajo. Nada. Un sentido de la estética y de las paletas necesarias para cada historia que trasciende lo que normalmente encontramos en cada comic. Y demás está aclarar, si existiera algún tipo de conteo y premio, la absoluta ganadora de esta sección año a año sería ella, qué duda cabe.
Y ya que mencioné a la historieta como medio, el sexto número pone su foco exactamente ahí, pero no pienso revelarles ni un ápice de lo que sucede porque creo que conté lo suficiente para que le den una oportunidad a una serie que, no me cabe la menor duda, el año que viene se va a llevar algún que otro premio importante. Nos reencontramos el mes que viene para despedir este 2025.


