“Lo viejo funciona…”, parece querer comunicarnos Matt Fraction desde las páginas de la nueva serie regular de Batman, y no puedo coincidir más con esa conclusión. Y sin embargo, si se animan a hincarle los dientes a esta nueva etapa del detective más famoso del género superheroico, van a descubrir que la fórmula detrás de este título, el cual no me cabe duda va a terminar acaparando la atención del mercado tarde o temprano, es una suculenta combinación de algunas cosas que funcionaron muy bien un par de décadas atrás en relación a la narrativa serial en los comics, con algunos elementos modernos que terminaron generando el rechazo por estos personajes en un montón de lectores.

La promesa que hizo el guionista poco antes de iniciar su labor al frente del título más importante de Batman fue que cada número iba a ser una historia autocontenida y cerrada, y si bien íbamos a tener hilos narrativos que concatenaran toda la acción, cada número podría ser apreciado como tal, con un villano distinto por entrega y un dilema al cual nuestro orejudo héroe “solitario” se debería enfrentar. Con cuatro números ya en la calle, puedo decir que no se lo puede acusar de mentiroso, pero quizás exageró un poco.
Veamos las piezas con las que Fraction comienza a jugar: Bruce Wayne vuelve a ser el empresario millonario que todos recordamos y queremos, ya que en la etapa anterior de Chip Zdarsky dimos por finalizado este temita bastante molesto para algunos de nosotros del Batman homeless gracias a una mano asertiva de Selina y Lucius Fox. En contraposición con este tema que responde al clásico statu quo, el inmortal villano Vandal Savage aterriza en Gotham City para ser el fucking Comisionado de la Policía local, mientras que nuestro clásico Jim Gordon, quien ocupara ese puesto durante décadas, fue rebajado a un policía raso, dedicado casi exclusivamente a poner multas por exceso de velocidad o mal estacionamiento. Sin embargo, tanto él como Harvey Bullock siguen en contacto con Batman, mediante una versión reducida de la batiseñal, en la forma de un dispositivo muy pequeño con la simpática forma de un peluche de murciélago que se coloca gracias a unas ventosas en la ventana del precinto, y ya. Alfred, muerto, se le materializa holográficamente a nuestro protagonista como si fuera una suerte del Jarvis I.A. de la competencia, y esto me resulta realmente muy entretenido porque algunas veces lo convoca el propio Batman pero otras aparece en momentos muy puntuales para tirar uno de sus clásicos palos o hacer una observación tajante y cínica, siempre con el máximo de los respetos y un dejo de ironía. Esta dinámica me resulta muy refrescante, y le permite a Bruce poder discutir los casos en tiempo real incluso, mientras está investigando algo en el campo de trabajo o en plena persecución, inclusive.

Volviendo al tema de la singularidad de cada número, tengo que decir que esto no es del todo cierto. Sí es verdad que nos presentan al menos un villano por capítulo, pero hay un arco narrativo muy fuerte que conecta a un nuevo villano que parece orquestar una organización criminal en Gotham (qué sorpresa), el cual por supuesto que está vinculado con Vandal Savage y su nuevo rol con la policía e incluso también con un desarrollo tecnológico neuronal que se está desarrollando en unos laboratorios que contaron una inversión inicial de las industrias Wayne. Y cada una de estas piezas del rompecabezas se va a presentar mes a mes, e incluso les digo más: algunos números no terminan con una conclusión real sobre el caso sino más bien con una pregunta sobre lo que se viene.
Me permito un pequeño paréntesis para mencionar a la Dra. Annika Zeller, un personaje interesante, desarrollado con pinceladas, que está al frente del desarrollo de este avance neurológico. Enseguida logró ganarse mi cariño y admiración luego del primer encuentro con Bruce Wayne, en el cual una de sus compañeras le hizo un comentario muy acertado sobre el uso de crocs en vez de utilizar calzados normales como una zapatilla o un zapato. Incluso los científicos no pueden ser del todo inmunes a la estupidez humana.

Pero volvamos al planteo inicial que hizo Matt Fraction sobre el desarrollo de esta serie. Creo que la búsqueda del guionista no solo es correcta, me parece que devuelve al personaje al lugar que nunca debería haber perdido. Entendamos esto: si Batman es el personaje más importante de la editorial, y las ventas y la exposición del mismo no me dejan opinar lo contrario, entonces DC Comics como una empresa razonable debería poner toda la carne al asador cuando se trata del mismo. Y no estamos tan lejos de un momento en el cual este título era, quizás, el peor de toda la oferta de esta empresa. El peor. La secuela de Hush a cargo de Jeph Loeb y Jim Lee es, sin duda alguna, una de las peores cosas que leí en historieta este año, y esto no deja de asombrarme si tengo en cuenta el buen momento por el que atraviesa DC en estos días.

Acá están encaminados y haciendo las cosas bien, porque el equipo creativo funciona como un relojito y las historias no pueden más de lo entretenidas que son. Y cuando hablo del equipo me reservo lo mejor para el final: Jorge Jiménez, que Dios lo tenga en la gloria. Si, ya lo sé, todo es Dan Mora, Dan Mora, la super-estrella de DC, todos queremos que Dan Mora dibuje todo, porque todo lo que hace lo hace bien, si no excelente. Pero el dibujante español está dejando su alma en este laburo, se los puedo asegurar. Cada página es un deleite, cada viñeta una fiesta, cada combate un delirio, cada vehículo una oda a la modernidad. Desde la expresividad de los personajes hasta la potencia de los golpes, desde las puestas de página hasta los detalles preciosos que suman un montón, como por ejemplo colocar de forma sobre-impresa encima de la página, como si se tratara de información de realidad alterada, explicaciones de especificaciones del traje, en el batmobile o de artilugios en el cinturón. Yo sé que escribo esto y mucha gente lo lee y piensa “es una pelotudez atómica esto”, pero todo esto trabajado en conjunto funciona muy bien. Por supuesto no es la primera vez que Jorge está al frente del dibujo de Batman, ya lo hizo repetidas veces en el pasado, incluso con Zdarsky, pero acá tuvo la oportunidad de rediseñar el traje, el batmobile e incluso a algunos villanos, y todo lo hace de maravilla. Me cuesta mucho encontrar algo de él que me moleste en sus planteos, y ni siquiera pierdo tiempo en eso porque las historias fluyen y me invitan a sumergirme en ellas, y logran agarrarme de los huevos para regresar al mes siguiente.
Y si a eso no le llamamos una victoria, yo realmente no sé que estoy haciendo acá. Felices fiestas y muy feliz año.



